Por Juan Andrés Quezada Mayo 3, 2012

El 4 de junio, el Partido Comunista de Chile celebrará 100 años con un gran acto -que se realizará el día anterior- en Iquique, donde Luis Emilio Recabarren fundó la colectividad. Será más testimonial, emotivo y conmemorativo que político. No se espera en esa ocasión algún anuncio trascendente o llamativo, aunque algunos así lo quieren. Los gestos políticos, al parecer, estarán más en quiénes asistirán, empezando por los dirigentes de la Concertación.

Pero habrá otra gran celebración en noviembre en Santiago, y ahí sí que se espera un discurso de posicionamiento político y lanzamiento de una nueva estrategia, con los resultados de las municipales ya en la mano. El tono del mensaje, que debería dirigirlo Guillermo Teillier, podrá ser de entusiasmo o giro político, según los números electorales a esas alturas. Ya en ese mes estarán mirando las presidenciales y las parlamentarias.

Por ello, de aquí a fin de año, el PC deberá ir pavimentando su rumbo. ¿Será el conformar un gobierno con sectores o toda la Concertación y entrar con un par de ministros a un eventual gobierno?  Los partidarios de este camino señalan que no es difícil consensuar un programa que tenga como piso los 12 puntos ya acordados con Eduardo Frei en la segunda vuelta de 2009. Pero hay otros, quienes quieren subir la exigencia, aprovechando lo que creen que significaría para los partidos concertacionistas el respaldo del PC en una primera vuelta y en un eventual gobierno.

Contradicción vital

En agosto de 2005, en una de sus últimas entrevistas antes de morir, Gladys Marín defendía con fuerza que el PC levantara un candidato presidencial propio en las elecciones del año siguiente. Para ella era inimaginable que su partido apoyara a las que a esas altura aparecían como las precandidatas de la Concertación: Soledad Alvear y Michelle Bachelet. “Como van las cosas, el partido debe llevar un candidato propio, no hay otra alternativa”, sentenciaba la dirigenta.

Años antes, al anunciar su candidatura presidencial, Marín era mucho más enfática con el entonces bloque de gobierno: “Mi candidatura es el derecho de los que estamos profundamente descontentos con la Concertación, que es simplemente el continuismo. Quiero interpretar a los que sienten que este sistema tiene que ser cambiado, a los que están en contra del neoliberalismo”.

Hoy, siete años después, Teillier -su sucesor en la dirección del partido- hace una análisis diferente: “Si hay acuerdo en torno a un programa, nosotros podemos allanarnos a apoyar a un candidato único de toda la oposición en la primera vuelta”.  Sentado en la misma oficina en el tercer piso de la casona -en Vicuña Mackenna número 31- que Marín ocupó varios años, el presidente del PC envía un  nuevo mensaje a la Concertación: “Nosotros no nos oponemos ni a Michelle Bachelet ni a ninguno de los otros precandidatos”.

Las declaraciones del diputado no son antojadizas. En la reciente conferencia nacional, celebrada a mediados de abril, en el partido se impuso la posición que algunos definen como “hacer el análisis correcto de la realidad nacional” y abrirse a un pacto presidencial con la Concertación. El análisis fue que no hay otra fuerza de izquierda capaz de garantizar votos y fuerza como para irse por “un camino propio y solos”, como lo hicieron por años.

El PC es el partido más antiguo del país. Pero ellos se sienten rejuvenecidos cuando miran a Camila Vallejo,  a Camilo Ballesteros o a Karol Cariola, que salieron de las Juventudes Comunistas posicionados nacionalmente y con probabilidades de convertirse en figuras de la política de alto vuelo en un par de años. “Si tú miras hoy al PC, existe una generación perdida, que es la de los 80. Entonces, cuando tú hoy logras que las dos generaciones, que es la juventud, probablemente la más importante en política, y mis compañeros con una juventud más acumulada se reúnan, creo que hemos logrado una dinámica muy interesante”, dice Ballesteros, quien hoy es el candidato estrella del partido por Estación Central.

