Por Sebastián Rivas Agosto 22, 2013

© Hernán Kirsten

Es un día cualquiera en el comando de Michelle Bachelet. Se respira tranquilidad. Un grupo de maestros hace las últimas refacciones en el edificio de 700 metros cuadrados en Avenida Bilbao decorado con estilo neoyorquino. Las encargadas de prensa aprovechan el sol para salir a fumar un cigarrillo y el fotógrafo bromea con el coordinador del área digital. Al lugar llegan el jefe programático, Alberto Arenas, en un sencillo Toyota, y María Angélica Álvarez -la Jupi- en un jeep antiguo. A pocas cuadras, en un restaurante del barrio Italia, almuerzan el vocero Álvaro Elizalde con la amiga de la ex presidenta Estela Ortiz. 

El ambiente en calma apenas refleja la enorme maquinaria que se mueve detrás de la candidatura de la Nueva Mayoría. Es un reality: cerca de 550 profesionales integran las 35 comisiones programáticas que deben entregar sus informes antes de Fiestas Patrias, 80 personas tienen cargos y roles activos en la campaña, ya se constituyeron las redes de comandos independientes y los encargados de avanzada están desplegados por el país preparando las giras regionales. 

La jerarquía es clara y casi militar, explica un miembro del comando. Arenas (PS) junto al director ejecutivo Rodrigo Peñailillo (PPD), actúan de generales, hablan en nombre de la candidata, controlan la información y dan órdenes al equipo.  Son pocos los que tienen acceso directo a Bachelet. Quienes integran su selecto grupo de confianza se cuentan con los dedos de una mano y se caracterizan por conocerla desde hace años, por su discreción y por no tener agenda propia. Pero en estos cinco meses de campaña se ha reordenado el mapa del bacheletismo, nuevos nombres y figuras han logrado poco a poco destacar en trabajo en terreno y conseguir la aprobación de la ex mandataria. Otros, en cambio, han caído en desgracia por salirse de la pauta, cometer errores o distanciarse de Bachelet. Hay otro elemento que tensiona el ambiente: como pocos saben exactamente qué piensa la ex mandataria, hay temor a equivocarse. “Hay mucha autocensura”, dice un colaborador del equipo.

Los presidentes de las comisiones tienen  prohibición expresa de hablar con la prensa. La estrategia es evitar cualquier polémica externa que empañe la sensación de victoria y centrar el mensaje de la candidatura solamente en los tres ejes principales: reforma tributaria, constitucional y educacional. Las otras comisiones tienen autonomía para elaborar sus propuestas, aunque deben enviar un informe semanal de avances a Arenas. No les está permitido sesionar en el comando central -exclusivo para la dirigencia-, y cuando no hay salas disponibles en el comando de calle Tegualda deben reunirse en institutos de la Concertación o en oficinas y casas particulares. Incluso varios presidentes de comisión reclaman por las dificultades para acceder a Arenas, ya que los deriva a su ayudante Gonzalo Pereira, a quien conoció en su época de juventud.

Al ser un comando diverso -en que participan desde liberales hasta militantes del PC- se instruyó que los informes programáticos pueden incluir diversas alternativas para temas sensibles donde no hay acuerdo, como la eliminación del FUT o la asamblea constituyente. Esto ha generado tensión en el equipo económico y dicen que es una bomba de tiempo que puede quebrar al bacheletismo cuando la candidata tome sus definiciones. Aunque ella podría postergar ese momento hasta después de resultar electa. En cualquier caso, hasta el minuto el PC se ha mostrado disciplinado y no ha habido conflictos internos. El rol de los comunistas que integran el comando: Patricio Palma, Marcos Barraza, Claudia Pascual, Camilo Ballesteros y Óscar Aroca ha sido bien evaluado. “Son de la escuela del PC, hacen la pega sin hacer cuestionamientos”, afirman. En los próximos días el partido deberá definir si participarán o no de un eventual gobierno.

