Por Juan Andrés Quezada Septiembre 27, 2012

 

“Ser ministro del Interior es como pararse frente a una manguera de acontecimientos que, despedidos a gran velocidad, golpean y acarician al mismo tiempo. El fragor es incesante, los desafíos son permanentes y la realización personal, entre reto y reto, se visualiza como una luz al final del trayecto, aun cuando cada tanto se advierten ráfagas y destellos que actúan como señales de la importante labor que se está ejerciendo. Es una posición que con su pesada carga robustece a quien la detenta, que sin duda constituye un enorme orgullo y privilegio ejercerla, particularmente cuando uno se siente acompañado de la plena confianza del presidente, a quien agradezco profundamente aquel gesto”.

“Sobre la motivación de estas reflexiones. Se trata del infundado avergonzamiento que he observado en tantas personas que, sintiéndose identificadas o representadas por los valores o la visión de la centroderecha, simplemente no se atreven a expresarlo. Es un estigma que se ha urdido con inteligencia, tiempo y perseverancia desde distintos sectores, hasta hacer creer a muchos que la visión de la centroderecha tiene únicamente que ver con cómo debe conducirse la economía de un país (…) Claro, quién quiere salir en una foto con un sector de tales características. Es por eso que me parece tan relevante y justo a la vez desacreditar esa caricatura y dejar al descubierto su falsedad. Estoy convencido que en la centroderecha se encuentra alojada la visión, las ideas, las convicciones y la política más libertaria, justa y moderna que existe hoy en día en los distintos sectores del país”.

“Dormíamos cinco horas al día”

“Los días finales de la campaña fueron un verdadero infierno de agotamiento. Durante meses nos acostábamos en un día distinto al que nos habíamos levantado, es decir, cada día pasábamos más allá de la medianoche trabajando. Recuerdo que cada día al acostarme, pensaba ¡por fin, un día menos!, el problema era que a las pocas horas (no dormíamos más de 5 cada día) sonaba el despertador y la sensación era de agotamiento total”.

“Sobre la motivación de estas reflexiones. Se trata del infundado avergonzamiento que he observado en tantas personas que, sintiéndose identificadas o representadas por los valores o la visión de la centroderecha,  no se atreven a expresarlo”.

“Todas las encuestas nos indicaban que pasaríamos en el primer lugar. Había que pensar en un eslogan para la segunda vuelta. Gana el Cambio era el que mayoritariamente se imponía (…) Otra alternativa que circulaba con adeptos era Me Cambio Feliz, que pronto se enfrentó a la convicción que adolecía de la debilidad de no respetar la tristeza de los que habían sufrido una derrota en la primera vuelta. Nos pareció que eso lo hacía inviable. También se hizo presente Viva el Cambio. Pero nos pareció que había quedado demasiado identificado con la campaña de Joaquín Lavín de 1999 y que, con todo lo exitosa que fue, no había logrado triunfar”. 

“Trabajamos una línea comunicacional para el evento, aunque lo creíamos sinceramente descartado, de que Marco Enríquez-Ominami pasara a segunda vuelta y otra para la posibilidad de que el rival del balotage fuera Frei (…) Asumimos que había que tomar la apuesta de decidirse por una alternativa u otra. Finalmente, la proyección fue que pasaría Frei y que lo más convocante, cordial e inclusivo era Súmate al Cambio.  Si pasaba Enríquez-Ominami, nuestro eslogan -Súmate al Cambio- parecería más bien una invitación a votar por él. Corrimos un riesgo grande, pero todo resultó bien”. 

“El 17 de enero, el día de la segunda vuelta, eran aproximadamente las 20 horas y hace poco rato que había estado el candidato Eduardo Frei, quien acompañado de su señora e hijas había concurrido a reconocer el triunfo de Sebastián Piñera. Frei fue noble esa tarde. Había realizado una campaña bastante agresiva, o al menos así lo sentimos nosotros. Su derrota confirmó que los endosos en política están sobrevalorados. El gobierno íntegro, incluida la presidenta Bachelet con un 80% de aprobación a su gestión, había realizado serios esfuerzos por levantar a Frei”. 

