Por José Luis Santa María, director. Agosto 4, 2011

Hernán Büchi Buc (62) desciende corriendo del auto. Con una apariencia más formal que la habitual -que contrasta con su clásico peinado-, se dispone a enfrentar un día repleto de reuniones y llamados telefónicos.

Pese a que recién viene llegando de un viaje, y a lo copada de su agenda, el ex ministro de Hacienda decide hacer un alto para formular un llamado rotundo y categórico. La centroderecha, dice, "no debe abandonar sus banderas ni convicciones" que son, plantea, las que llevaron al triunfo a Sebastián Piñera.

Reconocido como uno de los últimos liberales químicamente puros, este militante de la UDI, y miembro del consejo y fundador de Libertad y Desarrollo no trepida en lanzar señales de advertencia al gobierno.

-¿Quedó conforme con el cambio de gabinete?

-El gobierno ha tenido muy buenas personas en el anterior gabinete, y las tiene en éste también. Los ministros son fusibles y ante situaciones políticas específicas pueden ser removidos como muestra de que, por un lado, se escucha y, probablemente también para dar un énfasis distinto a lo que se está haciendo.

-Esas "situaciones políticas" ¿son las movilizaciones, los ruidos al interior de la Alianza o la caída en la aprobación en las encuestas?

- Todas esas cosas van juntas. Al gobierno no le está yendo bien en las encuestas; por otro lado, hay un clima de efervescencia social y también había inquietudes en su coalición de quienes tienen ideas para potenciar la acción del gobierno. Pero más allá de eso, a mí me preocupa otra cosa: si realmente va a haber o no un cambio, porque es evidente que hay una percepción de debilidad frente a los paros y manifestaciones, y una duda de hasta dónde se ha perdido la confianza en las propias convicciones.

- ¿A qué se refiere?

-  El gobierno tiene una visión, que es por la cual fue elegido, que fue mantenida durante muchos años mientras fue oposición y que, por lo demás, permeó a los gobiernos de la Concertación. Me parece que esa mirada es muy valiosa para que Chile progrese. No quisiera que este cambio se haga a costa de debilitar las convicciones que han hecho la diferencia en Chile; sobre la efectividad y conveniencia de esa visión; o porque exista una sensación de debilidad que haga difícil llevarla adelante.

-En su opinión, ¿el gabinete anterior encarnaba mejor esas convicciones?

-Yo creo que es una de las dudas que deberían ser despejadas cuanto antes. Existe la percepción -quizá no deseada, pero sí transmitida- de que el gobierno no está diciendo con claridad "esta es mi visión, mi camino". Tal vez, por la situación política, pero da la impresión de que se toman ideas que no son las propias y eso se está viendo en distintos ámbitos.

Si queremos que el país se desarrolle más rápido, la manera de lograrlo es el crecimiento y no los impuestos.

-¿En qué cosas concretamente?

-Por ejemplo, se ha instalado el tema de la desigualdad. La verdad es que todos los sectores políticos siempre han querido resolver este problema. Eso no es ninguna novedad. Por lo demás, el gobierno, en su visión, lo tenía contemplado y de una manera muy precisa. Sin embargo, hoy el gobierno no está siendo suficientemente enfático en transmitir que la manera de resolver la pobreza y la desigualdad es a través del progreso y el crecimiento. En cambio, está preocupado de reiterarle a la opinión pública: "Sí, yo también me preocupo de la desigualdad". Lo cierto es que todos nos preocupamos de la desigualdad. La pregunta es quién tiene un método efectivo para lograr resolver los problemas de los pobres y las diferencias que existen en nuestra sociedad. Y es la visión de la coalición de gobierno la que debe resolver esa pregunta, porque no hay que olvidarse que con ella ganó la última elección. 

- ¿Entonces no comparte el discurso realizado por los 80 años de La Segunda, en el que el presidente dijo que esta nueva fase se centrará en terminar con las desigualdades?

-El problema no es hablar de la desigualdad. No está mal hablar del tema, sino centrarse en "el cómo" resolverla. Es ahí donde yo advierto una confusión. Nuestro sector, según su ideario y su historia, ha tenido siempre una visión bien clara respecto a cuáles son esas herramientas. No obstante, esa postura no parece estar siendo suficientemente defendida. No sólo por parte del gobierno; también por los partidos que lo sustentan. Insisto en que mi problema no es que se recojan las demandas sociales -de hecho, es tarea de todo gobierno hacerlo, lo que me molesta es que crean que para resolverlas se deben aplicar las soluciones de los mismos que plantean esas demandas. Si el gobierno cree que la forma de resolver las inquietudes es con la fórmula de quienes las proponen, se equivoca.

-¿En qué se refleja esa actitud?

-La educación es un buen ejemplo. Es decir, si este gobierno cree que este problema se resuelve cambiando la Constitución, me parece un error gravísimo. El colmo del legalismo chileno sería pensar que haciendo un cambio constitucional o una ley vamos a arreglar un problema tan complejo. Es cosa de ver lo que pasa en el resto del mundo. Mientras más cosas les colocan a sus constituciones, los países son menos prósperos.

