Por Sophia Schneider, desde Río de Janeiro Diciembre 24, 2010

Eike Batista, el octavo hombre más rico del mundo según Forbes, se encuentra en el piso 10 de un edificio de Flamingo, exclusiva zona con departamentos de lujo que miran a la bahía y al Pan de Azúcar de Río de Janeiro. Allí está el cuartel general de EBX, la matriz a través de la cual el empresario brasileño de 54 años agrupa múltiples negocios ligados a la generación de energía, extracción de petróleo y varios minerales -hierro, oro y carbón-, además de proyectos logísticos, inmobiliarios, hoteleros, de salud y entretenimiento.

El hombre que a los 25 años comenzó vendiendo diamantes -y que fue visionario al detectar oro en el Amazonas, creando la primera planta de este mineral en Brasil-, hoy amasa una fortuna, que según la publicación americana, se empina a los US$ 27 mil millones. Eso, en el papel. Batista asegura que en el último año, su patrimonio ha aumentado a US$ 35 mil millones, gracias a sus 25 pozos petrolíferos.

Pero fue el negocio del oro el que lo hizo despegar en los 80. Alcanzó a tener ocho minas entre Brasil, Canadá e incluso en Chile, cuando apostó en la mina La Coipa. Hoy, Batista está nuevamente poniendo sus fichas allí: hace sólo unos días desembolsó US$ 1.500 millones para adquirir Ventana Gold, dueña de una mina de oro en Colombia.

El segundo hombre más adinerado de América Latina cuenta, durante dos horas, sus planes empresariales, que van desde un puerto ciudad para 250 mil personas, hasta su incursión en las favelas de Río, donde donó US$ 60 millones. Además, desmenuza la realidad política y económica brasileña y ahonda sobre lo que, hoy por hoy, se ha transformado en su proyecto más difícil: Castilla, la iniciativa termoeléctrica que pretende levantar en el norte de Chile, la cual contempla una inversión de US$ 4.400 millones y la generación de 2.354 MW.

Aquí habla sobre el monopolio del sector eléctrico, el lobby y del sistema oligárquico que, según él, impera en la sociedad chilena. Todo, mientras espera la resolución de la Corema de la III Región, que si bien aprobó esta semana el puerto que Batista pretende construir en Castilla, deberá, en los próximos días, decidir si el proyecto energético podrá o no desarrollarse.

-Su proyecto Castilla hoy está paralizado, ¿qué ocurrirá si finalmente le rechazan el plan?

-Sin energía, Chile no puede seguir construyendo proyectos de minería importantísimos. Por eso, Castilla es fundamental: está cerca de grandes empresas mineras en Atacama que necesitan de agua y abastecimiento energético. De rechazarse, se produce un problema de desarrollo regional.

-En la otra vereda argumentan que el proyecto es muy contaminante para la región…

-Ésta es la locación ideal para este proyecto. Castilla está cerca de las minas, y tiene un puerto que podría entregar agua. Por su parte, las centrales carboníferas que incluye el plan utilizarían el carbón de minas colombianas, que es el mejor del mundo, porque es muy poco contaminante, no tiene azufre y genera poca ceniza. Si las autoridades deciden que no desarrollemos el proyecto, yo recomendaría que todas las mujeres del mundo dejen de secarse el pelo, que no usen más celulares y que no anden en auto. Esto es importante para los chilenos.    

"Si las autoridades deciden que no desarrollemos el proyecto, yo recomendaría que todas las mujeres del mundo dejen de secarse el pelo, que no usen más celulares y que no anden en auto. Esto es importante para los chilenos".

-¿Considera que el rechazo a Barrancones -de la francesa Suez- fue un precedente que jugó en su contra?

-Claro que nos jugó en contra. Es normal que se genere discusión en torno a estos proyectos, pero no es saludable caer en lo irracional. Nosotros no hacemos las leyes, pero es una muy mala señal para los inversionistas extranjeros que el proyecto no se apruebe. Yo puedo desarrollarlo en otro lugar, pero Chile pierde una iniciativa beneficiosa.

- Muchos argumentan que se debiera buscar una mejor fórmula para generar energía. ¿Cómo lo ve usted?

