Por Yenny Cáceres y Michelle Chapochnick Junio 11, 2010

Parece un cargo maldito. Durante la pasada administración del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes (CNCA), con Paulina Urrutia a la cabeza, pasaron cuatro subdirectores. Uno de ellos, Arturo Barrios, terminó sancionado por la Contraloría. Y ahora, cuando aún no cumplía los tres meses en ese cargo, Nicolás Bär Armstrong (33) se convirtió en la primera baja del gabinete de Piñera.

La noticia fue una sorpresa. Incluso para el propio Bär. Durante la mañana del viernes 4, justo hace una semana, el propio ministro presidente del Consejo de la Cultura, Luciano Cruz-Coke, lo dejó a la cabeza de una importante reunión para coordinar la convención anual del organismo. Horas más tarde, el subdirector se enteró que estaba despedido. Y la maldición consumada.

Con una diferencia, eso sí: todos los subdirectores de Urrutia se fueron por su cuenta. En el caso de Bär, fue Cruz-Coke quien le pidió la renuncia. Una decisión que dejó al descubierto una soterrada lucha de poderes entre el gabinete del ministro y el del subdirector, y que más encima ocurre en medio de las denuncias de 20 despidos arbitrarios interpuestas por AnfuCultura, la asociación que reúne a los funcionarios del Consejo.

Los viernes ahora son temidos en el organismo cultural. Porque son esos días en los que, al igual que ocurrió con la desvinculación de Bär, se han efectuado gran parte de los despidos. La presidenta nacional de AnfuCultura, Carolina Negrete, dice que al interior del Consejo se vive un "clima del terror", e interpreta la salida del subdirector como "el reflejo de la improvisación y de una conducción errática, sin conocimiento de lo que es la administración pública. Con la ministra anterior tuvimos cuatro subdirectores y ahora el subdirector se va altiro. Otra vez quedaremos paralizados".

La alta rotación de los subdirectores es un tema sensible en el Consejo. Un miembro de la institución atribuye a esa práctica ser la responsable de que durante la administración de Urrutia se haya acumulado una deuda de $1.400 millones, que tienen al Consejo en Dicom y con proveedores cada vez más recelosos de prestarles servicios. Sanear esa deuda es, entonces, una de las prioridades de la actual administración. Y, según el entorno de Cruz-Coke, el ministro le habría puesto un plazo de cuatro meses a Bär para resolver justamente ese tema.

Sin embargo, según las mismas fuentes, conforme iban pasando las semanas se fue haciendo patente que el subdirector sería incapaz de cumplir con esa meta. Eso no es todo. También le atribuyen haberse excedido en sus atribuciones. Como resume un colaborador de Cruz-Coke, "en el Consejo hay espacio para un solo ministro". La explicación oficial, emitida la tarde del mismo viernes, fue mucho más escueta: "Se le solicitó la renuncia a este cargo de exclusiva confianza del ministro, debido a diferencias de enfoques". Pero, ¿qué pasó realmente en estos tres meses para que Cruz-Coke dejara caer así a Bär?

Fuego cruzado

Si bien al interior del Consejo la noticia dejó a muchos en shock y abrió los temores de nuevos despidos, en el ámbito de la cultura la salida de Bär no resultó tan sorpresiva. Su nombramiento había provocado más de algún ácido comentario y la incredulidad de varios por su perfil: un ingeniero civil industrial de la Universidad de Los Andes, con vínculos con la Fundación Jaime Guzmán y la Iglesia Católica. En su defensa, se destacó que tenía un máster en Gestión en Políticas Culturales Europeas de la Universidad de Warwick, en Inglaterra.

Pese a que venían de mundos completamente distintos, cercanos a Cruz-Coke aseguran que su nombramiento fue visado por el propio ministro y no correspondió a presiones de los sectores más conservadores de la Alianza ni a cuoteos políticos. Ambos se conocieron en los grupos Tantauco, en los cuales Bär estuvo desde sus inicios (Cruz-Coke, en cambio, se integró a comienzos de 2009). Cuando asumieron, en marzo, se insistió en que formaban una dupla perfecta: Cruz-Coke, gracias a su pasado de actor, mantendría los nexos con el mundo artístico; y Bär, como ingeniero, pondría en orden la gestión financiera del Consejo.

Esta dupla ideal se acabó pronto. Así lo dicen quienes han seguido de cerca los desencuentros entre los gabinetes de Cruz-Coke y Bär. El episodio más emblemático fue conocido públicamente a mediados de mayo, cuando el diario El Mostrador publicó unos memos en que el ministro dejaba sin efecto una petición del subdirector en que ordenaba que "todo el material de difusión producido o coproducido por el CNCA" debía contar con el "visto bueno de esta subdirección".