-¿Cuál es su explicación para que Piñera acoja demandas de este tipo?

-Si el presidente lo que quiere es dejar en claro que le importa el tema, no tengo problemas con eso.  Una medida de este tipo abre la puerta para que se solicite que otras demandas sean garantizadas por la Constitución. Podría pedir que se consagre la calidad de mi alimentación, por ejemplo.

"Piñera se equivoca si decide gobernar con las banderas de otros"

-¿En qué momento de este gobierno se ha defendido la visión que usted define como el ideario de la centroderecha?

-En mi opinión, los gobiernos tienen dos tareas fundamentales: una, hacer bien lo que hacen. La otra -la más importante- es crear las reglas del juego para que la sociedad progrese por sí misma. Esta administración ha sido muy eficaz en la primera de estas tareas y me parece que las semanas y meses posteriores al terremoto son prueba de ello. Ha gastado lo responsable para hacer las cosas bien. Sin embargo, no ha sido suficientemente clara en transmitir desde el principio las ideas por las cuales se llegó al poder. Por dar un ejemplo, hoy ante el discurso de la desigualdad, reaparece el tema tributario, cuando sabemos que lo que importa para tener mayor recaudación es que el país crezca. Si queremos que el país se desarrolle más rápido, la manera de lograrlo es el crecimiento y no los impuestos. El ex ministro (Juan Andrés) Fontaine estaba haciendo avances en el tema de la productividad y arriesgando capital político en reformas de fondo. Yo espero que eso no se pierda. Me gustaría que el ministro Longueira tome la bandera y diga "voy a crear miles de empresarios".

-Sin embargo, en sus primeras intervenciones Longueira ha dado señales de que su misión es defender a los consumidores y "terminar con los abusos".

- A Longueira le tengo un gran aprecio. Él ha demostrado ser muy pragmático, incluso contra lo que le convenía en determinado momento. Cuando el país necesitó su ayuda, él se jugó por la colaboración y la estabilidad. Por lo tanto, no lo juzgo por lo que dice hoy. Ahora, su desafío es demostrar que es posible lograr apoyo político para las soluciones consistentes con las ideas de su propio sector.

 -¿Por qué es equivocado hablar de una reforma tributaria?

-Con este tipo de medidas volvemos a tomar las banderas del otro. Creo que el gobierno puede abordar gastos adicionales contando con un mayor crecimiento. Si yo acepto el argumento del otro, de que la única forma es aumentar impuestos, caemos en una visión equivocada. Ahora, tampoco soy tremendista, ni creo que por cambiar algunos impuestos de aquí para allá se acabe el mundo, pero me gustaría que en el debate se tuviera presente que con esta estructura tributaria se ha logrado que salgan de la pobreza más chilenos que nunca antes en la historia. ¿Queremos arriesgar eso? Lo importante es no dar la impresión de que estamos cambiando de dirección.

Si (Piñera) se fija como meta terminar su período como un mandatario querido por las personas, se equivoca. Él va a tener un grupo de ciudadanos que le tengan afecto. El resto, que lo respete.

-Pero pareciera que las "banderas del otro" se enarbolan para todos los problemas.

-Mi impresión es que hay un diagnóstico político del gobierno que lo está permeando todo. Ese diagnóstico es que para consolidar su posición electoral debía tomar algunas de esas banderas. Piñera se equivoca si decide gobernar con las banderas de otros. Él va a ser bien valorado como presidente si logra realizar aquello para lo que fue elegido. Si hace ese cambio, pasará a la historia.

La vergÜenza propia

-¿Que el gobierno transmita los mensajes equivocados es una señal de debilidad?

-Puede haber varias razones. Una tiene que ver con una sensación de debilidad para enfrentar una realidad compleja. La otra, y espero que ése no sea el camino en esta segunda fase, es tener vergüenza de poner en práctica nuestra visión.

-¿El gobierno actúa acomplejado a la hora de emprender reformas que tengan el sello de su sector?

-Yo no digo que se esté actuando así. Lo que planteo es que algunos lo interpretan de esa forma e intentan deslegitimar y frenar a esta administración diciéndole: "Tú no eres la persona para realizar los cambios que se requieren porque eres un empresario".

-Pero son los ministros quienes denuncian la concentración en determinados rubros, hablan de abusos y señalan que llegó la hora de acabar con las desigualdades...

-Si uno mira objetivamente lo que sale en la prensa, eso es correcto. Lo que yo digo es que ojalá no siga siendo ésa la tónica.

Atrapados por las encuestas

-¿Qué lo hace pensar que las recientes incorporaciones políticas al gabinete serán las que lleven adelante la visión de centroderecha que usted echa de menos?

- Porque espero que la UDI, que está más presente en este nuevo gabinete, recuerde lo que decía Jaime Guzmán: "Como partido político, no estamos para seguir la ola. Si seguimos la ola, nos vamos a estrellar contra las rocas. Estamos para cambiar la ola". Eso es lo que tiene que hacer la UDI, más aún sabiendo que sus propuestas son las que han resultado en el mundo.

