Por Josefina Ríos Noviembre 9, 2012

En mayo del año pasado, Raúl Alcaíno recibió una noticia inesperada: su hija, Esperanza Alcaíno Cueto, le contó que se presentaría como candidata a concejala por Santiago, la misma comuna que él dirigió entre 2004 y 2008. En un principio, la idea no le gustó y trató por varios medios de convencerla de que no lo hiciera. “El mundo político, sobre todo en campaña, es muy polarizado y poco reflexivo. Pensé como padre y tuve miedo. Pero los hijos no son de los papás y ella tiene su vocación clara. Cuando no pude convencerla, me pareció bien que lo hiciera”, confiesa hoy el empresario.

Con cierto pudor, comenzó a apoyarla: la acompañó en algunas visitas a centros de madres y de adultos mayores. También fue a una feria libre y bailó cueca con ella en las fondas del Parque O´Higgins. Hoy, guarda con celo en su bodega una de las fotos que se pudieron ver de ambos posando juntos en algunos puntos de la comuna.

“Contrariamente a lo que pensé, debido a la polarización en las elecciones, me recibieron con mucho cariño. Me sentí querido por el 95% de la gente de la comuna. Lo que es bastante. También me di cuenta de que la Esperanza se desenvolvía bien y quedé tranquilo. Movilizó a más de 4 mil personas. Y estoy contento de que haya sido elegida en sexto lugar entre 69 candidatos”, afirma sentado en su amplia oficina ubicada en un moderno edificio de concreto a la vista, que mira imponente a la calle Los Conquistadores.

Dos semanas después de que el triunfo de Carolina Tohá en Santiago marcara el corolario de la batalla más emblemática en las pasadas elecciones municipales, Alcaíno  habla por primera vez públicamente desde que dejó esa alcaldía, en diciembre del 2008. Reconoce que en Santiago vivió momentos amargos, pero dice que el balance es positivo y que las lecciones que le dejó esa etapa lo marcaron. “En el mundo político soy un ‘reserva con instrucción’, lo que es importante. Además, guardo una experiencia significativa, que me permite mirar desde una perspectiva más amplia los procesos que ocurren en el país. Es fácil decir hay que hacer esto o lo otro, pero distinto es con guitarra. Debes ser capaz de articular,  convencer, sobre todo en un sistema como el chileno”.

-Estuvo cuatro años en la Municipalidad de Santiago y tuvo una gestión bastante exitosa. Sin embargo, decidió no ir a la reelección ni optar por otro cargo público. ¿Qué motivó esa decisión?

-Cuando decidí postularme a la Municipalidad de Santiago siempre pensé y dije que iba a ser por un solo período: te da más libertad para hacer las cosas que quieres hacer. Si estás pensando en la reelección tienes que preocuparte un poco más de los votos, tienes que hacer una gestión un poco distinta.

-¿Están cerradas las puertas para volver a la política?

-No, ¿por qué? Ninguna puerta está cerrada.

-¿Le gustaría volver?

-Uno nunca sabe. Se tienen que dar ciertas circunstancias.

-¿Cuáles?

-Primero que nada, tienes que tener las suficientes ganas, cuestión que tienes que poder medir con nitidez. Después, se tienen que dar en un momento preciso en que pueda decir: “Yo puedo significar un aporte”, porque  no tengo interés de ir a pelear un cupo por pelearlo. En general, cuando no tengo nada que decir ni aportar me quedo callado.

-¿Se debió a eso su salida del mundo político?

-No. Me siento como un ciudadano común y corriente que decide hacer un servicio público y después vuelve al mundo privado y sencillamente deja de opinar públicamente. Es la verdad. Cuando uno decide no ser público, uno decide de verdad no ser público. Que es mi caso. Y cuando quiera ser público de nuevo, todos lo van a saber.

-A lo mejor estamos dando un primer paso…

-No sé… ¿Cuándo son las primarias?

 

“Los candidatos van a tener que trabajar más”

-¿Cómo evalúa las elecciones municipales pasadas?

-No tiene sentido que las elecciones municipales sean el mismo día para todas las comunas. Esto no hace más que politizar o presidencializar estas elecciones y desvía la atención de los problemas locales y la posibilidad de elegir en cada comuna a su mejor persona para resolver esos problemas porque el gallito pasa a ser político. Nada tienen que ver los problemas de Calama con los de Talcahuano y los partidos políticos no tienen soluciones específicas ni programas locales. En Chile, donde los gobiernos duran cuatro años, quitar una elección política al tercer año puede ser muy recomendable.

-¿Qué le pareció lo que sucedió en Santiago? Donde Carolina Tohá le ganó a Zalaquett, un alcalde bien evaluado en términos de gestión.