“El PC es un partido que hoy todos los días hace noticia, y que rompe los esquemas de cómo se habían desarrollado o cómo habían tenido la posibilidad de desarrollar las cosas antes”, agrega Ballesteros.

“Cuando Bachelet llegó a La Moneda hizo algo que no había hecho ningún otro presidente: poner al PC en el mismo sitio que los otros partidos. Nos incluyó en  reuniones, actos, comisiones, giras presidenciales...  Esa actitud de Bachelet fue determinante para lo que está pasando hoy”, cuenta Teillier.

Claro que dentro del PC no todos los dirigentes emergentes tienen aceptación unánime. Es el caso de Cristián Cuevas, quien enfrenta la oposición interna comunista del sector sindical que quiere seguir instalado dentro de la CUT, sin darle paso al líder de los subcontratistas del cobre.

Para Cuevas, después de casi 40 años, el PC tiene a la mano la oportunidad de ser una alternativa de gobierno. Por eso, según él, es el momento de ajustar un poco las piezas al interior del partido. “Hoy se requiere de un empuje mayor nuestro, se requiere de cambios a nuestra institucionalidad, de nuestra militancia. Lo bueno es que se está generando ese debate. Viene un tiempo de cosechar y de prepararnos para ser parte de una alternativa que gobierne los próximos años”, afirma Cuevas.

En el PC  creen que este giro es posible por un cambio de imagen del partido. Ballesteros lo explica así: “Para mucha gente antes estaba la imagen que se instala en la dictadura, de que el PC eran los terroristas. Hoy hemos demostrado que había un sinfín de mitos en torno a nosotros”.

Un ejemplo de este cambio es la relación con los dirigentes de la Concertación. De hecho, hace dos miércoles Ricardo Lagos recibió en la sede de la Fundación Democracia y Desarrollo a Camilo Ballesteros. Ambos conversaron sobre el escenario político.

Bachelet genera un nuevo clima

Corrían los últimos días de 2011 y un dirigente del PC leyó en la prensa que Bachelet vendría a Chile a pasar el Año Nuevo y se quedaría una semana en Santiago. Inmediatamente, la información llegó a la directiva y enviaron una invitación para que la ex presidenta asistiera a la Fiesta de los Abrazos, el sábado 7 de enero. El tradicional acto  esta vez tendría un carácter especial ya que daba inicio a la conmemoración del centenario.

Bachelet analizó hasta último minuto asistir, sin embargo finalmente optó por enviar un saludo a través de su madre, Ángela Jeria. Cuando el animador de la ceremonia lo leyó se produjo un fuerte aplauso, que no pasó desapercibido por ninguno de los dirigentes. “Ella me dijo que lamentablemente no podía venir, pues regresa hoy a Nueva York, pero me pidió que los saludara y que les entregara mucho cariño a todos sus amigos en los 100 años del partido”, dijo Jeria al término del encuentro.

Semanas antes, la ex mandataria había hecho un gesto al PC al convocarlos al lanzamiento del informe sobre el “Piso de Protección Social” en la sede de la OIT, su primera actividad pública en Chile desde su instalación en Nueva York.

“Cuando Bachelet llegó a La Moneda hizo algo que no había hecho ningún otro presidente, que fue poner al Partido Comunista en el mismo sitio que los otros partidos. A nosotros siempre nos dejaban afuera de todo, no nos invitaban a ninguna cosa. Ella nos incluyó en todo: reuniones, actos, comisiones, giras presidenciales... Ella generó un nuevo clima, permitiendo, incluso, que nosotros pudiéramos conversar con los partidos de derecha. Esa actitud de Bachelet fue determinante para lo que está pasando ahora”, cuenta Teillier.

En enero de 2006, el PC ya votó por Bachelet durante la segunda vuelta presidencial ante Sebastián Piñera. Esa vez el encargado de las negociaciones fue justamente Teillier. “Conversamos y llegamos a un acuerdo de cinco puntos. El que más nos interesaba era tratar de modificar el sistema electoral y ella se comprometió. Ya en La Moneda, ella le hizo harto empeño, enviamos un proyecto y fuimos derrotados en el Parlamento, pero ella cumplió su palabra”, recuerda el diputado.

