Por Michelle Chapochnick y Ana María Sanhueza Febrero 13, 2010

© Nicolás Abalo

Nada al azar

El ministro del Interior del gobierno de Sebastián Piñera es un hombre al que le gusta tener todo calculado. Por eso, investiga los temas, pone plazos, define metas y exige resultados. Nada puede ser dejado al azar.

En abril de 2009, el entonces candidato de la Coalición asistió al velorio de la joven María José Esquivel -asesinada en un bus del Transantiago- y los familiares de ella lo echaron a gritos. Eso molestó a Rodrigo Hinzpeter- quien recién se había instalado a tiempo completo en el comando-, sobre todo porque lo consideró un error evitable: faltó mandar a un grupo de avanzada al lugar. Prometió que ese tipo de desaciertos no volverían a ocurrir. Había que planificar mejor. Poco después, tras un viaje a Europa, congeló su participación en el estudio de abogados donde es socio (BM&AHJ) y  se instaló con jornada completa en Apoquindo 2921.

Muchas veces, los miembros del comité estratégico de la campaña estaban divididos frente a qué rumbo tomar. Algunos creían que ésta tenía que ser más confrontacional; otros, que debía ser propositiva. Hinzpeter alegó que no era un asunto de intuición. Y vio que eran claves los focus group. Pidió que primero se evaluaran los temas y después decidir qué hacer. "Ahí entendió, por ejemplo, la importancia de no hacer campaña confrontacional y de dar un gran énfasis a la delincuencia", dice un cercano.

A quienes trabajaron con él en la campaña, les sorprendió su gran interés por entender al consumidor (equivalente, según él, al ciudadano) y las características del C2 y C3 (este último segmento era considerado vital para ganar). A pesar de que otras personas estaban a cargo y que Adimark -empresa encargada de los estudios de opinión pública para el comando- le entregaría informes después, Hinzpeter nunca faltó a los cerca de 50 focus group que se hicieron durante la campaña. Además, consultó personalmente el tema con gerentes de la industria del retail. En una ocasión, estuvo hablando largamente con Adimark sobre La Polar y cómo esa empresa había logrado cercanía con su público en las campañas publicitarias recientes.

Hinzpeter, a quien le gusta que le entreguen las cosas de forma impresa, supervisaba todo. Y exigía. "No hay lugar para amateurs", es su frase de combate, ya que no acepta el trabajo mal realizado. Al equipo del comando le repartió fotocopias del libro "The Political Brain", de Drew Westen, para que se lo leyeran y vieran la mezcla de emoción y razón que hay detrás de la toma de decisiones.

A partir de mediados de diciembre, estudió las segundas vueltas en varios países, especialmente en Francia. Cuando quería sumar los votos de ME-O -quien quedó en el camino tras la primera vuelta- llamó personalmente a la gente del diputado, a los independientes, a los jóvenes. También a varios artistas. Recibió a los evangélicos.

Frontal, directo, explosivo

Quienes conocen a Hinzpeter, dicen que es frontal y directo para plantear las cosas. "Rodrigo hace lo que nadie se anima a hacer, y dice las cosas que nadie se atreve a decir", cuenta un profesional que trabajó con él durante la campaña. Un ejemplo de eso, agrega, es lo que pasó con Marcela Cubillos.

En marzo, Piñera colocó a la diputada UDI en la primera línea de la campaña, casi a un nivel equivalente al de Hinzpeter. Pero la relación entre ambos colaboradores nunca fue buena. Se fueron distanciando y luego empezaron los roces. El asunto se resolvió mal: se pelearon y ella salió del comando en diciembre.

Quería entender al consumidor (equivalente, según él, al ciudadano) y las características del C2 y C3. Por eso, nunca faltó a los cerca de 50 focus group que se hicieron en la campaña y habló del tema con gerentes del retail.

Ese estilo del abogado también quedó retratado en una reunión con una de las personas que se sumaron a las vocerías de Piñera con los jóvenes y los independientes. Intrigado, el nuevo miembro del grupo le preguntó al generalísimo: "¿Sólo vamos a aparecer en la foto o vamos a poder opinar y tomar decisiones?". El aludido no dudó en la respuesta: sólo iban a aparecer en la foto. Y punto. "No me vendió el cuento. Me dijo que sólo apareceríamos en la foto y ya", recuerda hoy el joven.