“Considero que el apoyo gubernamental sirvió a Frei para pasar a segunda vuelta, pero se confirmó también que, en general, ese tipo de apoyos sirven de poco y muchas veces son contraproducentes. Los candidatos deben afirmarse en su propia propuesta y visión. Son esas las cosas que los votantes, que son bastante más informados de lo que muchos estrategas de campaña piensan, observarán al momento de escoger”.

Hinzpeter desde el Interior

 

El quinto mayor terremoto de la historia

“No tengo recuerdo de una ocasión en que un gobernante electo haya dispuesto de la posibilidad para, recién asumido, redefinir sus compromisos de gobierno de manera tan fundada, justificada y comprensible como la que tuvo el presidente Piñera. El país había sufrido una catástrofe, en ese entonces el quinto mayor terremoto de la historia conocida de la humanidad; y los chilenos estaban más que abiertos a escuchar a un presidente que explicase, que diese a conocer qué parte de su programa debería desplazarse para dar cabida a las gigantescas labores de reconstrucción. Se impuso la seriedad y valentía del presidente Piñera (…) Se comprometió con los chilenos a que la reconstrucción no alteraría ninguno de sus compromisos de campaña”. 

 

Noches de terror

“La centroderecha -curiosamente, muchos se sonrojan y otros arman un magnífico alboroto- aprecia el orden público y le inquieta sobremanera la inseguridad ciudadana. Pero en realidad esta preocupación es bastante de sentido común en personas que basan su visión de la vida en sociedad a partir de la libertad”.

“Enfrentar el orden público supone, desde luego, garantizar el derecho de reunión, pero como este derecho -que es un derecho humano- se ejerce en un contexto social, es menester reconocer que se trata de un derecho legítimamente regulable (…) Para cautelar las garantías de los ciudadanos que no ejercen el derecho de reunión es primordial perseguir policialmente y condenar judicialmente a quienes hacen propicia cada manifestación para cometer actos vandálicos e incurren en un comportamiento delictivo antisocial. He tenido la oportunidad de reunirme varias veces con vecinos agraviados por comportamiento de protesta vandálicas. Se trata de compatriotas que trabajan o viven en las zonas en que cotidiana y recurrentemente se desarrollan las marchas de protestas. Sus testimonios de angustia, amedrentamiento, pánico y dolor son estremecedores. Son relatos colmados de terror, de episodios en que se ven forzados a arrancar a medianoche con sus hijos a cuestas o, bajo una tensión indescriptible, forzados también a organizarse precariamente para defenderse de un saqueo”. 

“Definitivamente los relatos que más dolor me causaron fueron los que afectaban a niños. Niños con dificultades de aprendizaje que perdían todo su avance en una noche de terror, que volvían a tener una incontinencia urinaria que había sido superada, el reaparecer de un tartamudeo o el regreso del temor nocturno e insomnio. No exagero, relato testimonios verídicos. Me acompañaban, al momento de recibirlos, diversos parlamentarios de la Coalición por el Cambio y un diputado de la Concertación”. 

 

“Antes, para lograr convocar 10 mil o 30 mil personas había que trabajar meses y aun así el resultado era de alta incertidumbre. Hoy con un clic se llega a cientos de miles, que a su turno con otro clic llegan a otros cientos de miles. Por noble que sea el propósito de la convocatoria, este sistema de invitación masiva, no selectiva, hace que en la práctica nadie tenga el control de ella, lo que en el fondo equivale a que se viva un riesgo permanente de descontrol”. 