La transición del PC

Ballesteros dice que tiene una opinión contradictoria sobre la ex presidenta: “Tengo cuestionamientos, pero también mi admiración hacia ella. No entiendo por qué ella no se atrevió a desarrollar más cosas, pero también es verdad que ella hizo un cambio y rompió ciertos paradigmas que hoy permiten hacer más cosas”.

Para Cuevas, como para muchos otros dirigentes del PC y de la oposición en general, la pregunta es a qué vendría Bachelet. “Ella es una líder indiscutible con una gran adhesión popular, pero espero ver un proyecto que convoque a una  fuerza social, porque de lo contrario podría ser una reproducción de lo que ya conocemos”, advierte Cuevas. 

En el PC están a la espera de Bachelet. Pero tienen también simpatía por José Antonio Gómez. Y si llevan opción de izquierda a la primera vuelta, se ha mencionado al diputado Sergio Aguiló y al propio Teillier. Internamente en el PC nadie comenta en reconstruir la Unidad Popular, pero no se descarta que finalmente haya desprendimientos de la Concertación, que permitan armar otro frente.

También tienen claros los objetivos de aquí a fin de año: tener a lo menos uno o dos alcaldes más y subir en un porcentaje prudente pero notorio el número de concejales. Quieren, además, demostrar el éxito del pacto con el PPD y el PRSD, al cual sumarían al MAS, el MAIZ y la IC. Y, por supuesto, demostrar lo positivo del pacto por omisión, que el PC no lo medirá sólo por alcaldes ganados o el alza concertacionista, sino por la baja que tenga la derecha; ahí radicará la celebración del PC.

El análisis reciente del PC fue que no hay otra fuerza de izquierda capaz de garantizar votos como para irse por un camino propio y solos."Como todo partido, aspiramos a ocupar un espacio de poder, esto puede ser dentro o fuera del gobierno, sería preferible estando en el gobierno";, afirma Teillier.

Y para el próximo año les interesa la manera de asegurar la elección de seis diputados, doblando a los actuales, y apostando a uno o dos senadores.

Sobre el futuro de la relación con los comunistas, el presidente de la DC, Ignacio Walker, dijo hace un mes que no se imaginaba un gobierno en conjunto, porque antes el PC tendría que suscribir dos cosas: el valor universal de los derechos humanos y el valor intrínseco de la democracia. “Si fuimos capaces de hacer -en un momento- una alianza histórica con el PS, fue porque en el mundo socialista hubo una fuerte autocrítica de los socialismos reales y ahí subsisten diferencias insalvables con el PC”, señaló el senador.

Teillier responde: “Nosotros ya hicimos una análisis crítico de los socialismos reales y lo seguiremos haciendo. No somos estalinistas desde hace mucho tiempo y no tenemos por qué andarlo repitiendo a cada rato… ¿Por qué se nos quiere seguir achacando a nosotros responsabilidades ajenas?”.

Sobre el caso de Cuba, Teillier vuelve a  sorprender: “Si me preguntan ¿en Cuba hay restricción a los derechos de las personas? Claro que las hay, pero si hablamos del tema grueso de los derechos humanos, históricamente Chile está mucho más al debe que Cuba. Hay más socialismos, como el chino, el de Vietnam... y qué dicen los DC y la derecha. Nada. Porque tenemos que venderles el cobre a los chinos”.

El laberinto recorrido por los comunistas en los últimos 30 años está lleno de topes contra la pared, vueltas atrás, pasos adelante, quiebres. Hasta el día de hoy quizá no podría saberse del todo si ya están por encontrar la puerta de salida, aunque ellos piensen que están cerca. Ahora quieren ser gobierno aunque esto implique pactar con la Concertación. “Como todos los partidos, aspiramos a ocupar algún espacio de poder, esto puede ser dentro o fuera del gobierno, sería preferible estando en el gobierno”, culmina Teillier.

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