Por Josefina Ríos Julio 11, 2013

A fines de 2007 se reunieron a solas en la casa de Bachelet. “Hablamos de todo y de muchas cosas políticas. Ella me cayó muy bien, es encantadora, y humanamente, muy transparente”, reveló Longueira un año después.

Mientras en el comando de Bachelet se apuesta por fortalecer las campañas opositoras al Parlamento, en el comando del UDI esta semana se debatió si se jugarán por interpelar directamente a su contendora o usar un estilo menos confrontacional.

“¿Tengo una llamada? ¿Y de quién sería?”. Ese 1 de julio, Pablo Longueira apareció en la fundación Chile Justo al mediodía. Estaba feliz: la noche anterior había logrado un sorpresivo triunfo ante Andrés Allamand en las primarias de la Alianza. Llegó al edificio de Los Leones con prisa: el desayuno con Sebastián Piñera en la casa del mandatario se extendió por más de dos horas y en pocos minutos más se reuniría con Allamand en un café de Vitacura. Pero el llamado era importante. Debía responder.

Minutos antes, Titi Valdivieso, asistente histórica del abanderado de la Alianza, atendió el llamado de la secretaria de Michelle Bachelet: la aspirante de la Nueva Mayoría quería hablar con Longueira. Poco después, ambos candidatos tomaron contacto directo por primera vez en lo que va de campaña. La conversación fue breve, no más de cinco minutos. Intercambiaron felicitaciones y Bachelet, con humor, le deseó que le fuera “bien, pero no tanto”. Además, le expresó su anhelo de hacer una campaña propositiva y con fair play. Longueira le respondió entre risas a la ex mandataria que su triunfo fue menos sorpresivo que el suyo y que contara con su colaboración  para hacer una campaña que “ennobleciera a la política”.

El contacto tuvo efectos colaterales: en el equipo de la ex mandataria causó cierta molestia que el llamado se filtrara esa misma tarde a la prensa y culparon a “fuentes de la UDI”. Con todo, ese llamado es una prueba más de la buena relación que han construido. “Se conocen y respetan”, dice un parlamentario cercano a los dos.

Tanto en el entorno de Bachelet como en el de Longueira afirman que los vínculos son más bien políticos y no personales. Un ex ministro de la Concertación lo ejemplifica así: “No es la relación que Longueira tuvo con Ricardo Lagos, pero sí hubo negociaciones puntuales y colaboración durante su gobierno”.

El respeto mutuo, en todo caso, fue el último paso de un camino escarpado.

EL DURO COMIENZO

La advertencia era enfática. Faltaba una semana para el 12 de junio de 2000 y el diputado Pablo Longueira, entonces presidente de la UDI, avisaba que irían ese día, junto a otros parlamentarios de la Alianza, a recorrer los consultorios para fiscalizar que se cumpliera la meta fijada por el presidente Ricardo Lagos de eliminar las colas. A cargo de la tarea estaba la ministra de Salud, Michelle Bachelet, y el propio mandatario había dicho que debía dejar el puesto si no lograba el objetivo. Finalmente, Lagos dio por cumplida la tarea con un 82% de éxito, y Bachelet comenzó a despegar como figura pública.

Hasta ese momento, Bachelet y Longueira no se conocían. Y los primeros intercambios fueron tensos, porque el presidente de la UDI tuvo una posición dura frente a la posible candidatura de la ministra a La Moneda. En octubre de 2002, cuestionó que ella o Soledad Alvear llegaran a ser las abanderadas de la Concertación: “Probablemente ninguna de las dos termine siendo, porque es una apuesta demasiado riesgosa”. Cinco meses después, volvió a atacar: exigió que Bachelet aclarara sus supuestos lazos con el Frente Patriótico Manuel Rodríguez. “Si colaboró o tuvo algún vínculo, que lo reconozca. Lo peor es mentir, la opinión pública no tiene claro si el hecho es cierto o no”, dijo. Y en septiembre de 2004 lanzó una crítica a su trayectoria: “¿Qué ha hecho la Bachelet, salvo subirse a unos tanques y vestirse de militar?”. Cercanos a Longueira matizan diciendo que esas críticas eran similares a las que hacían en esa época los mismos dirigentes concertacionistas.

El arribo de Bachelet a la Presidencia y de Longueira al Senado en 2006 dio paso a un nuevo escenario.

EL BACHELETISMO-ALIANCISTA

El 9 de octubre de 2007, Joaquín Lavín remeció el tablero político al declararse “bacheletista-aliancista”, un concepto que causó inmediato malestar en la Alianza. Al día siguiente la crisis se profundizó: Pablo Longueira fue el primero en apoyarlo. “Voy a pasar a ser el segundo miembro ‘bacheletista-aliancista’”, dijo.

Bachelet, en esos momenos, enfrentaba flancos abiertos en varios temas, como el Transantiago; Sebastián Piñera tenía las mejores posibilidades de convertirse en el candidato de la Alianza y, unos meses antes, el senador Andrés Allamand había estrenado su teoría de “el desalojo”, marcando una oposición mucho más dura.

Longueira recibió fuertes críticas de RN, e incluso de la UDI. Un cercano dice que la decisión del senador fue principalmente para “no dejar solo” a Lavín. Sin embargo, unos días después, profundizó la idea y no descartó ocupar un puesto en el gabinete: “Si siento que no es para usarme, sino para servir a Chile, digo que sí (…) En Mideplan, por ejemplo”, agregó Longueira.

