Por Alberto Fuguet* Junio 18, 2010

© Morten Andersen

Cuando el presidente Sebastián Piñera anunció su gabinete, hubo muchas sorpresas, sobre todo porque los elegidos no eran los sospechosos de siempre. Pero un nombramiento, quizás el más importante de todos, no fue sorpresa para nadie: Rodrigo Hinzpeter.

-¿Se sorprendió?

-Sí, y me sentí honrado.

-¿De verdad se sorprendió?

-Sí, me sorprendí.

-Mi idea es que conversemos honestamente…

-De qué. ¿De mí?

-Claro.

-¿No de política?

-Usted es político, no creo que se pueda conversar con usted si no se habla de política.

-¿Ésta no será una de esas entrevistas siúticas que intentan revelar mi alma?

-Espero que no.

-Me cargan los perfiles humanos, me parecen como siúticos. No hablaré de cosas personales; después las leo y… me sonrojo. ¿Puedo fumar?

-Claro, es su oficina.

-No es mi oficina, es la del Ministerio del Interior.

-¿Se ha googleado alguna vez ministro?

-¿A mí mismo? No, nunca. Me parecería algo…freak. Me daría lata o vergüenza…

-Pero ha googleado a otra gente.

-Eh… sí sé a donde vas…

-Yo lo googlié ayer.

-¿Y qué sale? Puras cosas buenas, seguro -sonríe-.

-De todo.

-Obviamente el incidente con Fidel Espinoza fue un error.

-Lo sorprendente es que Fidel Espinoza y ese numerito…

-Incidente…

-Incidente… El primer resultado que aparece cuando uno lo googlea a usted es una noticia donde sale el incidente con el diputado Espinoza. Antes, incluso, que su biografía en Wikipedia.

-¿Estoy en Wikipedia? Mira… ¿Y es objetivo?

-Creo que sí. ¿No lo ha leído?

"La dupla que se conformó en este gobierno se va a mantener para adelante, y es una dupla que existió en nuestra historia, muy antigua. Por ejemplo Manuel Montt y Antonio Varas. Manuel Montt fue presidente y tuvo un ministro muy cercano, que fue Antonio Varas".

-No. Esto es lo más complicado de ser personaje público. O convertirse de la noche a la mañana en uno. Eso de estar en la mira. Para alguien tímido es recontra difícil…

-¿Tímido?

-Muy tímido. Tanto que parezco arrogante. Te la gané, ¿no?

-¿En qué?

-Que la gente, alguna gente, diga o crea que soy arrogante. A veces puedo parecerlo, pero no lo soy. De verdad. De hecho, creo que cuando no me siento tímido o nerd puedo ser hasta divertido. Me pongo arrogante porque…

-Porque…

-Quizás antes lo era más... A veces también, y esto es un error que he ido mejorando creo, el ponerme a la defensiva. Les tengo un poco de mala a los intelectuales de cualquier lado y al matonaje que ejercen.

-¿Matonaje?

-Matonaje intelectual. Hay toda una faunilla que se cree superior porque supuestamente están ligados a las artes o las letras. Yo creo que la gente ligada a las letras son los que leen. Muchos intelectuales ni leen, pero no paran de opinar. ¿Dónde estábamos?

-Google, sesión del Congreso, diputado Espinoza…

-OK: yo encuentro que en el caso de Fidel me equivoqué. Tanto, que le pedí disculpas.

-¿Le pidieron que pidiera disculpas? Eso dicen…

-No.

-¿No lo haría de nuevo?

-¿Pedir disculpas? Sí, claro.

-No: lo que hizo en el Congreso con el diputado. Dicen que ese incidente lo hizo bajar puntos en la última encuesta de Adimark.

-No creo que fue por eso. Y cuando uno se equivoca, no es malo pedir disculpas. Pero ojo, esa pelea fue una pelea que yo escogí dar… todas estas cosas se producen en fracciones de segundos y uno toma una decisión de hacer o no hacer algo. La pelea fue correcta, pero me equivoqué en el medio que usé. De verdad la sesión era un gallinero. Reclamar que las sesiones se conduzcan con respeto y con un mínimo de decencia me parece correcto. Ahora, cometí un error: citar una cosa que aparecía en Google, y, por lo tanto, me equivoqué en el método. Obviamente, si pudiera volver atrás, no lo volvería a hacer.

-Se cuestionó en ese momento el potencial uso de información reservada, a la cual tiene acceso un ministro del Interior.

