Por María José Picon Marzo 4, 2011

La oficina del ex general de Ejército Eduardo Aldunate revela que Haití sigue siendo su obsesión. El hombre, que entre 2005 y 2006 fue segundo comandante de las Fuerzas Militares de la misión de la ONU para la estabilización de Haití -con 7.200 soldados a su cargo-, tiene tapizadas las paredes con fotografías de su paso por Puerto Príncipe. Allí están inmortalizados varios momentos estratégicos: sus encuentros con Juan Gabriel Valdés, entonces jefe civil de la misión de la ONU; sus reuniones con el actual presidente haitiano, René Préval; y su rutina junto a sus ex hombres, los "cascos azules".

Todavía hoy Aldunate tiene la costumbre de revisar la prensa haitiana para mantenerse informado del acontecer nacional, ése que durante un año lo mantuvo trabajando para combatir la situación de inseguridad de ese país. Entonces, el general entendía de crisis: cuatro meses antes de partir a Haití fue designado como segundo hombre al mando de las fuerzas que debieron rescatar los cadáveres de los soldados muertos en la tragedia de Antuco. Aun así, admite que en Haití vivió un período duro: en cuatro oportunidades tuvo que realizar discursos fúnebres por los soldados fallecidos. La muerte la experimentó incluso más de cerca: debió enfrentar el suicidio de su superior, el general brasilero Urano Teixeira da Matta Bacellar, jefe militar de la misión de la ONU. Esa noche -el 6 de enero de 2006-, Aldunate estaba en la pieza contigua a la del general Bacellar en Puerto Príncipe. No se alarmó. Los disparos allá son parte de la rutina.

Alejado de esa contingencia, hoy Aldunate desarrolla un proyecto de investigación de la UC sobre metodologías para analizar la situación de países latinoamericanos para futuras inversiones. Pese a su distanciamiento, sigue desvelándose por el futuro de Haití. Y por ello se adelanta al debate que se generará en mayo, cuando el Congreso decida si las tropas chilenas deben permanecer allí o no. "No soy partidario de una renovación automática", dice.

"Es una cosa de tiempo el que las personas que no ven satisfechas sus necesidades en Haití empiecen a ver a las fuerzas militares como fuerzas de ocupación. Ahí, como autoridad, percibí una falta de sintonía que me hubiese gustado que Chile detectara".

-En enero pasado, Juan Antonio Coloma le solicitó a La Moneda evaluar la permanencia de las tropas chilenas en Haití, ¿concuerda con el presidente de la UDI?

- Pienso que Haití es lo mejor que nos pudo haber pasado, en el sentido de que como país estamos ayudando a un otro en la región. La pregunta que debemos hacernos es la siguiente: ¿tenemos que continuar con lo que estamos haciendo y en la forma que lo estamos haciendo? Me parece que no. Creo que lo central es analizar qué se nos pidió y qué es lo que se ha logrado.

 - ¿Eso significa analizar un eventual retiro de tropas?

- Concuerdo con Coloma en términos de que es necesario revisar la participación de Chile en Haití. Pero creo que no es conveniente debatir sobre si hay que mandar más o menos soldados de infantería. Si aplicamos la misma medicina de extender la misión, no vamos a solucionar el problema. Lo que se debe hacer es analizar por qué estamos allá, cuáles son nuestros objetivos y si se están cumpliendo las metas de la propia misión. Ahora, mi impresión es que el escenario actual post elecciones y el clima de violencia creciente que se está viviendo allá nos obligan a repensar lo que realmente hemos realizado en Haití en estos ocho años. Intuyo que por ahí va la invitación del senador Coloma. En esa misma línea, el ministro de Defensa, Andrés Allamand, ha manifestado el interés de abordar el tema de la misión de paz de una forma más dinámica.

- La UDI ha señalado que la permanencia de tropas chilenas en Haití puede ser interpretada como una "ocupación" de ese país. ¿Comparte esa visión?

- Es una cosa de tiempo el que las personas que no ven satisfechas sus necesidades en Haití empiecen a ver a las fuerzas militares como fuerzas de ocupación. Ahí, como autoridad, percibí una falta de sintonía que me hubiese gustado que Chile detectara. Nosotros como chilenos decidimos instalar tropas allá. Aun cuando nosotros como soldados nunca recibimos críticas sobre violación a derechos humanos, sí ocurría que no llegaban las fuentes de trabajo necesarias, y muchas veces no llegó suficiente ayuda o llegó en forma descoordinada.

