Por Paulo Ramírez Agosto 11, 2011

Fernando Mönckeberg Barros tiene 85 años de vida y dice que ha decidido que sólo se quedará callado el día en que lo metan al cajón. Viene llegando de Guatemala, en uno más de los múltiples viajes que le han surgido desde la publicación, hace algunos meses, de su libro autobiográfico Contra viento y marea. Hasta erradicar la desnutrición (El Mercurio/Aguilar). Dice que visitar ese país es un buen recordatorio de lo que hubiera pasado en Chile si no se hubiera aplicado, entre principios de los setenta y fines de los ochenta, el agresivo plan que él diseñó para erradicar la desnutrición.
"En los 60, Guatemala y Chile eran muy parecidos. Y hoy, el 2011, Guatemala sigue exactamente igual, y Chile se disparó, no sólo en nutrición, sino en salud, educación, calidad de vida, con índices de país desarrollado... Por eso es tan trascendental", dice.

Mönckeberg creó el INTA (Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos) en plena Unidad Popular y su otra gran obra, Conin (Corporación para la Nutrición Infantil), nació en los primeros años del régimen militar. En el INTA se desarrolló la ciencia y la tecnología que permitieron a Conin aplicar la que este médico pediatra considera la política pública más fundamental de nuestra historia. Una política que logró su objetivo final en 1988: desde entonces no hay niños desnutridos en Chile (y en el proceso 85 mil niños fueron salvados de morir). En 1998 recibió el Premio Nacional de Ciencias Aplicadas.

- A propósito de índices de países desarrollados, se menciona mucho el problema de la obesidad, como si en la lucha contra la desnutrición se nos hubiera pasado la mano...

- ¡Claro, y me echan la culpa a mí! Pero yo tengo una hipótesis. Si en el período de la vida en que se desarrolla el cerebro (la primera infancia) tú produces una restricción en la nutrición, el cerebro se adapta y va a desarrollar un mecanismo de ahorro para poder sobrevivir, en que se favorece mucho más a los genes ahorrativos que a los genes gastadores, y se disminuye el crecimiento, y eso queda para toda la vida. Pero hoy en Chile y en el mundo la disponibilidad de alimentos ha aumentado, y esa persona se encuentra ahora con un exceso calórico, y no le queda más que acumularlo. Entonces se da esta situación tan anómala, en la que el que fue desnutrido cuando niño, al llegar a adulto es obeso. Esto se va a corregir en la próxima generación.

- Acá el problema de obesidad es especialmente grave entre los niños. ¿Qué está ocurriendo?
- Hoy en Chile no nacen niños desnutridos. Entonces, los genes ahorrativos no tendrían por qué expresarse... hasta una generación más, por mecanismos epigenéticos, que han pasado de una generación a otra. Si quieres que te haga un pronóstico, te puedo decir que en Chile la obesidad no va a seguir aumentando, y que si esperamos una o dos generaciones más, va a comenzar a bajar.

- O sea que los niños gordos de hoy son hijos de padres desnutridos...

- Exactamente. Y lo que comen es excesivo para ellos, aunque su dieta sea normocalórica, porque están marcados para ahorrar.

- Si la cosa es así, ¿vale la pena invertir en un plan como "Elige vivir s ano"?
- Sí, es adecuado decirle a la gente que coma en forma más moderada para que no suba de peso o que haga ejercicio para que gaste más calorías. Son buenas recomendaciones, son positivas, pero de allí a que vayan a rendir en forma inmediata un efecto... yo creo que va a ser relativo. Porque vamos a tener que esperar a que la regulación genética se produzca después de una generación o tal vez dos.

- Hace 50 años, los problemas de Chile eran muy distintos. Me impresiona su obsesión, su perseverancia con el tema de la desnutrición, desde su primer encuentro con la pobreza, trabajando en La Legua...
- Es que esto no estaba claro ni siquiera para mí, y hubo que investigarlo mucho: cuál era el impacto de la desnutrición no sólo en las personas afectadas, sino que en la sociedad misma.

- ¿No estaba demostrado científicamente el efecto de la desnutrición?
- No estaba demostrado que el impacto de la desnutrición en los primeros años de vida del ser humano y de cualquier mamífero era tan definitivo, y que ahí quedaba marcado lo que ocurriría hacia adelante en el resto de la vida. Hubo que estudiarlo.

