Por Michelle Chapochnick y Ana María Sanhueza Abril 23, 2010

© Presidencia

1. "Lo estoy evaluando..."

Una característica de Piñera es que "detesta los análisis, le gustan los datos fríos", señalan en La Moneda. "Frente a él más vale hablar poco que hablar generalidades", agrega un integrante del gabinete para graficar la forma en que deben aproximarse al presidente.

De ahí que quienes lo conocen saben que "no soporta los rodeos, le gusta ir al grano", razón por la que jamás hay que darle por respuesta "lo estoy evaluando".

¿El motivo? Al mandatario eso le puede sonar a un síntoma de falta de manejo del tema. "En esos casos, es mucho mejor decirle 'no sé', pues eso lo entiende. Claro que en la próxima reunión volverá a preguntar", detalla un ministro. Y otro añade: "Es mejor no especular frente a él".

Un integrante de su equipo señala: "Hay que plantearle una inquietud, pero de inmediato la propuesta para resolver el problema". En estos casos, es común que el secretario de Estado le explique una situación determinada al presidente, frente a lo que él suele decir: "Perfecto, usted es el ministro. ¿Pero cuál es la solución?".

"No le gustan los diagnósticos sin base concreta", explica una fuente. Otra añade: "A los ministros les exige cifras, metas y medidas concretas". Por ejemplo, tras el terremoto a todos les pidió un plan a 30 y 90 días, y luego otro a un año plazo.

2. "No tengo la cifra..."

Obsesivo con las cifras, los que trabajan con Piñera saben que jamás pueden hacerle una exposición sin contar con información detallada extra, especialmente si es numérica. Sin duda -comentan- a él se le ocurrirá pedir precisiones de todo tipo, que abarcan desde "cuánto es" y "cuánto cuesta" hasta "qué dicen los estudios al respecto".

En eso, los que conocen su estilo aconsejan que lo mejor es "no pisarse la cola uno mismo". Y recomiendan "no insinuar ni ofrecer nada si no se tienen las cifras a mano, pues él te pasará la cuenta y te cobrará la información... No se olvida".

Al respecto, otro integrante del gabinete explica que si no se cuenta con los datos que Piñera requiere -o requerirá-, "quedarás en deuda con él. Entonces, hay que chequear todo, porque él pregunta todo y conoce todos los temas. Además, tiene muy buena memoria; entonces, cuando pregunta algo en una reunión y no obtiene la respuesta, en la próxima cita insiste", cuentan en el gabinete.

Una práctica habitual del mandatario es anotar todas las conversaciones que sostiene con los ministros en un sencillo block de notas. Al terminar el encuentro, arranca la hoja y la guarda en una de las decenas de carpetas de cartón azul que almacena en su oficina, ordenadas por ministerios y por temas.

"No se puede llegar a una reunión con Piñera sin llevar un resumen escrito o una minuta del tema. Es como ir a dar una prueba. Hay que preocuparse mucho por los detalles".

Según un cercano a Piñera, un típico error que cometen los que nunca han trabajado con él es intentar lucirse con un tema. "A veces, uno por parecer mateo mete la pata. Y para él los datos, son datos". Por ejemplo, en el casi mes y medio que llevan de gobierno, los ministros han tenido que manejar muchos datos duros -incluso de tipo general y aparentemente muy básicos- sobre sus carteras, pues es muy posible que Piñera se los pregunte.

Una frase que se le escucha al mandatario es "quiero hechos, hechos, hechos... los análisis déjenmelos a mí".

3. "No traje la propuesta por escrito..."

No basta con hacerle un relato oral de una propuesta, sino que él espera una presentación por escrito. Además, es obligatorio que en la mayoría de los casos las páginas tengan número y fecha. Modus operandi: llegar a su oficina y entregarle, de inmediato, el texto escrito. Mientras dura la conversación es común que el presidente raye -con sus tradicionales lápices de pasta marca Bic colores rojo y negro y su regla de 20 cm- para destacar lo importante para él y marcar dónde falta profundizar o ampliar la propuesta. Ideal, detallan, es diseñar una presentación en Powerpoint, "pero siempre con una copia en papel para el presidente", explican en el gabinete.

En ese sentido, entregar un resumen corto y tener siempre todo respaldado se ha convertido en una regla. "No se puede llegar a una reunión con Piñera sin llevar un resumen escrito o una minuta del tema. Es como ir a dar una prueba. Hay que preocuparse mucho por los detalles".

Esos papeles escritos terminan archivados en esas mismas carpetas azules de cartón que tiene para cada gabinete. Ahí guarda desde recortes de prensa hasta el programa de gobierno por área, además de las propuestas que le han hecho sus ministros.