-Ésa fue una argumentación muy dañina que planteó Fernando Paulsen. Y muy infundada. Insinuó que yo hasta podía hacer escuchas telefónicas. No he recibido nunca una información que no tenga que ver con delincuencia. No existe información respecto de políticos o civiles, ni hay un sistema que recoja información de ellos. Además que, obviamente, si recibiera algo, jamás lo usaría.

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Los 100 de Hinzpeter

El despacho del ministro en La Moneda tiene la temperatura de un departamento sin aire acondicionado que mira al poniente, en enero. Sudo. En el salón hay una inmensa pintura de Salvador Allende, saludando desde un balcón del mismo palacio en que estamos. Hay muchos ejemplares de Time y The Economist y un televisor en mute sintonizado en CNN Chile, donde a cada rato aparece el propio ministro. "Siempre salgo mal", dice.

Estamos parados mirando una portada enmarcada de La Cuarta. El titular lo trata de "Hinzpotter". Es cierto: tiene algo harrypotteriano. Le falta no más la cicatriz.

-Ésas están por dentro -dice.

-¿Y es mago? Todos dicen que fue el mago del milagro…

-¿Qué milagro? ¿Ganar? Para ganar no se necesitan milagros. Se necesita estrategia, narrativa, equipo, ideas, saber escuchar, empatía, sintonía y un gran candidato.

-¿Es muy distinta La Moneda al comando?

-Muy. Además, ahora tengo guardias que me siguen y cuidan. Eso es raro. Aún no me acostumbro. En La Moneda uno siente el protocolo, siente que está viviendo algo histórico. Pero lo más distinto es que como ministro del Interior mi rol es muy diferente a ser jefe de campaña. Jefe de campaña no es lo mismo que jefe de gabinete.

-Explíquese.

-Antes, la meta era a corto plazo. Creo que ésa es la gran diferencia. Te dedicas a puro crear, narrar, inventar. Por algo le dicen campaña. Estás siempre en campaña. Chorreas adrenalina. Los plazos son más cortos. Hace calor.  Sabes perfectamente cuando es el fin. Es un período intensísimo de diez meses. Es más adrenalínico, más entretenido si quieres, pero también más irresponsable. Una campaña es más masculina, más de camarín, más de concentración. Tiene algo de riña callejera. Es una lucha más cuerpo a cuerpo. Lucha libre. Además, no hay responsabilidad con la política pública, que afecta a terceros.

-Lo peor que le puede pasar es perder.

-Lo peor que te puede pasar es perder, sí. Lo que es dramático, pero tampoco es para tanto.

"La estrella es una creación mía. Yo me obsesioné con que nosotros teníamos que construir un arco iris. Y me pregunté '¿cuál es nuestro arco iris?', hasta que dimos con la estrella. Me obsesioné con que nuestro jingle fuera con charangos, con quenas, 'tráiganme una canción de Illapu o Quilapayún'".

-Mi impresión es que usted sigue siendo un asesor muy clave y cercano al presidente. Que es de los pocos que se entienden y pueden hablar con él. ¿Sigue participando de la estrategia, de la narrativa?

-Menos, mucho menos.

-La oportunidad de no inventar personajes sino de afinar personas reales debe ser cautivadora.

-Todo lo que de alguna manera te humaniza y te haga ver como un ciudadano común y corriente, ayuda. Y los políticos cada día hacen más esfuerzos por parecer humanos.

-¿Acaso no lo son?

-(Hinzpeter sonríe y calla y mira la grabadora y me mira a mí y se saca los anteojos y los limpia). Obvio que sí. Cómo no van -vamos- a ser humanos. Lo que pasa es que veces la misma circunstancia de estar aquí, en un palacio de gobierno, aleja a la gente.

-Qué me dice del debate liberales  vs. conservadores.

-Mi vida es una vida conservadora. Defiendo mi libertad de optar por tener una vida conservadora, tal como defiendo la de quienes optan por tener una liberal. Soy un profundo convencido de que el Estado no tiene nada que hacer en la vida privada de las personas. Me cargaría que alguien me imponga un estilo de vida distinto al que elegí.

-Centroderecha huele más a conservadurismo.

-Al final, lo importante no es qué hacen los funcionarios de gobierno en su vida privada, sino qué políticas públicas implementan. Éste es un gobierno que, en materia de políticas públicas, que es lo único relevante, no es ni será conservador.

-Y qué dice la UDI de esto.