- Antes de la política social para combatir la desnutrición fue necesaria una demostración científica...

- Es que no estaba claro. Cuando uno quería decir "pero cómo, ustedes no ven que aquí hay algo que ha impactado muy negativamente... No ven ustedes que los niños se están muriendo...". Y me decían: "Eso no tiene nada que ver con nutrición, porque los certificados de defunción dicen que se mueren de otras cosas: de tos convulsiva, de bronconeumonía, de sarampión, de todas las enfermedades infecciosas...". Y ahí había que empezar a explicar que estamos inmersos en un mundo microbiológico y el organismo gasta una enorme cantidad de sus calorías para mantenerse aislado. El 30% de las calorías que consume un niño es para mantenerse aislado de ese mundo microbiológico, y si yo le disminuyo las calorías, le capota el sistema defensivo y se va a llenar de infecciones, de diarreas, de bronconeumonías, de peste cristal. Y encontraban siempre una explicación. "¿No ves que los chilenitos son chiquititos?", les decía. Y me contestaban: "Ah, es que se mezclaron con los araucanos y ellos son chiquititos...". Entonces había que demostrar que en las razas humanas no había esas diferencias y que si somos chiquititos es porque capotamos en los primeros períodos de la vida. Al ser humano le cuesta mucho que le cambien el paradigma.

- ¿Y los paradigmas eran científicos o más bien prejuicios sociales y raciales?
- Todo se adapta para aceptar la realidad como es. Si miras la historia de Chile, te das cuenta que el problema de la desnutrición jamás aparece relatado. ¡Y se moría el 50% de los niños antes del año de edad! ¡Era dramático! Pero era así. La historia la escriben los tipos que pertenecen a la elite, y ella no estaba perjudicada. Pero Chile se convirtió en un verdadero laboratorio gracias al combate de la desnutrición. No conozco ningún otro país que haya tenido nuestro nivel de subdesarrollo, con un porcentaje de pobreza que sobrepasaba el 40%, y que haya podido salir de esa situación en un tiempo tan corto. Y después vino casi como consecuencia el desarrollo económico del país. Es decir, si no hubiéramos cambiado el recurso humano que estaba naciendo en Chile, para que entrara realmente a formar parte de la estructura social, el cambio en Chile no se habría producido.

- ¿Tanto así?
- Déjame explicarlo así: en 1950, de cada 100 niños que comenzaban la educación básica, 20 la terminaban. Nuestras investigaciones demostraron que la causa de esa enorme deserción era la incapacidad de aprender. La madre, como tenía muy baja escolaridad, no se daba cuenta. Pero sí se daba cuenta de que no tenía sentido mandar al niño a la escuela, porque no progresaba, no había diferencia entre mandarlo y no mandarlo. Eso significaba que los pocos que terminaban la educación básica podían entrar a la media, que no sería ni el 10 por ciento. Cuando yo entré a la universidad, entró el 1,5 por ciento de los jóvenes. Éramos unos 15 mil tipos, en la Universidad Católica, la Chile, la de Concepción y la de Valdivia. ¿Y qué pasó después, gracias a las políticas contra la desnutrición? Empezaron a nacer chilenos normales, que podían, al menos desde un punto de vista nutritivo, expresar su potencial genético. Y ellos lograban terminar la educación básica, así que había que construir escuelas, porque se vio golpeada la educación media. Antes bastaba con un liceo en cada ciudad. La realidad se vino encima, y como el Estado no lo podía hacer, bueno, se dio paso a los particulares y el Estado subvencionaba. Eso repercutió sobre la educación universitaria, porque entró el 40 y tantos por ciento. Y hubo que abrir más universidades,  y las hicieron los privados porque el Estado tampoco las podía hacer. Se fueron dando presiones que cambiaron toda la estructura y nos llevaron a la situación actual.

- ¿Ahí está el origen de las manifestaciones de estos meses?
- Claro, son consecuencia de lo mismo. Y estamos corriendo un riesgo muy grande, porque la pobreza y la desnutrición como existían en Chile eran muy pasivas: la pobreza no reclama, simplemente acepta.

- O sea que los estudiantes que están ahora exigiendo mejor calidad de educación...
- ¡Son los nietos de esos que estaban allá en La Legua! Si tú te decides a hacer un cambio así, tienes que aceptar que después viene la protesta.