Una de las formas que tiene de comunicarse con su equipo es vía mail, sobre todo cuando está de viaje. A los secretarios de Estado suelen llegarles muchos correos electrónicos desde la Presidencia. A algunos los ha felicitado con lacónicos mensajes escritos "a su manera, porque él no es de transmitir 'emociones' o emoticones por correo", bromea uno de sus colaboradores para graficar la personalidad del mandatario. "Nunca va a venir con globitos, pero te transmite su valoración", resume.

Pero muchas veces las reuniones privadas entre el presidente y los miembros del gabinete tienen otro objetivo: llamarles la atención. De acuerdo a un asesor del primer mandatario, "Piñera no deja pasar los errores y las salidas de libreto. Siempre que está molesto se los hace ver a sus ministros. Se trata de reuniones muy tensas", aseguran.

Se trate de cosas buenas o malas, una parte de sus colaboradores -los que lo conocen menos- aún se enfrenta a Piñera con dudas y precaución, sobre todo a la hora de plantearle sus inquietudes y temas pendientes. De hecho, en los primeros días de gobierno algunos ministros han acudido hasta el Segundo Piso de La Moneda, donde residen los asesores más directos del mandatario, para pedirles recomendaciones sobre cómo abordar al jefe de Estado. Hay otros que derechamente les piden consejo a quienes más lo conocen: Rodrigo Hinzpeter, Ignacio Rivadeneira, María Luisa Brahm, e incluso a su hija Magdalena.

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4. "Cambiando de tema..."

Quienes conocen a Piñera aseguran que le molesta mucho que la conversación se desvíe o tome un camino inesperado. "Él es muy concentrado, así que no acepta que suceda eso. No puedes cambiar de tema hasta que termines de tratarlo en toda su dimensión".

Eso no es todo: "Cuando un tema se discute y se cierra, no le gusta que se vuelva a hablar al respecto". Es lo que algunos de sus colaboradores llaman caso cerrado.

Cada vez que termina una reunión, Piñera pregunta: "¿Y qué más tenemos?". "Entonces, ésa es prácticamente la única oportunidad para que los interlocutores pongan nuevos temas sobre la mesa. Por eso hay que estar siempre muy bien preparado", explican.

5. "No tengo tiempo..."

Sebastián Piñera está constantemente contactándose con su gabinete. Le gusta que salgan a terreno, lo que incluye los fines de semana. En eso es exigente. "Se reconoce que hay agotamiento. Y es cierto que hay ministros cansados, por lo menos hasta ahora no nos han llegado los arrepentidos", explica un asesor.

La hora de salida de La Moneda no es antes de las 20.00. Pero puede alargarse hasta la medianoche. Piñera sigue el trabajo en su casa, donde tiene reuniones, desayunos y llama por teléfono.

"No puedes cambiar de tema hasta que termines de tratar, en toda su dimensión, el que estabas hablando". Eso no es todo: "Cuando un tema se discute y se cierra, no le gusta que se vuelva a hablar al respecto". Es lo que algunos de sus colaboradores llaman caso cerrado.

No sólo exige que los ministros dominen las materias que les competen, sino que estén en terreno, cerca de la gente y exhiban sus planes y logros. "No aplaude a los que hacen presentaciones académicas entre cuatro paredes. Le gusta verlos activos y que irradien hacia la gente que todos están trabajando, y mucho", cuentan.

6. "Ya tomé la decisión...."

Todos los ministros pueden tomar la iniciativa, pero al final del día, la totalidad de las decisiones pasan por el presidente. "Deja autonomía, pero siempre quiere saber cómo vas", dice un colaborador. De hecho, cuentan que parte de la demora en el nombramiento de varios cargos -como, por ejemplo, los seremis- se debe a que Piñera revisa todo: desde el currículo del postulante hasta las razones del ministro para proponerle ese nombre.

Las mismas fuentes dicen que "está encima de todo, pero no da las soluciones, sino que espera que los ministros las encuentren". Un caso que lo demuestra, y que ya es casi un mito dentro del gobierno, es el de la ministra de Vivienda y Urbanismo, Magdalenta Matte, a quien le pidió que elaborara un plan post-terremoto para su cartera. "Le devolvió tres veces su propuesta. A la cuarta vez, le gustó tanto el plan que lo presentó junto a ella", dicen.

Pese a que no le agrada que los ministros hablen sobre áreas que no les competen, en ocasiones les encarga que se involucren en temas de otras carteras. "La idea es que compitan y Piñera pueda elegir la mejor propuesta". Por ejemplo, para definir el debate de subir o no los impuestos, les pidió al menos a tres miembros del gabinete que estudiaran la materia.

Hay otro rasgo de Piñera, recalcan en algunos ministerios: le gusta dar a él los anuncios a la prensa. También cambia pautas a último momento. Incluso, existen nombramientos de los que en el gobierno se han enterado de un minuto a otro. "Hay cosas que se saben sobre la marcha", explican.

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