“A pesar de sentirnos conturbados e incómodos, deberemos sobreponernos para hacer primar un completo respeto y tolerancia hacia aquellos que hayan escogido una forma de vida que, desde la perspectiva de nuestra visión, nos parezca inadecuada”.

“Recuerdo una conversación con dirigentes estudiantiles, cerca de las nueve de la noche de un día de semana. Para el día siguiente se había convocado a una marcha para la cual no se había cumplido con la normativa que exige un aviso previo a la Intendencia. Buscamos una y otra vez soluciones, cambios de fecha (...) Al final emergió un reconocimiento que me dejó inquieto. Los mismos dirigentes me señalaron que las convocatorias adquieren impulso propio al realizarse por medio de las redes sociales y que ningún acuerdo al que pudiésemos llegar esa noche podía detener la marcha del día siguiente”.

 

¿Qué sistema ha sacado más personas de la pobreza?

 “La centroderecha apoya su concepto de desarrollo en el crecimiento económico y la creación de empleos por parte de los países. Sin crecimiento y sin trabajo, hay estancamiento, y en él sólo se acrecienta, profundiza, solidifica la pobreza, la desigualdad, la infelicidad y la injusticia. Claro, también ha quedado en evidencia que la velocidad con que el crecimiento económico distribuye el bienestar es insuficiente. Dicho en otros términos, el incremento de la riqueza que apareja el crecimiento económico no se difunde ni rápida ni proporcionadamente, al menos en el corto o mediano plazo, quedando una mayoría o parte significativa de la ciudadanía en una angustiante espera. Para ello, deben desplegarse políticas públicas de ayuda o provisiones de bienestar e intervención social que, sin crear incentivos o dependencias inadecuadas, deben acelerar y hacer más equilibrada la distribución de ingresos”.

“La pregunta correcta, rigurosa, cruda, que uno debe formularse es  ¿bajo qué sistema la humanidad ha logrado sacar a un mayor número de personas de tales condiciones? La respuesta está escrita con tinta indeleble en la historia contemporánea. Por lejos ha sido el sistema de mercado el que mayor bienestar ha producido y el que ha permitido que un mayor número de seres humanos dejen la miseria para pasar a vivir, no en el paraíso, pero si con dignidad y libertad. Recuerdo las palabras de Tony Blair reflexionando sobre Estados Unidos y las críticas que muchos intelectuales de izquierda le hacen a ese país. Blair dijo algo así como que hay una forma, bastante prosaica, para evaluar la posición de un país: ¿La gente está tratando de escapar de él o quiere entrar a él?”. 

 

Compromiso con la libertad y sus efectos

“La libertad no es inocua. La libertad produce efectos muy profundos, es una característica que influye en la conformación de la sociedad que le dé espacio para su amplio despliegue. Es por esto que me parece tan central esclarecer que el compromiso con la libertad queda definitivamente limitado, se vuelve vano por incompleto, si es que no se extiende, con aprecio, convicción y orgullo, hacia los efectos que ella provocará. Una sociedad que se desarrolla en libertad conformará inevitablemente una comunidad multicultural y diversa. En ella nosotros gozaremos del respeto de los demás para emprender el camino de vida que más nos acomode, y otros emprenderán caminos totalmente distintos, pero también lo harán acompañados del respeto de los demás. Muchos emprenderán trayectorias que, desde nuestra particular concepción de la vida, nos podrán resultar hasta perturbadoras. Ahí es donde se pondrá a prueba y quedará acreditado el genuino compromiso libertario de cada cual. A pesar de sentirnos conturbados, inquietos, incómodos, deberemos sobreponernos para hacer primar un completo respeto y tolerancia hacia aquellos que hayan escogido una forma de vida que, desde la perspectiva de nuestra visión y convicción particular, nos parezca inadecuada”.