-Con Castilla se produciría gran crecimiento y empleo. Al contrario, sin energía todo se paraliza. Esta iniciativa es multiplicadora de riqueza. Lo que deben pensar las autoridades es que Castilla contempla producir 2.300 MW por etapas. Es un proyecto modular: a medida que las mineras demanden más energía, la idea es generar la infraestructura para ofrecerla. La gente debe saber que la energía no se genera con el tiempo, hay necesidad de planearla con tiempo.

- ¿Chile ha sido lento en planificar el modelo energético?

-  En Chile existe un problema concreto: las empresas son esclavas de dos o tres generadoras. Eso lo grafico con un ejemplo. Hace unos días atrás me llegó una información muy interesante: un empresario minero que opera en la zona, y que compra energía de un generador tradicional, nos hizo saber que necesitaba una oferta concreta de energía, porque no tenía otras alternativas. Lo hizo aun cuando sabía que nosotros no tenemos licencia para hacerlo.

-¿Problema de monopolio?

-Exactamente. Existe un monopolio de generación eléctrica dañino. A mí me gusta mucho Chile y por lo mismo me interesa invertir allá, aun cuando existe este problema: es un país que está bloqueado por una oligarquía-cuatro o cinco grupos económicos que controlan todo-, lo que no ayuda al desarrollo. Se debiera quebrar con ese sistema. Aquí en Brasil hay una movilidad social brutal y las familias que tradicionalmente eran ricas hoy son pobres. Están obsoletas. El 70% del 10% más rico de Brasil hizo su plata en los últimos 10 años. Fue un gran cambio gracias a la movilidad. Políticamente Brasil es un país tan grande que da oportunidades a los mejores.

Irrumpe Eike Batista

El Manhattan brasileño

-¿Cuál es su impresión del presidente Lula da Silva?

-El presidente Lula, fuera de ser un animal político único, camina en el agua, anda sobre el agua. Entiende lo que se debe hacer y lo aplica. Crea consenso. Comprende que se deben respetar los derechos de los trabajadores, pero sabe que el empresariado tiene que generar lucro para volver a invertir más. Comprende todas esas ecuaciones simples.

-¿En esa línea, considera que el presidente Piñera entiende esas ecuaciones?

-Piñera entiende con certeza las necesidades del sector privado. Por ello, pienso que va a ejercer una buena administración. Esto lo demostró con la rapidez con que actuó para llamar a tres o cuatro empresas de sondeos para rescatar a los mineros. Ahí hubo una gran gestión privada. Una persona que no entiende esa realidad habría llamado a un consultor para ver qué se podría hacer y se habría dado mil vueltas. En ese tipo de problemáticas se debe decidir en forma rápida.

-Usted ha invertido en varias empresas ligadas a la generación eléctrica y a los recursos naturales en Brasil. ¿Cuál es hoy su proyecto emblemático?

- Estoy construyendo un nuevo puerto industrial, llamado Porto de Peruíbe en la costa de Río de Janeiro, que será el más grande del mundo. Son 94 kilómetros de terreno, una vez y medio el tamaño de Manhattan. En ese proyecto se invertirá US$ 40 mil millones. Es una ciudad para 250 mil personas, que incluye dos grandes siderúrgicas que estarán funcionando a comienzos de 2011, minas de hierro, pozos petroleros, plataforma para construir autos y el mayor astillero del planeta. También crearemos un parque al estilo del Central Park en Nueva York. Además, la idea es levantar un Silicon Valley y, por ejemplo, montar la empresa Apple acá: producir en Brasil es mucho más barato. Yo genero la infraestructura para esas empresas extranjeras.

-¿Cuánto se ha demorado en gestionar este plan?

-Nos hemos demorado cinco años. Esta iniciativa implica una transformación grande para Brasil: le permite generar infraestructuras eficientes. No existe en el mundo un puerto industrial integrado de esta manera. Aquí, vamos a producir 5 mil 400 MW de energía, que representa la totalidad de lo que se produce en Chile.

"Existe un monopolio de generación eléctrica dañino. A mí me gusta mucho Chile y por lo mismo me interesa invertir allá, aun cuando existe este problema: es un país que está bloqueado por una oligarquía, cuatro o cinco grupos económicos que controlan todo".

