Por Sebastián Rivas Junio 6, 2013

"Todos sabemos que Orrego no va a ganar, pero ése no es el tema. El problema es que si no fuera por el enorme esfuerzo que él ha hecho, en este momento la DC estaría en un cuadro de cheque en blanco
y sin contrapesos".

Jugó un rol clave en el origen de la Concertación, y hoy su análisis es crudo. Genaro Arriagada, ex ministro y uno de los intelectuales más respetados de la Democracia Cristiana, dice que ante la polarización, su partido es más crucial que nunca, independiente de los resultados electorales. Y que lo que está en juego es la gobernabilidad de un futuro mandato de Michelle Bachelet.

-¿Cómo analiza el escenario político?

-Hay momentos en los cuales los países buscan un mínimo común que les permita convivir en paz, reconstruir las instituciones. Y ahí hay un proceso de renuncia a las posiciones extremas. Y hay momentos en los cuales las posiciones extremas tienen toda la retórica, todo el planteamiento, y en ese cuadro la moderación, el sentido de la justicia, la proporción, pasan a ser perdedores. La historia de Chile está llena de momentos de gran sensatez y de momentos en los cuales, casi como si se nos borrara el disco duro, volvemos a la polarización. Hoy el medioambiente no es el mejor para discursos sobre la sensatez y la medida de lo posible.

-¿Y cómo impacta eso en la Democracia Cristiana?

-La DC navega mal en los períodos de extremismo. Su lenguaje es de equilibrio, de amistad cívica, de avances graduales. No de revolución, sino de reforma. Si el país está en “la dura”, la DC está remando contra la corriente. Con todo, la DC va a seguir siendo el segundo, y en el peor de los casos el tercer partido político de Chile.

-¿Cuáles son las amenazas que enfrenta el partido? Se habla mucho de las definiciones de cara a un eventual gobierno de coalición.

-Mi impresión es que en Chile no existe posibilidad de un gobierno que esté del centro hacia la izquierda que no tenga como elemento fundamental a la DC. Sin la DC, esa experiencia puede ir a una derrota. Porque la clave está en la conquista del centro: si nos vamos con un combo que signifique asamblea constituyente sin precisar para qué la queremos, una agenda valórica centrada en un extremo liberalismo en materia sexual, una retórica antipartidos, una retórica de gobierno ciudadano, con un discurso de igualdad que tenga un tufito a los años 60 y no a la modernidad, podemos perder.

-¿Pero cómo puede convencer la DC al resto?

-Seamos francos: aquí, la gobernabilidad sin la DC es bastante difícil. Y esto no es un argumento oportunista. Cuando hicimos el análisis del pobre desempeño del gobierno de Eduardo Frei Montalva, de la debacle en que terminó el gobierno de Salvador Allende, uno de los factores que siempre se dijo fue la pérdida de un sentido de la moderación y de la sensatez. Y cuando se reconstruyó la democracia, se planteó que un elemento clave y fundamental era un peso del centro en la Concertación que fuera muy fuerte. Si nosotros perdiéramos ese peso en la oposición, corremos el riesgo, primero, de perder la elección, o segundo, de ganar pero no darle real gobernabilidad a este país.

-¿Cómo se garantiza la gobernabilidad?

-Te doy un ejemplo: la DC en la década de 1990, cuando tenía un fuerte poder electoral, renunció a llevar candidatos parlamentarios en el 25% de los distritos para dar un espacio a las fuerzas que, de acuerdo al sistema binominal, no habrían tenido representación: socialistas, radicales y PPD. La frase de Jaime Quintana de “si ustedes salen terceros no tienen nada que decir” es no entender nada de cómo se logra la gobernabilidad.

-¿Cuán importante es para el partido que le vaya bien a Orrego a la hora de negociar un programa?

- Creo que Orrego va a salir segundo y el ideal para la DC es, por supuesto, que obtenga una votación importante. Todos sabemos que Orrego no va a ganar, pero ése no es el tema. El problema es que si no fuera por el enorme esfuerzo que él ha hecho, en este momento la DC estaría en un cuadro de cheque en blanco y sin contrapesos.

-Pero hay gente del propio partido que dice que la opción de Orrego es riesgosa e inconveniente.

-Un partido de las dimensiones de la DC no puede no llevar candidato a la primaria. Pensemos en el absurdo que sería de que un señor que no tiene nada, como Andrés Velasco, va de candidato; va José Antonio Gómez, que es un Partido Radical que está disminuido y que está jugando fuera de lo que es su margen histórico, que fue siempre el humanismo laico centrist, que el PS y el PPD llevan candidata... ¿Y la DC no lleva a nadie? Tendrían que habernos condenado por torpes.