-La UDI ha perdido homogeneidad. Tú encuentras gente abierta a regular las uniones de hecho entre personas del mismo sexo, y para qué decir partidarias del divorcio, cuestiones que eran impensables hace diez años en ese partido. Entonces, esta cosa de que "a la UDI le molesta"... a lo mejor a "algunos" de la UDI les molesta.

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Los 100 de Hinzpeter

-Hablemos de la dupla presidente-ministro del Interior, que en este gobierno es más fuerte que en los anteriores.

-La dupla que se conformó en este gobierno se va a mantener para adelante, y es una dupla que ya existió en nuestra historia, es muy antigua. Por ejemplo, Manuel Montt y Antonio Varas. Montt fue presidente y tuvo un ministro muy cercano, que fue Varas.

-Que luego fue presidente…

-No, Varas nunca fue presidente. No sabes mucho de historia, parece.

-Pero tiene una calle, paralela a Manuel Montt.

-Bueno, no sólo tiene una calle, también una ciudad. Puerto Montt y Puerto Varas es por ellos. El ex presidente Montt hizo Puerto Varas y después se generó la ciudad cercana.

-¿Le gustaría tener una calle?

-No.

-¿Una estatua?

-No, no me veo de estatua; quizás una callecita, un pasaje.

-Vale. Volvamos a la dupla…

-¿Leyó el libro de Allamand y Cubillos? -Sí. -¿Bueno? -Prefiero Philip Roth. ¿Leíste Indignación? -¿Qué le pareció La estrella y el arco iris? -Fomeque. Nadie puede escribir de aquello que no formó parte.

-Otra dupla importante fue Alessandri y su ministro Sótero del Río. Lo que quiero decir es que en la historia chilena existieron muchas duplas, de presidentes afiatadísimos con sus ministros del Interior. En el período de Allende no existió eso, porque hubo una intervención muy potente de los partidos: casi le imponían al ministro. En el período militar, ni hablar. Después, con la Concertación, en que salvo al inicio -donde hubo un fiato razonable entre Krauss y Aylwin- no se produjo esa relación por el cuoteo: si el presidente era de un partido, el ministro tenía que ser de otro. Y, a la larga, cuando el mandatario y su jefe de gabinete no tienen una cultura de entendimiento cercano, fraterno, de confianza, el funcionamiento del gobierno se resiente. Lo que nosotros instalamos es una dupla muy afiatada, con las debidas correcciones de respeto de quién es el presidente y quién es el ministro. Demostraremos que éste es el esquema que siempre debió existir. Imagínate que yo hablo con el presidente Piñera todos los días. Voy a su oficina 3 ó 4 veces al día, reuniones de 7 minutos, reuniones de una hora…

-¿Y sube a comentar cosas que están pasando o le envía mensajes de texto?

-Subo a copuchar.

-¿Como qué?

-Como "vio la embarrada que se mandó tal persona" o "mire el lío que tenemos" o "cómo le fue en el viaje". Si viene de un viaje le pregunto cómo estuvo, qué comieron, cómo es tal o cual líder.

-¿Y le encarga cosas? ¿Libros?

-No, no me atrevo… pero sí, he encargado algunos libros.

-¿Al presidente o alguien de la comitiva?

-A amigos de la comitiva. Y me los han traído. Ahora le encargué uno al ministro de Hacienda cuando fue a México. Uno que escribió Aguilar Camín con Castañeda.

-¿Leyó La guerra de galio?

-Por supuesto. Odio la noche. Su llamado condensa casi todo lo que he buscado apartar de mi vida: la irregularidad y el exceso, el miedo, las obsesiones que suspenden las certezas de nuestra convivencia civilizada, única sed de mi temperamento diurno, amante de la luz y del orden, y de las nobles geometrías que engendra la razón.

-Ése es el comienzo, ¿no?

"Al final, lo importante en un gobierno no es qué hacen los funcionarios de gobierno en su vida privada, sino qué políticas públicas implementan. Éste es un gobierno que, en materia de políticas públicas, que es lo único relevante, no es ni será conservador".

-Palabra por palabra.

-Se lo sabe de memoria.

-¿Viste? Si uno no pierde las condiciones humanas por ser ministro. Los de derecha también sabemos leer.

-¿Por qué se sabe de memoria el comienzo de La guerra de Galio?

-Me lo sé no más.

-Igual esa frase de Aguilar Camín dice algo.

-Dice mucho.