-Un polo importante de negocios…

-En este tipo de proyectos se capturan todos los márgenes. Eso intento replicar en todas las iniciativas que emprendo. Por eso mi modelo de negocio se basa en ser una firma que opera en 360 grados, lo que significa cubrir todos los espectros antes de desarrollar un plan empresarial. En este sentido, el tema de la logística es esencial. Esto ha sido fundamental en Castilla. Por ejemplo, nosotros traemos nuestro carbón, en cambio Suez compra carbón de terceros. Así, capturamos los márgenes de todas las áreas. Y al final el lucro total es mucho mejor. Lo importante es generar sinergias entre las 12 empresas que conforman EBX.

- ¿Pero el tema petróleo sigue siendo el plato fuerte del grupo?

- En el último año, mi fortuna ha aumentado de US$ 27 mil millones a US$ 35 mil millones, sobre todo, gracias a los pozos petroleros. Hasta 2007, Brasil estuvo bajo el control de una sola empresa estatal. Era un monopolio. Entonces ingresé al negocio y cambiamos el panorama. Antes, nadie lo había hecho: cada pozo cuesta entre US$ 40 y US$ 100 millones. Hoy tenemos 25 pozos petroleros funcionando y otros 35 que hemos descubierto y que vamos a explotar. Brasil es tan grande que todavía es virgen e inexplorado en esta materia. Es un símil de lo que ocurrió en Chile, 40 años atrás, cuando se comenzaron a descubrir mayores yacimientos de cobre. Ahí encontrabas de todo.

-En los 80 usted invirtió en proyectos de oro. ¿Ha mirado otras iniciativas ligadas a ese mineral?

¡Estoy de vuelta! Hace sólo unos días compré una empresa llamada Ventana Gold, dueña de una mina de oro en Colombia por US$ 1.500 millones. Es una iniciativa donde proyecto producir 500 mil onzas a US$ 220 la onza.

-¿Invertir en oro se puso nuevamente de moda?

- Diría que soy un cazador de trufas. Yo voy en búsqueda del tesoro. En los 80, cuando invertí en La Coipa en Chile, lo hice porque sabía que era un desafío y que era un diamante en bruto. Así me muevo: compro sólo trufas blancas, lo que en el caso de los yacimientos se traduce en minas que me den absoluta confianza de su rentabilidad.

-Me comentaron que ya desarrolla negocios para las próximas olimpiadas en Brasil…

-Estamos preparando la marina de Río de Janeiro, donde tengo una concesión por 35 años. El plan contempla restaurantes y centros de convenciones. Además, estamos renovando el Hotel Gloria, un edificio antiguo, que estará funcionando para las olimpiadas en 2013. Va a ser uno de los diez mejores hoteles del mundo.

Irrumpe Eike Batista

"La elite en Sudamérica es egoista"

-Brasil ha salido bastante airoso de la crisis mundial. ¿Cuál es su visión respecto a cómo se han manejado las cosas?

-Nuestra economía estaba bastante bien antes de la crisis, especialmente porque no se endeudó. Entre 1984 y 1994 Brasil hizo todo mal. ¡Todo! Hasta que llegó al poder Fernando Henrique Cardoso. Durante ocho años estuvo arreglando al país. Creó el programa inflación cero. Así, hizo un reparo al sector financiero. Un símil de lo que los americanos hicieron en la actual crisis de 2008 por al tema del endeudamiento. Salvo que Brasil lo hizo el 97. Desde ese año el Banco Central controló a los bancos: sobre todo en su leverage (indicador del nivel de endeudamiento de una organización en relación a sus activos o patrimonio), que es mucho más bajo que el de los americanos. Por eso ellos quebraron. Nuestro país se disciplinó: se ordenaron las cuentas fiscales, el superávit fiscal y los bancos no tuvieron excesos.

-¿Cómo describiría el panorama actual?

-Hoy el 90% de la historia brasileña es el crecimiento interno de Brasil. La economía crece y el endeudamiento per cápita es muy bajo. El otro tema importante es que hay full empleo. ¡Ya no hay mano de obra en Brasil! Por lo mismo estamos trayendo gente de afuera. Sólo este año, Brasil creó 2 millones y medio de empleos.