Bachelet le devolvió la mano. Al ser consultada por la actuación de Lavín y Longueira, señaló: “Quiero reconocer con mucha fuerza la actitud de líderes políticos como los que usted me ha mencionado (…) Lo que corresponde hacer es ser constructivos, propositivos y apoyar”.

La nueva relación se tradujo en gestos. A fines de octubre, el senador fue invitado a La Moneda para el lanzamiento de una campaña contra el machismo, y en diciembre concurrió junto a Lavín a visitar al recién nombrado vocero de gobierno, Francisco Vidal. “La invitación original era sólo para Lavín, pero llegaron ambos”, recuerda un ministro de esa época.

En el entorno de Longueira recuerdan que a fines de 2007 las relaciones pasaban por su mejor momento. En esa época, ambos se encontraron en una comida en la casa de un parlamentario en que compartieron y se conocieron mejor. Poco después, se encontraron a solas en la casa de la mandataria. “Hablamos de todo y de muchas cosas políticas”, dijo Longueira en 2008 -un año después-, cuando reveló el encuentro, que duró casi tres horas. “Me cayó muy bien, es encantadora y humanamente muy transparente”. El acercamiento se reflejó en el ámbito político. El senador se abrió a negociar una fórmula parael financiamiento del Transantiago, e incluso se creyó que su voto podía salvar a Yasna Provoste en la acusación que la destituyó en abril de 2008, cuestión que no prosperó.

No obstante, la buena disposición sufrió una fisura luego de que Bachelet decidió no asistir en noviembre de 2008 a la inauguración del memorial en honor a Jaime Guzmán, pese a que inicialmente había accedido a ir ante la invitación de Longueira. Más allá de eso, el rol negociador del UDI se mantuvo, y con resultados.

EL NUEVO PACTO

“Es la política pública más exitosa que se ha implementado en el país”. El viernes 16 de abril de 2010, Pablo Longueira elogió la reforma previsional hecha por el gobierno de Bachelet en la presentación del libro del ex director de Presupuestos y hoy jefe programático de la candidata, Alberto Arenas, sobre la historia de esa reforma. En la misma mesa, lo miraba atentamente la ex mandataria, otra de las expositoras.

Fue la última vez que ambos compartieron en una actividad. Incluso, entre los presentes había cuatro candidatos a La Moneda: además de Bachelet y Longueira, Andrés Velasco estaba en el público, y quien moderaba el panel era el entonces decano subrogante de la Facultad de Economía y Negocios, Franco Parisi.

Y la frase no era casual. De acuerdo a ex ministros del gobierno de Bachelet, el mayor perfil negociador de Longueira durante esa administración se vio para esa reforma. Allí, fue el encargado de lograr el acuerdo político con el ministro de Hacienda, Andrés Velasco.

A fines de 2007, ambos pasaron largas horas en una suite del hotel Sheraton negociando los detalles del proyecto junto al senador Camilo Escalona (PS). De hecho, Alberto Arenas destaca su rol en su libro sobre la reforma, aludiendo a “las negociaciones políticas que hábilmente encabezó el senador Longueira” y agregando que “en un par de reuniones cerramos un acuerdo base que asegurara la aprobación del proyecto”.

Algo similar ocurrió en la ley que creó el Ministerio del Medio Ambiente: como presidente de esa comisión en el Senado, ordenó una maratónica sesión en que se votaran las 1.048 indicaciones -récord para un proyecto- presentadas para la iniciativa, en noviembre de 2009. La buena relación se coronó con una invitación de Bachelet para que Longueira asistiera a fines de ese mismo mes a una gira al Vaticano. El senador aceptó: fue su único viaje oficial con un mandatario de la Concertación. Y en el periplo, Longueira destacó su figura. “La presidenta goza de mucho prestigio internacional. En toda la gira hubo un cariño no sólo al país, sino a su persona”, señaló en Roma.

PREPARANDO LA ESTRATEGIA

La celebración en el comando de Michelle Bachelet fue evidente a eso de las 20:40 del 30 de junio, la noche de las primarias. Al ver que Pablo Longueira sacaba una ventaja irremontable, varios de los miembros del equipo celebraban que se enfrentaban al mejor escenario.

No sólo porque consideran que el ex ministro puede reunir menos votos que Andrés Allamand, sino porque existía temor de que un triunfo de este último derivara en una “guerra total” o una “campaña sucia”  en las presidenciales: en el entorno de la ex mandataria no olvidan lo duro que fue el dirigente de RN durante su gobierno.

Hasta ahora, ambos candidatos han optado por un tono conciliador. “Conocí y trabajé con la ex presidenta Bachelet en muchos proyectos, la conozco y la considero una mujer extraordinaria”, dijo Longueira a fines de mayo. Y la ex mandataria afirmó el pasado fin de semana en La Tercera que tiene “mucho respeto” por su contendor: “Era una persona con la que uno podía trabajar, con una mirada de país, de Estado, de llegar a acuerdos”.

Por estos días, sin embargo, se definen los detalles de las estrategias. Mientras en el comando de Bachelet se apuesta por fortalecer las campañas opositoras al Parlamento -dado que Longueira ha marcado como prioridad que no haya doblajes-, en el comando del candidato UDI esta semana se debatió si se jugarán por interpelar directamente a Bachelet o elegir un estilo menos confrontacional. La resolución marcará el tono de la campaña. Y el futuro de la relación entre ambos presidenciables.

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