"Piñera se equivoca si decide gobernar con las banderas de otros"

-El fin de semana, el columnista Carlos Peña planteó que el camino que tomó esta administración tiene que ver con que Piñera carece de un ideario de derecha...

-Aquí hay que separar. Lo primero, creo que el presidente es una persona convencida de sus ideas. No es en absoluto ambiguo. Otra cosa es que no lo esté expresando, o que las decisiones políticas que está tomando le impidan aplicar sus convicciones. Él es una persona que hoy está mal evaluada en las encuestas, como en su momento ocurrió con Lagos y Bachelet. Afortunadamente, Piñera no enfrenta una situación creada por él, como ocurrió con el Transantiago o el pago de sobresueldos. En Chile, la economía está razonablemente bien, el empleo crece, también los salarios y el consumo.

-¿Y entonces?

-Hay que tener en cuenta que él es una persona muy definida y, por lo tanto, existe gente que lo quiere y gente que no lo quiere. Si se fija como meta terminar su período como un mandatario querido por las personas, se equivoca. Él va a tener un grupo de ciudadanos que le tengan afecto, y el resto, que lo respete.

-¿Comparte la tesis de que Piñera y su círculo tienen una verdadera obsesión por las encuestas?

-Aunque desconozco cuál es la situación interna, pareciera que sí.

La nueva ola

-¿A qué atribuye esta sensación de malestar que cruza a gran parte de la sociedad chilena?

-En primer lugar, se trata de un asunto global. La sensación de malestar hoy existe en todas partes. Básicamente, son las mismas demandas que escuchamos en los 60 y mi impresión es que siempre los jóvenes van a tratar de expresarse de esa forma, o si no, no serían jóvenes. Me parece que es natural, pero lo que no hay que hacer es tomar una decisión equivocada, como decir debemos cambiar la estrategia que hemos aplicado como sociedad. Asimismo, me preocupa que las opiniones sean expresadas democráticamente. Es decir, en vez de tirar piedras, inscríbanse y voten.

Espero que la UDI, que está más presente en este gabinete, recuerde lo que decía Jaime Guzmán: 'Como partido político, no estamos para seguir la ola. Si seguimos la ola nos vamos a estrellar contra las rocas. Estamos para cambiar la ola'

- Andrés Zahler plantea, a propósito de la distribución del ingreso en Chile, que mientras un porcentaje muy pequeño de la población posee ingresos equivalentes a los de Noruega, el 60% de los chilenos vive con un sueldo similar a los de Angola.

-Eso no es efectivo. Si se observan todos los beneficios (salud, vivienda) que percibe un chileno, ese rango sube ostensiblemente. Yo dudo que en Angola las personas del quintil más bajo tengan siquiera acceso a atención médica. Entonces, hay que mirar integralmente las condiciones de las personas y no sólo una variable, como la renta. Los estudios en Chile, por ejemplo, muestran que los jóvenes han cambiado radicalmente sus condiciones de vida y que están teniendo mucho más igualdad que hace 30 ó 40 años.

-¿Medidas como el posnatal y la eliminación del 7% de salud para los jubilados de menores ingresos contribuyen a mejorar la igualdad?

-Para mi gusto son absolutamente marginales. No son el tema central. Lo único que lamento del 7% es que no haya habido la visión de subirles el ingreso en esa cifra y que ellos tomaran sus propias decisiones en materia de salud. Ésa es la opción por la libertad que yo espero de la coalición gobernante y por la que luchó durante veinte años.

-El ex ministro Andrés Velasco calificó como "populistas" ambas medidas. ¿Está de acuerdo con él?

-Primero, ojalá que le vaya bien en su candidatura, porque me parece bien que aparezca gente nueva. Yo, obviamente, no me siento representado por la Concertación, pero encuentro valioso que gente de este siglo -en términos de ideas- se atreva. En cuanto al calificativo de populista, Velasco tiene que entender que se trata de dos elementos que el presidente propuso en su campaña, que son relativamente limitados. Además, él como ministro creó la idea de que las pensiones no dependen de uno, al disponer que al 50% de las personas les llegue pensión igual. Esto no incentiva el esfuerzo de ahorro de las personas y compromete al Fisco por varias décadas. Con esto, se abrió una puerta que va en la línea contraria a lo que el país debe hacer.

- También se cuestiona la falta de iniciativas concretas de la centroderecha, pese a haber estado preparándose para ser gobierno por 20 años. ¿Hace alguna autocrítica al respecto?

-Si uno mira en perspectiva, tal vez debimos haber sido más enfáticos en la argumentación que hay detrás de nuestra visión. En demostrar con datos que nuestro camino es el correcto. Eso hace, por ejemplo, que hoy yo mismo esté dudoso de si la UDI va a seguir la ola o va a crear la ola. Me gustaría que no nos sintamos disminuidos, ni avergonzados de nuestra visión y de nuestras convicciones.

Relacionados