-Los proyectos eléctricos generalmente tensan las relaciones entre privados y autoridades. Es un tema complejo, que en Chile ha generado mucho conflicto. ¿Cómo es esa dinámica en Brasil?

-Existe una relación fantástica. En mi caso, por ejemplo, el gobierno ha dejado que desarrollemos este gran puerto que es una infraestructura gigante. En general, las autoridades permiten que las empresas participen del sector eléctrico a gran escala. El gobierno es un inductor de obras, pero intenta que el sector privado haga más que él. Es un mero auditor, controlador y fiscalizador. En Brasil, los mismos gobiernos de izquierda -Lula da Silva y ahora Dilma Rousseff- entienden que el sector privado es más eficiente. Brasil tiene un modelo público-privado que funciona bien.

-Usted se ha interesado por las favelas. ¿Es efectivo que donó US$ 45 millones para erradicarlas?

- Doné bastante más: US$ 60 millones. Lo hice porque percibí que el concepto y la gente involucrada en la batalla contra las favelas eran correctos. Yo sólo me involucro en iniciativas donde percibo ese modelo. Hace dos años, nunca vi que existiera una solución para las favelas. Eso me afligía mucho, porque me considero un soldado de mi país. A pesar de ello, no se habían dado las condiciones para apoyarlas.

-¿Qué cambió concretamente?

-Lo que me convenció es que se creó el batallón de operaciones especiales (BOP), que es una tropa de excelencia. Hoy, además, existe un buen gobernador, que acepta la confrontación, cuestión que los políticos no permitían; también opera un secretario de seguridad, un jefe de la policía civil que trabaja con gente de inteligencia. Él limpió la corrupción de la policía: sacó a 750 oficiales. El BOP mapeó toda la situación de las favelas. Ello permitió que la operación de hace un mes atrás se efectuara con total coordinación. El sector privado actuó también: dejaron de pensar que esto era sólo un problema de Estado.

"El 30% de los CEO que yo conozco tienen vergüenza de hablar con políticos. Eso, yo no lo entiendo. En proyectos muy complejos, todo recae en la comunicación".

-¿Cómo percibe al empresariado de América Latina?

-En Sudamérica, la elite es muy egoísta. Nadie se desvive por la comunidad. Esto para mí es distinto respecto a lo que nosotros hacemos. Nuestra área de sustentabilidad es también un área de preocupación social y ambiental. Antes de generar cualquier proyecto, analizamos eso. Por ejemplo, en Porto de Peruíbe ayudamos a 100 familias que vivían allí en la miseria. Les dimos casas con internet, y hoy venden productos orgánicos para la ciudad: les entregamos una chacra, y los apoyamos con agrónomos y técnicos. Antes de iniciar nuestro plan, la gente debía dar su aprobación. Creo que esta forma de concretar los negocios es parte de mi origen alemán, donde se vive más en comunidad. Yo pienso ¿por qué sólo yo voy a vivir como hombre rico?

-¿Cuál ha sido su peor apuesta empresarial?

-En 1997 intentamos producir en una mina en Grecia. Pero tuvimos un problema en el concepto de ejecución política. No concebimos que la comunidad local no nos quería, e invertimos US$ 330 millones. Recuerdo que nos decían "no se preocupe, de aquí a tres meses la propuesta ambiental va a resultar", pero no percibimos que el componente político era tan importante, aun cuando era una licitación internacional.

-¿Cuál es la lección que debiera tomar el empresariado a la hora de invertir en proyectos en el extranjero?

- Hay que pensar en grande, pero además se debe ahondar en el tema de la conectividad. Yo conozco a grandes empresarios que les da vergüenza hablar con el alcalde de la ciudad. En nuestros proyectos, muchas veces yo he tenido que hablar con ministros o el presidente para mostrarles la importancia de una iniciativa. Así, se percibe si están a favor o en contra. El 30% de los CEO que yo conozco tienen vergüenza de hablar con políticos. Eso, yo no lo entiendo. En proyectos muy complejos, todo recae en la comunicación. Al final, si se consigue resolver todas las áreas que involucra un proyecto, el éxito es seguro.

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