En el comando destacan que un grupo relevante del bacheletismo son los asesores senior. Políticos de trayectoria que, si bien no están en la primera línea, cuentan con la confianza de la abanderada, quien puede consultarlos para temas específicos. Aquí se cuentan nombres como Sergio Bitar, Enrique Correa, José Goñi, Luis Maira o Ernesto Ottone. Bitar -quien ha estado en reuniones de coordinación con otros ex ministros de Bachelet, como Edmundo Pérez Yoma y Álvaro Erazo- señala que así como en su primer gobierno el énfasis fue la igualdad de la mujer, el próximo quiere enfocarlo en el recambio generacional. “Y en esta posta nosotros podemos aportar con nuestra experiencia a los más jóvenes”, afirma. De ahí las gestiones de Bachelet en favor de nuevos rostros como, Camila Vallejo, Karol Cariola o Giorgio Jackson.

También hay figuras que esporádicamente “rondan” el comando:  sin tener ninguna responsabilidad concreta, hacen llegar sus ideas al equipo. Entre ellos están ex ministros como Ricardo Solari y Juan Gabriel Valdés.

 

 EL CÍRCULO DE HIERRO

Dos “generales” y dos amigas íntimas son el equipo más cercano de Michelle Bachelet. Al igual que en los años de su gobierno, el código se mantiene: lealtad a toda prueba, discreción completa y cero “agenda propia”.

Rodrigo Peñailillo: Es reconocido como la voz de la ex mandataria. Conoce de memoria a Bachelet desde su época de jefe de gabinete en La Moneda, y su poder ha aumentado este año: él ha sido el vínculo principal del comando con los presidentes de partidos y el encargado de notificarles qué piensa Bachelet en materias sensibles, como la decisión de que la Nueva Mayoría no llevara candidatos en Santiago y apoyara a Giorgio Jackson. Peñailillo trabaja con un hermético grupo de militantes PPD. Una de las interrogantes es que rol cumplirá el ingeniero comercial en un eventual gobierno.

Alberto Arenas: En la Nueva Mayoría señalan que Arenas partió débil. Le costó sacarse la imagen de ser un director de Presupuestos e imponer su voz en los primeros meses en el comando. Pero después de la primaria, y con la definición de las comisiones programáticas, su posición ha crecido. Fue a las sesiones inaugurales de los grupos más importantes: Nueva Constitución, Económico, Trabajo y Educación, marcando su importancia. Esta semana se anotó un triunfo al ser el único economista en acompañar a Bachelet a la reunión con la CPC, sin que ésta invitara a los economistas liberales como José de Gregorio o René Cortázar.  

Estela Ortiz: La mejor amiga de Bachelet formalmente está en la comisión de Infancia, pero su rol es mucho más amplio. Si bien no tiene poder formal de mando -a diferencia de Peñailillo y Arenas-, Bachelet le ha encargado misiones de confianza a cumplir. Fue uno de los vínculos con el PC en la etapa previa a que resolviera su apoyo a Bachelet para la primaria.

María Angélica Álvarez: La “Jupi” se mantiene como una de las más cercanas a la ex mandataria. Por ejemplo, la noche de las primarias fue la encargada de asignar el “pase rojo” que permitía sólo a algunas personas acceder directamente a Bachelet. Sin embargo, se ha retirado de la primera línea y ha mantenido un bajo perfil, entre otras cosas por las críticas que recibió su rol en la noche del 27-F en la Onemi. Por ello no ha aparecido en ninguna de las fotografías oficiales del comando. Cumple tareas específicas en programación y avanzada, equipo donde está María Eugenia Paris, otra mujer de confianza de Bachelet. 

 

EN ALZA

Bachelet ha buscado potenciar liderazgos jóvenes en su equipo. La ex mandataria ha comentado a sus cercanos que espera que uno de sus sellos sea el de la renovación. En esa línea, algunos nombres ya se perfilan para tener un rol relevante en caso de ganar, como subsecretarías o asesores de confianza.