-En general, los chilenos nos movilizamos más cuando estamos en contra de alguien que cuando estamos a favor. También creo que la estupidez del balcón le jugó muy en contra a Zalaquett, porque la gente dice “para qué voy a ir a votar si está absolutamente seguro”. La Carolina Tohá, en cambio, no tuvo el apoyo explícito de Michelle Bachelet, que había estado hace pocos días en Chile. Por otro lado, fue un error presidencializar esta elección. En este caso, con Golborne, imagino que muchos allamacistas dijeron: “Para qué voy a ir a votar si va a salir Golborne a celebrar, no quiero avivarle la cueca a un candidato que no es el mío”.

-¿Qué le parece el voto voluntario?

-Me parece bien. La gente se desencanta de la política porque los políticos están acostumbrados a muy poca competencia real. Con el sistema binominal están más o menos seguros los candidatos de uno y otro lado designados por una cúpula. La gente entonces se desafecta y dice “yo no tengo nada que ver en ésta elección”. Más encima los políticos hasta ahora ya sabían más o menos cuáles eran sus votantes cautivos. El voto voluntario libera una de esas barreras: ahora los candidatos tendrán que empezar a trabajar más, tendrán que atraer a su gente y conquistarla para que vaya a votar.

-En esa línea, las primarias serían muy importantes.

-Obvio. Los casos de Recoleta y de La Reina fueron emblemáticos. Es mejor hacer primarias, aunque salga el candidato que no le guste al partido. La Concertación hizo primarias, no le gustaba Pinto y Pinto perdió. En Providencia la Concertación tenía otro candidato, pero ganó Josefa Errázuriz la primaria, y luego se impuso en la elección final. Es un sistema de solución de controversias que sirve y acerca al candidato a la ciudadanía.

 

Gobierno en deuda

-¿Golborne o Allamand?

-No sé. Está muy embrionario este tema. Es bueno que un ministro que está bien valorado por la población diga: “Quiero ser Presidente de la República”. Ahora, como los ministros presidenciables acaban de salir del gabinete, seguramente va a haber otras personas que quieran participar de estas primarias. Por lo pronto, no conozco los equipos ni sé lo que piensa cada uno. Aun así, es bueno que se validen en primarias con más candidatos.

-¿Eres del grupo de los indecisos?

- Es que no sé quiénes son los candidatos todavía. Necesitamos hacer cambios en Chile que requieren consensos y espaldas políticas grandes.

-¿Por ejemplo?

-El tema energético es vital y le conviene al país. Y cuando digo le conviene al país, me refiero que le conviene a la Concertación más el PC y también a la Coalición por el Cambio.

-¿Por qué cree que ha ido tan despacio este tema?

-No ha estado bien hecho. Las cosas hay que hacerlas más consensuadas. Con apoyo de la gente y atrayendo a personas con trayectoria política de distintos sectores que tengan altura de miras. El tema de la energía es un problema que le va a rebotar al próximo gobierno, cualquiera sea su signo. Si carecemos de un consenso nacional en materia energética, los grupos que se oponen a todo se seguirán empoderando. Estos consensos políticos se hacen a través de comisiones, amasando la harina de a poco, haciendo un trabajo político serio y de largo plazo. Ese relato a este gobierno obviamente le ha faltado.

-¿Ha pecado de soberbia el gobierno?

-No, pero van a mil kilómetros por hora haciendo muchas cosas, bien hechas la mayoría, pero falta esa cosa política de comunicar, de consensuar acuerdos, de incorporar a gente de otros sectores que es súperimportante en política: saber escuchar, proponer, recibir observaciones, dar a conocer, darles una cierta forma a las cosas. Eso tenemos que hacer en materia energética.

-¿Hay más temas en deuda?

-Creo que para el nivel de desarrollo que muestra el país, tenemos un nivel de asistencialismo exagerado.

-Hay quienes  tildan de “paternalista” a este gobierno.

-Pensé que este gobierno iba a ser más realizador de proyectos implementados que de políticas sociales. Tenemos que dejar de lado un poco el asistencialismo y hay que hacer más obras. Esas obras que requieren técnicos, que requieren ingenieros, mano de obra calificada. Me refiero a obras de regadío, tranques, caminos, embalses, marinas, focalizar la inversión en turismo, en nuestros parques…

-¿Está pensando en un amplio plan de concesiones o en inversión directa del Estado?

-De todo. Un poquito menos de asistencialismo y más de realización. Lo demás es un poco de populismo: pan para hoy y hambre para mañana.

 

Empresarios apolíticos

-También se dice que hay una deuda en el tema de incentivar la innovación y la I+D.

