Por Cristián Pérez | Historiador e investigador del CEP Diciembre 31, 2010

Nadie podría imaginar que ese señor con estampa de compadre bonachón, cuya foto aparece en la solapa del libro Todos los Días de la Vida. Recuerdos de un militante del MIR chileno, en otro tiempo fue un importante militante del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), organización en la que era conocido como "Chicho", y que estuvo dispuesto, y muy dispuesto, a exponer la vida para materializar la revolución.

De familia socialista, su padre llega a ser embajador en Rumania bajo el gobierno allendista. Junto a otros jóvenes, Enérico ingresa al frente de estudiantes secundarios del MIR a fines de los años 60. 

Por su compromiso militante es nominado para realizar tareas importantes en el partido. Entre muchas otras, es escolta de Luciano Cruz; integrante del Grupo de Amigos Personales de Salvador Allende, miembro de la Fuerza Central mirista; el 11 de septiembre de 1973 es responsable de la seguridad de Miguel Enríquez y, cumpliendo esta misión, combate junto a él en Indumet. Después del golpe cae prisionero y es torturado en el Estadio Nacional. Ya en libertad y sin autorización del partido, abandona Chile. En Cuba, Edgardo Enríquez lo nombra encargado del contingente que se entrena militarmente en la isla. Años después, a comienzos de los 80, en el marco de la Operación Retorno, vuelve al país e integra la "escuadra financiera" de la Fuerza Central, que se dedicaba a conseguir recursos económicos.

Con tan destacada participación, su libro entrega aspectos importantes de la vida y personalidad de Luciano Cruz, Miguel Enríquez y otros dirigentes, aporta antecedentes de un plan de defensa del gobierno, en el que participarían el Partido Socialista, el MIR, y personal cubano; además, expone una nueva versión sobre los marineros acusados por la Armada de sedición en agosto del año 1973.

Otro aspecto destacable es el sentido relato de la muerte accidental de un camarada. El hecho ocurrió en la retirada de un asalto, cuando "Chicho" entra al auto operativo con una pistola amartillada, que no es la que usa habitualmente, y en la huida el coche frena bruscamente escapándosele un tiro que traspasa el asiento del conductor perforando la espalda del chofer. La herida es grave, pero con atención se puede salvar; sin embargo, no hay clínicas clandestinas del partido, y fallece días después. Los responsables de la dirección sostienen "que éstos son costos de la guerra". Este hecho hace que Enérico comience un intenso proceso de cuestionamiento de las políticas seguidas por la organización.

A mi entender, este libro es una de las mejores publicaciones sobre el MIR, porque hace una magnífica síntesis entre la participación del protagonista y el hecho histórico; por la certeza de la información expuesta; y por una cierta ingenuidad política que no toma en consideración a quien puede favorecer la versión relatada. El libro de Enérico García es, sin duda, un valioso testimonio de nuestra historia reciente.


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