Valentina Quiroga: El pronóstico era reservado. En el comando de Bachelet sabían desde el principio que la comisión de Educación sería dura de manejar, tanto por la cantidad de temas en juego como por la diversidad de posturas. Pero la ex directora educativa de Educación 2020 y actual directora del think tank Espacio Público ha evitado las filtraciones y no ha dado espacio a polémicas, algo valorado en el bacheletismo.

María Inés de Ferari: Se ha convertido en uno de los rostros más populares de la campaña. Si bien desembarcó desde la ONG Participa, un mundo más ajeno a la política, la socióloga que integra el equipo de Ciudadanía y Redes ha ido subiendo en protagonismo, animando eventos del comando y ocupando un activo rol en Twitter. Además, ha conseguido fichajes importantes para el grupo, como el ex director ejecutivo del Techo, Javier Zulueta. 

Camilo Ballesteros: La imagen que destacan en el entorno de Bachelet ocurrió el 8 de agosto: más de 100 ex dirigentes estudiantiles flanqueando a la ex mandataria en las afueras de la Biblioteca Nacional. Detrás de la actividad estaba Ballesteros, quien cuidó todos los detalles. En la Nueva Mayoría afirman que la convocatoria validó al dirigente comunista como uno de los operadores destacados del comando. Otro punto que pesa es que Ballesteros siempre estuvo a favor de que el PC apoyara a Bachelet, a diferencia de Vallejo y Karol Cariola.

Jorge Pizarro Cristi: El arribo en julio de quien es la “mano derecha” de Rodrigo Peñailillo causó ruido al interior de la Concertación. Varios dirigentes hicieron presente que no era una buena señal que Pizarro ocupara el puesto, porque es hijo del presidente del Senado, Jorge Pizarro (DC), y podían acusarlo de favoritismo. Pero hoy se ha convertido en un puente: en varios casos, sus llamados a los dirigentes de partidos han reemplazado a los de Peñailillo, y su labor ha sido bien evaluada por las directivas.

Pablo Badenier: Fue uno de los desembarcos exitosos tras las primarias. Badenier -que trabaja con el PS Felipe Barnachea- llegó desde el comando de Claudio Orrego con una misión compleja: conciliar los intereses de los partidos como encargado territorial de la campaña. El área había sido un dolor de cabeza de la primera postulación de Bachelet -sobre todo por los intereses cruzados en las parlamentarias- pero el dirigente DC se perfiló como uno de los articuladores entre el comando y los legisladores.

 

EN BAJA

“Errores no forzados” o bajos desempeños en sus áreas son el sello de aquellos que son mencionados como los puntos más débiles de la campaña de Bachelet. Aunque algunos continúan participando de ella, ninguno alcanzó la influencia que se pronosticó en el comienzo.

• Juan Somavía:  Aunque generó una relación cercana con Bachelet cuando ella estaba en Nueva York, el desempeño del ex director general de la OIT y jefe de la comisión de Trabajo ha despertado críticas: sobre todo, se dice que él no entiende los “códigos” de la política chilena. En el comando no fue bien recibido que fijara públicamente su posición sobre las reformas que debieran venir en esa área, pues su rol era tratar de aglutinar las ideas y lograr consensos.  Se ha reunido por su cuenta con dirigentes sociales y de partidos, una muestra de autonomía que ha sido vista con recelo. Y, además, la comisión es una de las que han presentado mayores dificultades: las posiciones están distantes y lo más probable es que el informe final no contenga una postura única.

• Karina Delfino: La emblemática dirigente estudiantil PS de las movilizaciones de 2006 se hizo cargo del área jóvenes, pero encontró problemas para llevar la coordinación y, sobre todo, para convocar a los actuales líderes del movimiento estudiantil, una de las preocupaciones de Bachelet. Fue reemplazada por Camilo Ballesteros.