  “No promover la libertad es no promover la esencia de la persona humana. No confiar en la libertad es desconfiar de las personas. Trasladar la libertad de las personas a otro estamento -sea el gobierno, un comité de notables, un consejo de sabios u otros- para que la ejerzan en vez de ellos es un acto de violenta intromisión y de nítida negación a la esencia de la persona. Por eso es que la centroderecha descree de las corrientes políticas que intentan coartar la libertad, aun bajo pretextos nobles y altruistas”.

 

 

Hinzpeter desde el Interior

 

Absoluta secularidad de la esfera pública

“Soy una persona de observancia religiosa, no obstante tengo un muy arraigado convencimiento y compromiso con que, en los límites de una democracia liberal, la construcción social demanda la absoluta secularidad de la esfera pública. Sólo ella asegurará a cada ciudadano una convivencia libre entre iguales y bajo un esquema de plenos derechos. No pienso, eso sí, que la libertad sea en el sentido volteriano, para liberarse de la religión. Al contrario, estimo que la libertad debe darse precisamente para que quien quiera llevar una vida plenamente religiosa al tiempo que se desarrolla inserto en la vida cotidiana del país, lo pueda efectivamente realizar en un entorno de respeto real, tal como debe poder hacerlo quien asuma una convicción atea o agnóstica”.  

 

Gobiernos de corte populista

“El gobernante populista no comprende ni acepta que, siendo gobernante, no pueda realizar a su amaño lo que quiera y avanzar contra lo que apetezca, o desarmar lo que no desee. Se siente incomodísimo y perplejo con la Constitución estable y la obligación que ella le impone de respetar ciertas garantías, derechos y principios que normalmente no le son funcionales o que le resultan un verdadero incordio al objeto de cumplir con sus propósitos. Habitualmente, en los gobiernos de corte populista, la incomodidad empieza con la prensa, la que se considera demasiado crítica y que se acusa de responder a intereses extranjeros o económicos; sigue con el Poder Judicial, promoviendo cambios en la composición de sus tribunales, que permitan conformar cuadros jurisdiccionales disciplinados y afines a sus objetivos antes que al imperativo ético de impartir justicia; y continúa con la oposición, que inconcebiblemente -a su parecer- lo critica en demasía”.

 

 Construir acuerdos

“Es crucial que la oposición aquilate oportunamente que se ha producido un cambio de gobierno por voluntad soberana y que al tiempo -4 años en nuestro país- los ciudadanos ratificarán o revocarán ese cambio. Pero una oposición agresiva, ofuscada en demasía, no sólo terminará por desdibujar su rol democrático, sino que será percibida como un conglomerado sin proyecto de alternancia. Eso es perjudicial para el país. Un gobierno deberá siempre ser más creativo y eficiente frente a una oposición con una bien asentada aspiración de alternancia, que relacionándose con una que se concentra en hallar lo malo, lo inservible o lo insuficiente. Está bien que la oposición piense en cómo volver al gobierno, pero definitivamente no está bien que sólo piense en ello”.

“Una de las cosas que aprendí pronto fue que esa definición de Aristóteles, que me parecía de algún modo pequeña, quizá muy reducida, era más inmensa y verdadera de lo que jamás habría creído. Que la política es el arte de lo posible, es realismo, pragmatismo puro. En política es muy difícil, y definitivamente poco recomendable, obtenerlo todo. Siempre hay que conceder, llegar a consenso, construir acuerdos, aunque transitoriamente se disponga de mayoría para evitar ese esfuerzo. Siempre habrá una nueva oportunidad en que los heridos de hoy serán los verdugos del mañana. Y no tiene mucho sentido jugar esa ruleta rusa”.

“Con franqueza, algo de inquietud me provoca el futuro. Espero que el afán de congraciarse con grupos de ciudadanos, en ocasiones bastante numerosos, o simplemente la búsqueda de un triunfo que permita llegar al gobierno o mantenerse en él, no conduzca a la elaboración de propuestas que tienen más que ver con cómo se gana una elección que con cómo se construye rigurosamente un mejor país”.

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