- ¿Y eso alguien lo vislumbró?
- Nadie lo vislumbró en ese tiempo.

- En todo caso, el desafío de alcanzar mayores niveles de igualdad no se ha logrado…
- Para que un ser humano logre expresar su potencial genético no basta con la nutrición: al nacer tiene que encontrarse con un medioambiente suficientemente generoso, que permita que toda su capacidad intelectual pueda llegar a su máxima expresión. Lo primero es una nutrición adecuada, es cierto, que te va a permitir el desarrollo de una estructura cerebral. Pero inmediatamente después viene el efecto del medioambiente sobre ese cerebro. Ese efecto está dado por los factores de estímulo externo cognitivos y no-cognitivos, que son los emocionales, y que permiten el desarrollo de esa "arquitectura" cerebral con las conexiones neuronales necesarias. En la medida en que tienes ese estímulo ambiental, nuestras cien mil millones de neuronas se van conectando entre sí adecuadamente. Ese segundo factor todavía no se produce. Cuando tú ves que los niños que están en las escuelas municipalizadas no rinden, es porque esos niños vienen de una familia en que la madre y el padre tienen un nivel cultural muy bajo, posiblemente con cuatro o cinco años de escolaridad, con un vocabulario restringido, muchas veces con problemas familiares, por lo que no existe armonía emocional y hay estímulos emocionales caóticos. Se va a demorar por lo menos dos generaciones más hasta que esos factores emocionales en los primeros períodos de la vida realmente estimulen el desarrollo de las capacidades intelectuales en su totalidad.

- Es decir, la capacidad de "nivelación de la cancha" que tiene la educación es más difícil de lo que se piensa...

- Esa igualación no se consigue en una generación. Porque ese niño nació en un ambiente sociocultural que lo limitó de un viaje. Entonces va a ser la próxima generación o dos generaciones más las que van a poder.

- ¿Nuestros déficits en educación, entonces, son como la desnutrición de los años 50 y 60?
- En buena parte, sí. Estos niños tuvieron buena nutrición. Lo que les falta es la estimulación emocional y cognitiva en los primeros años.

- ¿Y ésa es la generación que está protestando?
- Claro. Calcula: la desnutrición se superó en 1988. Esos jóvenes de 23 años o un poco menos son los que están en la calle...

- O sea que hoy la desigualdad tiene todavía un componente neurológico...

- Claro, es un factor limitante. Y lo va a ser hasta que pase el tiempo necesario y saltemos de una generación a otra y cambien las cosas. Todos estos que están diciendo "por qué dejan entrar a tanta gente a las universidades...". Yo digo: ¡Ojalá entraran todos! Porque ellos van a embarazarse y van a procrear, y cuando lo hagan sus hijos van a ser distintos...

- La biología pesa más que la ideología o la política...
- ¡Pero no te quepa ninguna duda! Lo más trascendente para el desarrollo y la estabilidad de una sociedad es precisamente el recurso humano. El tema ahora son las expectativas.

- Que siguen creciendo...
- Y siempre van a ir más adelante que la capacidad de satisfacerlas. Hoy día, por primera vez se da la posibilidad de que haya protestas, y esto se va a ir incrementando. Los que hoy están protestando, antes no tenían ni siquiera la oportunidad de hacerlo, porque vivían en una pobreza que sólo permitía el conformismo.

- Y hoy los nietos de esos "conformistas a la fuerza" están protestando por la calidad y el costo de la educación universitaria...
- Por supuesto, lógico, porque ellos saben que si no tienen la educación suficiente, no hay movilidad social. Lo tienen claro. Y el padre lo tiene claro y dice: "Voy a sacrificarme y darle todo a mi hijo para que tenga un diploma, porque ese diploma le va a permitir llegar más arriba de lo que llegué yo". Y ésa es una fuerza muy grande. Cómo explicas que esto sea empujado por unas pocas universidades y unos pocos colegios, ¡y son capaces de mover a 150 mil personas! Y es porque está protestando el padre, diciendo que le cuesta mucho mandar a un chiquillo a la universidad, y está protestando el niño, que sabe que cuando se reciba va a tener una deuda de 20 millones de pesos.

Relacionados