• Ricardo Lagos Weber: Cuando fue presentado en abril, el senador PPD era considerado el “comodín” del comando. Por su experiencia como ministro y en el Parlamento, podía asumir roles protagónicos en el área programática junto a Arenas o en vocería junto a Álvaro Elizalde. Sin embargo, a poco andar ambos se consolidaron en sus posiciones, mientras Lagos Weber visitaba sólo esporádicamente las dependencias de Tegualda y de Avenida Italia. Hoy está concentrado en apoyar a candidatos al Parlamento en su zona, Valparaíso. 

• Romy Schmidt: Poco más de un mes alcanzó a estar la ex ministra PPD como vocera de Bachelet. Aunque ella ha señalado a sus cercanos que su compromiso sólo duraba hasta el 30 de junio, lo cierto es que la evaluación de sus intervenciones no dejó satisfecho al comando. Una prueba es que el lugar del “segundo vocero” junto a Álvaro Elizalde fue ocupado poco después por Javiera Blanco, cuyo despliegue inicial ha sido bien evaluado en el equipo bacheletista.

• Claudia Toro: A diferencia de lo que se podría haber pensado, Cultura ha sido un dolor de cabeza para el comando. Primero renunció Javiera Parada y luego su sucesora, Claudia Toro, no generó consenso interno: fue cuestionada por haber trabajado en el Consejo de la Cultura durante la administración Piñera y su poca experiencia.

 

LA LISTA NEGRA

De la primera campaña presidencial de Michelle Bachelet, varias figuras no han estado presentes en esta ocasión. Quienes conocen a la ex mandataria explican que su estilo, más que “proscribir” a aquellos que han perdido su confianza y cortar sus carreras políticas, es dejarlos a un lado y no incluirlos dentro de su círculo.

• Juan Carvajal: Es la ausencia más notable del equipo. La distancia entre Bachelet y su ex jefe de Comunicaciones viene desde 2010, poco después de dejar La Moneda. En la Concertación señalan que la ex mandataria resintió que Carvajal volviera a trabajar en La Moneda tras haber renunciado para apoyar la recta final de la campaña de Eduardo Frei, así como sus declaraciones en que se mostraba como el artífice de la popularidad presidencial. Su rol fue ocupado por Róbinson Pérez.

• Andrés Velasco: La ex mandataria no perdonó las idas y vueltas de su ex ministro. Aunque contaba con su venia para explorar una carrera política Bachelet resintió, primero, su cambio de parecer en cuanto a competir por La Moneda y, luego, las fuertes críticas en campaña. No se han reunido después de las elecciones primarias. Eso sí, Bachelet pidió que se consideraran sus ideas programáticas en las comisiones.

• Sergio Espejo: Bachelet tiene fresco el recuerdo del Transantiago como uno de los momentos más críticos de su mandato. Por eso, el ex jefe programático de Orrego -y ministro de Transportes en esa época- está entre los nombres que despiertan recelo. De hecho, ambos protagonizaron un tenso intercambio el día después de las primarias, cuando Espejo sugirió a Bachelet que adoptara una propuesta de la candidatura de Orrego y la ex mandataria lo desechó por su alto costo.

• Francisco Javier Díaz: El ex jefe de contenidos y hombre detrás de los discursos de Bachelet se distanció del equipo a mediados del período de Piñera, coincidiendo con algunas colaboraciones a su amigo Andrés Velasco en la parte inicial de su campaña. Para muchos, es un gran ausente. En el entorno del comando afirman que el secretario general del PS podría volver a cumplir un rol, porque aún no se le ha conseguido un reemplazo: los discursos de Bachelet son elaborados por un equipo de asesores.

Carlos Ominami: Tras llegar a Chile, Michelle Bachelet acudió a visitar a Edith Pascual, la madre de Carlos Ominami, quien se encuentra enferma y vive en el mismo edificio de Ángela Jeria. Pese a que el gesto fue valorado por el ex senador, solamente le hizo llegar a través de terceros su agradecimiento. Las relaciones están cortadas desde 2005 y en los últimos meses los duros cuestionamientos de Ominami a la campaña de la ex mandataria han sumado molestia.

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