Por Josefina Ríos y Ana María Sanhueza Agosto 13, 2010

Joaquín Lavín

Educación

Nota oficialismo: 6,6

Nota oposición: 4,6

Promedio general: 5,6

Lavín ha probado ser versátil. Perdió como diputado, fue alcalde en dos períodos y candidato a la presidencia en dos ocasiones. Ahora, de ministro de Educación, se ha mandado puras atajadas de cuatro puntos buenos. Primero, dejó en clases a todas las escuelas y colegios de Chile después del terremoto. Y a pesar del escaso margen de tiempo que le dio el presidente. Ahora, se hace cargo de  la calidad de la educación: nudo gordiano del desarrollo nacional. Y se las tendrá que ver con aquellos opositores que creen que es mejor tener en cargos importantes a meros operadores políticos (sin conflictos de interés: salvo el tremendo conflicto de ser incapaces para el cargo) que a personas destacadas que, por ser dueñas o socias de algo, son descalificadas a priori.

Mejorar la calidad de la educación primaria, secundaria y universitaria es el proyecto más importante del siglo XXI para Chile. Por lejos. Lo malo es que sus frutos son tan a largo plazo, que gobiernos, parlamentarios y ministros suelen dejarlo atrás en la agenda, privilegiando lo urgente por sobre lo importante.

Pero Lavín es hombre de convicciones: nunca ha dejado de ser "un gallo de pelea". Sólo que ahora sabe escoger mejor sus batallas. Y en su camino se encontrará con poderes fácticos poderosos: el Colegio de Profesores, los rectores de las universidades tradicionales y la izquierda reaccionaria. Su tarea es titánica.  Es la única que le puede cambiar la cara a Chile. Y si lo logra -aunque sea en parte- conquistaría la pole position para el 2014.

Por César Barros

¿Qué nota le pone al Gabinete?

Felipe Larraín

Hacienda

Nota oficialismo: 6,1

Nota oposición: 4,7

Promedio general: 5,4

El ministro Felipe Larraín está acostumbrado a ser un buen alumno, como lo demostró al ser puntaje nacional de la PAA o al recibirse como el mejor de su promoción en Ingeniería Comercial de la UC. Por eso no sorprende que se ubique dentro de los ministros mejor evaluados por los parlamentarios ¿Qué justifica esta calificación? Sin duda, los resultados de su gestión ante el Congreso. Antes de cumplirse los seis meses, ha concretado de manera casi completa las iniciativas legislativas ligadas al financiamiento de la reconstrucción. La sola excepción ha sido el royalty minero, postergado para más adelante. El éxito en el esfuerzo de financiamiento se vio coronado por el  resultado de la colocación en los mercados internacionales del bono soberano.

La evaluación también destaca su disposición al diálogo y a flexibilizar posiciones para llegar a acuerdos antes de votar -y presentar- los proyectos. Una actitud que le permite tener la puerta abierta a la discusión del royalty.

También hay que destacar la siempre necesaria cuota de buena fortuna. Pese a algunos meses de desaceleración económica a causa del terremoto, la economía está mostrando claras señales de retomar el dinamismo, llevando a ajustar al alza las expectativas de crecimiento para este año. El repunte se ha reflejado en mejores cifras de empleo y confianza. Lo anterior es clave para una cartera cuyo foco central, pasada ya la urgencia de la reconstrucción, es lograr que el crecimiento económico se sitúe por sobre el 6% necesario para que se logre el objetivo que Chile sea un país desarrollado a partir del 2018.

Por Axel Christensen.

 

¿Qué nota le pone al Gabinete?

Felipe Bulnes

Justicia

Nota oficialismo: 6,1

Nota oposición: 4,6

Promedio general: 5,4

Felipe Bulnes ha debido encontrar un razonable equilibrio entre la necesidad de enfrentar las urgencias surgidas el 27-F y proyectar su gestión más allá de la contingencia. Hoy parece estar en esta segunda fase, que es crucial.

Los pendientes en su ministerio son numerosos y urgentes. De el dependen servicios que históricamente no han recibido ni la atención ni el presupuesto que requieren: por ejemplo, Gendarmería, Sename, Corporación de Asistencia Judicial y SML. De ellos escuchamos día a día cuántas falencias tienen en su  infraestructura y dotación presupuestaria. En el más sensible, Sename, se han anunciado importantes cambios que permiten ser más optimista.

El mayor desafío que enfrenta el ministro es la situación de las cárceles. Un dato: ni siquiera ejecutando todas las concesiones del programa pendiente, el problema del indigno hacinamiento verá una solución. En ese contexto, el proyecto que modifica las medidas alternativas al encierro es un paso adelante. Uno puede o no coincidir con algunos de sus contenidos, pero en el subyace una mirada técnica que permite el debate. Es cierto que el brazalete electrónico es polémico, especialmente donde no se lo use para sacar gente de las cárceles. Pero en el proyecto, el brazalete va de la mano del fortalecimiento de los delegados de libertad vigilada, por ejemplo. Lo mismo cabe decir del plan de acción orientado a asegurar condiciones mínimas de dignidad de los reclusos. Eso es tomarse el problema en serio. Superadas las urgencias, esperemos que el ministro pueda dedicarle sus esfuerzos a la reforma procesal civil, que es una de sus prioridades, con justa razón.

Los promedios de los demás los ministros, aquí

Los promedios de los demás los ministros, aquí

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