“BACHELET HOY ESTÁ CON LAS MANOS AMARRADAS”

-¿Cómo ve a la DC de cara al próximo gobierno?

-Es un partido fundamental dentro de sea lo que se llame la Nueva Mayoría. El rol de la DC es imprescindible.

-¿Incluso con el Partido Comunista dentro?

-Yo no soy partidario del Partido Comunista en el gobierno, pero no porque yo lo excluya, sino porque el PC tiene que precisar qué es lo que quiere. Si en materia de política exterior quiere el respaldo a la Revolución Cubana, a los países del Alba, no estamos de acuerdo. En materia económica, es su responsabilidad decir qué es lo que quieren, qué sistema político quieren. ¿Les parece bien el sistema político chino? El problema con el PC es que tienen que hacerse cargo de su pasado y de su ideología. No me parece aceptable la ambigüedad, que tengamos adentro de la coalición a un PC que quiere ser gobierno y a la vez oposición.

-¿Cómo hace la DC para no confundirse en una coalición que va a ser más de izquierda?

-La relación entre los socialistas y los democratacristianos siempre ha tenido tensiones. A mí eso no me preocupa: va a haber conflictos siempre y es bueno que los haya. A lo que le tengo miedo es que mañana no hubiera un partido Demócrata Cristiano que plantee los conflictos que tiene que plantear.

-¿Ve al partido jugando un rol incómodo?

-La situación actual está caracterizada porque hay una persona, que es Michelle Bachelet, que hoy está con las manos amarradas. Es la candidata del PS, el PPD y el PC, pero ella tampoco puede llegar y tomar definiciones, porque todavía no es la candidata de toda la Concertación. Entonces, después del 30 de junio, Bachelet va a tener que llegar y decir: “Para discutir el tema constitucional, yo he nombrado a estas personas, pero además tengo que agregar tales o cuales DC, tales o cuales radicales”. Y ahí nos vamos a empezar a poner de acuerdo.

-¿Cómo la DC puede recuperar el terreno perdido?

-Creo que lo fundamental para nosotros es renovar un pacto de gobernabilidad con los partidos que asegure un rol fundamental de la DC, y un acuerdo programático, con una profunda reforma al sistema político.

-¿De qué se trataría ese acuerdo de gobernabilidad?

-En todos los gobiernos de la Concertación, y particularmente en el gobierno de Aylwin, hicimos un acuerdo de gobernabilidad: es decir, queremos gobernar juntos, porque vamos a tener un programa común, pero además de eso nos vamos a respetar en el sentido de que haya una representación que sea la adecuada.


“EL BINOMINAL TIENDE A LA POLARIZACIÓN”

-La DC está al centro político. ¿Cree que puede operar como un partido bisagra? Desde Renovación Nacional ha habido acercamientos…

-El sistema binominal tiende a la polarización.¿Qué es lo que pasa hoy día? Que el que se sale de una de las grandes coaliciones muere. Si un sector de RN se saliera del pacto de derecha, muere. Si la DC se sale del pacto de la Concertación, muere. Tenemos que buscar un sistema electoral donde exista la posibilidad de los matices y de que las fuerzas de centro puedan llegar y concursar sin el riesgo de desaparecer al que los obliga el binominal.

-¿Eso también mantiene de manos atadas a la DC?

-Supongamos que la DC tuviera un 18% de los votos. Con ese porcentaje, si la DC se fuera de la Concertación, saca cero parlamentarios. ¿Por qué? Porque el binominal no permite el juego. Le pasaría a cualquiera. ¡Esto no puede ser! Tenemos que crear un sistema que permita fluidez en el juego político y que no polarice.

-¿Y no ve un riesgo de que la DC pueda desaparecer ante la polarización?

-Hace unos dos meses estuve en una comida con varios dirigentes prominentes de la derecha, y yo dije que me parecía que la DC era clave en el desarrollo político de Chile. Que si no existiera, habría que inventarla. Y me dijeron: “No nos llevamos bien, pero compartimos tu juicio. Sin la DC, esto se hace más complicado y más ingobernable. Necesitamos a la DC”. ¡Y lo mismo le pasa a la izquierda! Si la izquierda quiere perder elecciones por los próximos 30 años, que desaparezca la DC. Porque si no tiene un componente de centro, se va a perder una elección tras otra.

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