-Lamentablemente no veo mucho movimiento en ese sentido. No veo un flujo de recursos importantes. Este royalty minero que iba a ser destinado a este tema, nadie se explica por qué no llega a los pueblos del Norte ni a centros de investigación. No sé si fue el terremoto, pero necesito ver inyecciones importantes de dinero en focos específicos y que efectivamente tengan un efecto medible, visible y opinable a nivel nacional.

-¿Los empresarios qué aporte han hecho en esta línea?

-Los empresarios son un elemento importantísimo en la marcha del país. Las empresas chicas son las que representan el mayor porcentaje de empleo, las empresas grandes les dan pega a las chicas y hacen que funcione un importante mercado de capitales. Vas a Perú y está lleno de empresas chilenas, también en Colombia y Brasil. Y está el caso de LAN que es emblemático. O sea, los empresarios han hecho un aporte.

-¿No debieran opinar más en el debate público?

-En EE.UU. los empresarios no opinan mucho de política. A mí me acomoda ese modelo, porque todas las personas opinan de acuerdo a sus intereses, desde la Camila Vallejo hasta el presidente de la Sofofa. Obviamente los empresarios son empresarios. Se podrán sacar el sombrero del empresario y usar el de la filantropía o de lo que sea, pero los empresarios invierten y persiguen cierta rentabilidad para volver a invertir. Los empresarios que venden sus empresas y se van a la casa son muy pocos. Entonces, que los empresarios se dediquen a hacer empresas. Cuando se ponen a hablar de política le hacen un flaco favor al sector que representa a la libre competencia, porque se confunden los intereses del empresariado con los del país.

 

El tercer poder en la mira

-Usted era alcalde para la “rebelión de los pingüinos”. ¿Cómo evalúa el manejo del gobierno de los movimientos ciudadanos?

-A mí me enseñaron que la democracia era el gobierno de las mayorías, con respeto a las minorías, pero finalmente el gobierno de las mayorías. Por eso, es importante tener gobiernos que sean fuertes y si no son fuertes políticamente tienen que tener la habilidad de construir consensos en ciertos temas. Y en eso tenemos que ponernos de acuerdo, y eso es lo que les está pidiendo el país a gritos a los políticos.

-Algunos  critican que también ha faltado fuerza del Poder Judicial para castigar a los grupos más radicalizados, optando por una tendencia garantista.

-El Poder Judicial, del cual yo soy bastante crítico, tiene que aggiornarse un poco. Por ejemplo, no puede ser que se evalúe a sí mismo. El Ejecutivo se somete cada cuatro años a la evaluación del escrutinio público y están siendo sistemáticamente fiscalizados por la prensa y los parlamentarios. Lo mismo estos últimos. Pero el Poder Judicial es como una caja negra que se evalúa a sí misma y no acepta críticas de ninguna naturaleza. Eso no puede ser.

-Pero si esto cambia de alguna manera se podría poner en jaque la independencia de los poderes del Estado.

-Entonces que haya un grupo autónomo de hombres buenos, de trayectoria conocida y probada, que evalúen a este poder sin perder independencia.

 

El gabinete de Alcaíno

-¿Cómo evalúa el gobierno del presidente Piñera?

-Muy eficiente, muy en la línea de la gestión y de resolver los problemas rápidamente. Pero creo que también hacen falta las formas, éstas son muy importantes en política. Este gobierno se dedicó a hacer muchas cosas, casi como liquidación de Falabella, todos elementos buenos, bonitos, baratos, y resulta que podría haber hecho un discurso un poco más macizo y contundente en la forma.

-¿Qué le pareció el cambio de gabinete?

-En general me gustó. El presidente fue leal con su gente y decidió seguir con su mismo equipo. Personalmente, me hubiera gustado ver a Fernando Rojas -actual subsecretario de Educación- en el Ministerio del Desarrollo Social, y a Felipe Bulnes -embajador en Estados Unidos- para el período final: es capaz y serio.

-¿Cree que la salida de los ministros presidenciables marca el punto de partida de la carrera presidencial?

-Sí.

-¿Bachelet tiene la carrera presidencial ganada?

-No tengo idea siquiera si piensa volver. No entiendo para qué querría ser candidata.

-Quizás porque se da cuenta que es la única que puede llevar a la Concertación al triunfo.

-Ésta es una elección abierta y depende mucho de los candidatos que la enfrenten y los temas en la agenda. A ella le van a enrostrar el terremoto, el Transantiago, un montón de cosas. También depende de cómo se asiente el candidato de la Coalición por el Cambio.

-¿Y usted todavía no siente esas ganas incontenibles de participar?

-Depende…, ¿cuándo son las primarias?

-En junio.

-Bueno, hay tiempo todavía…

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