"Es necesario revisar la participación de Chile en Haití"

-¿Eso significa que se está privilegiando la presencia militar sobre otros elementos relevantes?

-Sucede que si se privilegia la presencia militar como seguridad, sin que estos otros elementos actúen, es probable que sea considerado ocupación. Ésa es mi principal crítica respecto a lo que ocurre en Haití: la velocidad de todos los actores no ha sido la misma que se le exige a la presencia militar. Eso es jugar con fuego, porque finalmente ese desajuste va a repercutir sobre los soldados que están ahí.

- En 2004, Chile demostró que en 72 horas pudo enviar tropas chilenas a Haití y durante estos siete años ha hecho visible su fuerza militar ante los países vecinos. ¿Qué justifica que Chile siga teniendo tropas en la isla?

- Esa es una visión súperreduccionista. Pensar que esto es una operación de paz cuyo objetivo es disuadir y mostrar el nivel de entrenamiento a los países vecinos es entender muy poco el tema. La paz mundial no es sólo un tema de discurso, sino un tema de acción. Plantear que los militares chilenos están en Haití por esa causa es exactamente donde radica el centro de la equivocación que hemos tenido respecto al manejo de la concepción de lo que es la misión de paz. Chile integra la Misión Internacional de Naciones Unidas para la Estabilización de Haití que lo obliga a tres cosas: proteger los derechos humanos, crear un ambiente estable y apoyar el proceso político de las elecciones. Eso está vigente. Pero no es suficiente.

La república de las ONG

- A su juicio, ¿cuáles son las mayores deficiencias de la misión de paz de la ONU en Haití?

-Lo más complejo de Haití es la gran cantidad de actores que participan en la ayuda. Son tantos los organismos, los países e instituciones, que es tremendamente difícil desarrollar un plan de acción sostenido y concreto. Hoy se estima que en Haití hay alrededor de 10 mil ONG, por ello se le conoce como la República de las ONG. Eso imposibilita actividades de coordinación y eficiencia, y que tengamos un norte en cuanto a plazos, ayudas y objetivos. Por tanto, el tema en Haití no es cuestionar si hay más o menos militares. Lo que le falta a la sociedad chilena es analizar profundamente si estamos logrando los objetivos y no centrarse en la cantidad de tropas que se va a enviar. O ¿vamos a estar eternamente en Haití?

"Chile recibe alrededor de 50 policías haitianos al año. A modo de ejemplo, pienso que nuestro país sería una buena unidad de doctrina, porque ciertamente tiene una potencialidad tremenda a través de Carabineros de Chile. Éstos son temas centrales que debieran considerarse".

- ¿Eso habla de desorganización?

-Yo diría que hay una articulación de instrumentos que a la larga ha demostrado ser ineficiente. En las elecciones presidenciales que acaban de finalizar con una deslegitimación por parte de la población se presentaron 18 candidatos. Finalmente, estos candidatos quedaron para segunda vuelta, y la OEA declaró que hubo fraude en el proceso electoral. Eso refleja que hay un tema de fondo en Haití que no es de solución militar, sino que de una falta de consenso democrático en esa sociedad y una falta de entendimiento de la comunidad internacional de cuáles son los temas de fondo. Algo huele mal en la forma cómo la comunidad internacional ha enfrentado el tema.

- Concretamente, ¿qué acciones debiera impulsar Chile para mejorar la situación en Haití?

- Me hubiera gustado que como país desarrolláramos un sistema cartográfico porque allá no tienen uno. Haití, además, tiene un problema serio de deforestación. Como país en ese tema podríamos cooperar. Pienso que nuestro país debe ayudar a solucionar el tema de fondo: la falta de institucionalidad en Haití.

 - ¿Qué aportes concretos ayudarían a ese fin?

- En una operación de paz, nosotros tenemos que generar aportes concretos. Por ejemplo, la policía de Haití se está formando en varios países, lo que yo considero inadecuado, porque idealmente para formar bien una fuerza policial se requiere de un país y un modelo de formación. Mantener un sistema con tantos actores augura un mal producto. Chile recibe alrededor de 50 policías haitianos al año. A modo de ejemplo, pienso que nuestro país sería una buena unidad de doctrina, porque ciertamente tiene una potencialidad tremenda a través de Carabineros de Chile. Éstos son temas centrales que debieran considerarse.

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