El golpe de Cruz-Coke

El equipo de Bär se enteró del segundo memo por un correo electrónico. Allí, Cruz-Coke revocaba la instrucción del subdirector a través de un mail, el cual iba con copia al resto de los jefes de departamento y los directores regionales del organismo. Un colaborador de Bär asegura que desde un inicio el equipo del subdirector fue relegado a un segundo plano: "Constantemente fuimos marginados por el gabinete del ministro. Incluso nos marginaban de las reuniones". A fines de mayo, la tensa relación se hizo más evidente, a tal punto que el subdirector ni siquiera habría sido invitado para la celebración del Día del Patrimonio en Valparaíso y en Santiago, lo que incluía una visita a La Moneda.

Desde la otra vereda, sus críticos dicen que Bär quiso ir más allá de las atribuciones de su cargo, el cual está relacionado principalmente con tareas administrativas. Un cercano colaborador de Cruz-Coke asegura que fue el propio equipo de Bär el que se aisló: "No hubo una gran crisis, pero Bär empezó a proponer en agenda otros temas. El cargo de subdirector es mucho menos glamoroso. Y Nicolás no estaba en la línea de preocuparse cien por ciento del tema administrativo y tampoco tenía la capacidad y la experiencia para hacerlo".  

Desde que estuvo en los grupos Tantauco, Bär siempre se mostró como un crítico del modelo del Consejo. Más que este esquema, compuesto por un directorio nacional y 15 consejos regionales, el ingeniero era partidario de la creación de un Ministerio de Cultura. Cuando llegó al Consejo mantuvo esta postura, como advierte un miembro del directorio: "No le gustaba la idea de la participación y tanta gente tomando decisiones".

Otra queja al interior del Consejo es que el modo de trabajo del subdirector era poco ejecutivo. Según Javier Chamas, subdirector suplente y jefe del Departamento de Creación Artística, "esta institución requiere de una gestión más ágil y eso no se estaba dando. Mucha de la gente que está a cargo de programas vimos que las decisiones se estaban demorando un poco más". En la práctica, dicen, eso se tradujo en un ánimo de querer revisar todo más de la cuenta. Como grafica un asesor del ministro: "Bär llegó con una actitud beligerante, con un ánimo de control y vigilancia un poquito policial".

Consulta a La Moneda

Más que problemas ideológicos, lo que hubo aquí -según fuentes de ambos bandos- fue un choque de poder. Éstas habrían sido las "diferencias de enfoque" a las que se refería el comunicado del CNCA, donde se confirmaba la partida de Bär. En ningún momento, aclaran fuentes del Consejo y cercanos al destituido subdirector, éste habría tratado de imponer contenidos culturales conservadores o vinculados a la Iglesia Católica.

En La Moneda estaban enterados desde hace tiempo de los problemas entre el ministro y el subdirector. Incluso, se conversó por separado con cada uno de ellos para intentar solucionar sus diferencias. "Bär nunca aceptó ser el segundo y trató de imponer sus criterios, incluso sobrepasando sus funciones. A Cruz-Coke no le parecía confiable", aseguran fuentes de gobierno. La salida de Bär se gestó durante la semana pasada, con consulta previa a La Moneda.

"Bär nunca aceptó ser el segundo y trató de imponer sus criterios, incluso sobrepasando sus funciones. A Cruz-Coke no le parecía confiable", aseguran fuentes de gobierno.

Apenas se supo la decisión del ministro, miembros de la UDI salieron a cuestionarla. Como resume el diputado Gustavo Hasbún: "Su salida es complicada. Es una persona cercana a la UDI. No es menor, pero entendemos que los ministros tienen autonomía para tomar decisiones. De todas formas, la renuncia fue sorpresiva". Les hubiera gustado ser informados directamente por el gobierno y no enterarse por la prensa. Así se lo plantearon esta semana al ministro Larroulet en una reunión con parlamentarios de este partido.

Según un colaborador del ex subdirector, Bär no confundió sus funciones. "En la ley del CNCA se establecen las funciones del subdirector y ahí se menciona que participa en la elaboración del plan anual de trabajo. Eso demuestra que no está sólo para pagar la deuda". Incluso, recuerda una reunión del 28 de mayo, en que Bär presentó un PowerPoint con el estado de avance del pago de la deuda del Consejo. Según él, cuando terminó la exposición, en que estaba el ministro y el directorio, fue felicitado. "¿Cómo después de eso van a decir que no estaba haciendo la pega?", pregunta.

En estos días, Bär ha mantenido el mismo bajo perfil que tuvo en su cargo. No ha salido a defenderse y ha guardado absoluto silencio. Una señal, dicen en su entorno, de su lealtad hacia el ministro y el presidente Piñera.

Con las aguas así de movidas dentro del Consejo Nacional de la Cultura, el nuevo subdirector no tendrá las cosas fáciles. Por el momento, aún no se sabe el nombre de quien podría terminar con esta maldición.

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