-Y ahora está a cargo "de la luz y del orden", digamos.

-En efecto.

-Supongo que a usted le gusta Vargas Llosa.

-Y Jorge Edwards.

-Claro. Pero antes de seguir con el Boom, ¿le encargó un libro al ministro de Hacienda?

-Sí. En todo caso, se lo pagué a Felipe.

-Usted dijo, por la prensa, que en este gobierno era más importante el lazo del presidente con Interior que con Hacienda. Deduzco que quizás eso no le cayó muy bien al ministro Larraín. Al menos provocó ruido.

-Un ruido innecesario. Y eso fue error mío. Lo reconozco. Traté de comunicar una argumentación en la que confío: que en la figura del triángulo me parece muy importante el equilibrio: el presidente está arriba con un ministro de Hacienda y un ministro del Interior que equilibran abajo, equivalentes. Los gobiernos que se manejan con pura política dejan la embarrada en la economía. Y los gobiernos que se manejan sólo por razones económicas pueden embarrar la política. Tenemos en nuestra mente quiénes han sido ministro de Hacienda y no del Interior.

-Ahora sabemos muy bien quién es el ministro del Interior.

-En nuestra historia, durante mucho tiempo era al revés. Creo que hoy, por cómo ha evolucionado el mundo, tienen que estar en un mismo nivel. Yo traté de decir eso y salió mal. Llamé a Felipe Larraín y le dije pucha… yo le tengo mucho cariño a Felipe.

-Se entendió esa declaración como un deseo de demostrar que usted era el fuerte.

-No era ésa la intención. Fue un error, de novato diría. Cuesta entender cabalmente cómo un par de palabras pueden aumentarse y doler y molestar y malinterpretarse. Y claro, lo que pasa es lo que te comenté antes: no es lo mismo ser jefe de campaña que ser ministro. Se deja de hablar como uno o por la candidatura: se habla como ministro.

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Los 100 de Hinzpeter

Centro Cultural Palacio de la Moneda. El ministro ingresa a Metales Pesados, saluda, lo reconocen y mira algunos libros. Es cliente frecuente. Compra Claus y Lucas de Agota Kristof. Yo hojeo La estrella y el ar coiris de Andrés Allamand y Marcela Cubillos.

-¿Lo leyó?

-Sí.

-¿Bueno?

-Prefiero Philip Roth. ¿Leíste Indignación?

-¿Qué le pareció La estrella y el arco iris?

-Fomeque. Nadie puede escribir de aquello que no formó parte.

-¿Usted hubiera escrito otra cosa?

-Esa guagua es mía en parte importante. Por lo tanto, si uno es parte de un grupo, aunque sea de forma esporádica, y se quiere escribir de lo que ese grupo hizo, hay que constatar eso y no tratar de apropiarse de la historia. Allamand no fue nunca a un focus group y yo no hice otra cosa que ir a todos. A todos. No me perdí ni uno. La estrella es una creación mía. Yo me obsesioné con que nosotros teníamos que construir un arco iris. Y me pregunté "¿cuál es nuestro arco iris?", hasta que dimos con la estrella. Me obsesioné con que nuestro jingle fuera con charangos, con quenas, "tráiganme una canción de Illapu o Quilapayún". Sostuve que era clave izquierdizar nuestra campaña. Creí y creo que era fundamental que tomáramos las banderas de lucha y planteamientos de la Concertación. Por varias razones. En primer lugar, porque obviamente que la Concertación tenía buenas ideas: construyó durante 20 años, y hoy la sociedad es mejor de lo que era a fines de los 80. En segundo lugar, por una razón estratégica. Nuestra obligación política es dejarlos sin barco. Hasta que inventen de nuevo la pólvora pueden pasar muchos años.

-¿Cómo se maneja el "ahora me toca a mí"?

-A nosotros nos hicieron vivir durante 20 años como personas no comprometidas con los derechos humanos, incultos, con desprecio por la cultura y la diversidad. No éticamente preparados para servir. Y de todos esos rasgos yo tengo los opuestos. Soy una persona a la que le gusta la cultura, me gusta el medio ambiente y la diversidad. Esa es la venganza: demostrar el compromiso con esas cosas. Venganza en el sentido noble de la expresión. En este gobierno no te puedes dar gustos chicos: son gustos grandes.

"La entrevista sobre el ministro de Hacienda fue un ruido innecesario. Y eso fue error mío. Lo reconozco. Traté de comunicar una argumentación en la que confío: que en la figura del triángulo me parece muy importante el equilibrio: el presidente está arriba con un ministro de Hacienda y un ministro del Interior que equilibran abajo, equivalentes".

-¿Escribirá un libro? Su La estrella y el arco iris.

-Me gustaría algún día contar todo y sí, que sea mejor. A veces tomo apuntes, pero no tengo tiempo ni para eso.

-Usted escribió un libro también: La hipoteca. Fome.

-Eso no es un libro, es mi memoria. Pero estoy pensando en es escribir algo sobre la centroderecha más que sobre la campaña

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Tomando café en el Café Torres, que está debajo de La Moneda. Un guardia está suficientemente lejos para verlo a través del cristal y no importunar. El sitio está helado. El ministro tirita.

-El otro día fui al bar The Clinic y a la entrada del local…

-Estoy yo. Disfrazado de bobby, de policía inglés.

-La gente raya al ministro de cartón, le hacen bigotes..

-Y cosas peores. Amigos que fueron le tomaron fotos a mi doble y me lo han enviado por celular.

-¿Le molesta eso?

-¿Tener un mono de cartón? No… Hay que tomárselo con humor. Es parte del costo de este puesto. Tengo claro que no todos votaron por nosotros. Pero leo The Clinic y a veces me río. Ahora estoy medio enojado con ellos porque publicaron un reportaje que encontré medio antisemita. Decía "las vacaciones de los Hinzpeter": ponían a mi familia y a mí en circunstancias poco dignas. Era una sátira. Hablaban de "la prima Sara", del "hijo Isaac"…

-¿Son los verdaderos nombres…?

-No, usaron los nombres estereotipados, como de chiste de judíos, como un panfleto de la época del nazismo. Así que ando medio enojado con ellos.

-Esto de estar en los medios, ¿hasta qué punto lo va transformando en una figura de ficción?

-A usted le gustan los focus group. Yo hice uno sobre usted: ambicioso, agresivo, duro. Eso me dijeron. -Las imágenes tienen dos fuentes de inspiración: las virtudes y los defectos, pero más los defectos que las virtudes... Soy una persona tímida y por lo tanto aparezco como un gallo mucho más serio y duro de lo que soy.

-Se construye una imagen a partir de realidad, ficciones, mitos, ideas. Se parece y no se parece a mí. Es una suma.

-¿Le gusta la imagen que se tiene de usted?

-No tengo tan claro cuál es.

-A usted le gustan los focus group. Yo hice uno sobre usted: ambicioso, agresivo, arrogante. Eso me dijeron.

-Las imágenes tienen dos fuentes de inspiración: las virtudes y los defectos, pero más los defectos que las virtudes.

-Sus defectos influyen en la imagen.

-Obvio. En la imagen y en uno mismo. Soy una persona tímida y por lo tanto aparezco como un gallo mucho más serio y duro de lo que soy. Cuando la gente me conoce, percibe que tengo más sentido del humor o más cercanía; soy más cariñoso que lo que, probablemente, la gente siente cuando me ve en la televisión. Además, por mi pega, estoy vinculado al tema de la seguridad ciudadana y aparezco en decomisos de droga, en casos de delincuencia.

-A ver…la personalidad se construye…

-La personalidad se construye a partir de las fortalezas, pero especialmente de las debilidades. Si un cabro joven, por ejemplo, es inteligente pero inseguro, probablemente será engreído, rasgo de personalidad que surge más por su inseguridad que por su inteligencia. ¿Me explico? Podríamos decir entonces que en la definición de las personalidades, la debilidad es un componente clave.

-¿Cuán duro es?

-Creo que soy duro, pero más que nada tengo un rasgo de personalidad que es medio penca: soy un gallo que  nunca estoy ni muy contento ni muy triste. No celebro los éxitos ni me amargo mucho con las derrotas. Más bien estoy siempre en un estado de angustia respecto de lo que pueda venir en el futuro. No soy un optimista. Los políticos siempre dicen que son optimistas, que se acuestan y se quedan dormidos al tiro, que viven bien durmiendo cuatro horas. Yo no soy así. Al contrario. Tengo una personalidad bastante angustiada, una sensación de que siempre pueden ocurrir más tragedias que cosas buenas, y tengo que ayudarme con algún caramelo para dormir, como todo el mundo.

-¿Qué caramelo? ¿Ravotril?

-Sí… como muchos.

-¿Es con receta?

-Obvio. No me lo venden sin receta.

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