El recién nombrado ministro del Interior tiene un carácter fuerte. Varias veces ha tenido que pedir disculpas  a sus colegas abogados por su genio explosivo. Un jurista recuerda que una vez le pidió perdón cuando, después de una dura negociación por un caso, Hinzpeter perdió la calma. "El que no lo conoce, lo puede encontrar atropellador", dice un conocido profesional de la plaza.

A su mejor amigo, Andrés Jana -de quien fue compañero en el Instituto Hebreo y hoy es uno de sus socios en su oficina de abogados-, lo conoció a los 12 años. Peleando en un partido de fútbol, cuando ambos jugaban en el Estadio Israelita: Hinzpeter como arquero; Jana como defensa. Su otro gran amigo, Andrés Numhauser -también compañero del colegio y de las pichangas escolares-, recuerda un caso similar: "En una ocasión fuimos a ver el clásico de la U con Colo Colo. Él es fanático de la U y yo del Colo. El fanatismo y la pasión de Rodrigo por las cosas son tremendos. Al final, mi equipo ganó y él se enojó muchísimo conmigo. Fue una de las pocas peleas que hemos tenido".

Quienes trabajaron con él en el comando señalan que el problema con La Nación fue producto de ese carácter explosivo. En septiembre del año pasado, en la proclamación de Piñera en el teatro Movistar Arena, el diario no pudo entrar al acto a reportear, lo cual provocó una serie de protestas y acusaciones de censura contra el comando. "Ésa es una decisión que tomé yo. Sebastián Piñera no necesita ejecutores", dijo en diciembre en entrevista con Qué Pasa, dejando claro que él tomó ese riesgo por cuenta propia y no como encargado del entonces candidato. Al interior del comando, fue calificado como un exabrupto de Hinzpeter.

En Radio Duna, el generalísimo de Piñera justificó su actuar: "Una candidatura privada tiene un pequeño derecho a decidir a lo menos con qué diarios se relaciona profesionalmente".

Meses antes, el director del diario La Nación, Marcelo Castillo, había invitado a Hinzpeter a una reunión para pedirle acceso a su pauta de actividades. Pero, según el diario, la cita duró apenas tres minutos , pues el coordinador de la campaña de Piñera se paró indignado tras una discusión acerca de la propiedad del periódico y la cobertura que le daban al candidato de la Alianza.

El estilo Hinzpeter

Pequeños círculos de confianza

Cuando esta semana Rodrigo Hinzpeter fue nombrado oficialmente ministro del Interior, lo acompañaron su madre y sus tres hijos. Y es que una de sus características es ser una persona muy volcada a su círculo familiar.

Celoso de su intimidad y hoy poco asiduo a las fiestas -en el colegio era DJ junto a Andrés Jana-, quienes trabajaron con Hinzpeter en la campaña cuentan que una vez que regresaba a su casa desde el comando, todos sabían que dejaba de contestar el teléfono. "Se desconectaba 100%", cuenta un ex colaborador. Allí, en su espacio, el abogado se relaja con sus hijos, ve series de televisión, lee -sobre todo biografías e historia- y juega con Murci, un bulldog francés, y un par de perros callejeros que adoptó.

Le gusta pasar tiempo con su esposa -la periodista Joyce Ventura- y sus tres hijos: Raimundo, Guillermo y Ernesto, a quienes despierta todos los días en la mañana en su casa de La Dehesa. Es bastante cercano también a sus hermanos: Ximena, periodista; y Daniel, traumatólogo.

Es hombre de pocos amigos. Básicamente Jana y Numhauser -ex marido de Vivi Kreutzberger-, los socios en su estudio de abogados y algunos miembros de RN, como Alberto Espina. De su trabajo en el comando piñerista, sumó a Hernán Larraín Matte, a Felipe Kast -nombrado a cargo de Mideplan- e Ignacio Rivadeneira. Es cercano también a Felipe Bulnes, oficializado el martes como ministro de Justicia.

Nunca sale fuera del horario de trabajo con quienes no están dentro de su esfera más íntima, en la cual no está Piñera ni su círculo. No ha ido a Ranco ni tampoco a Tantauco. El día del triunfo del candidato de la Alianza, era uno de los exclusivos invitados a la fiesta que, esa noche, se celebró en la casa del presidente electo en San Damián. Llegó tarde, solo, saludó a Piñera y poco después se fue.

Ese mismo 17 de enero, Andrés Numhauser leyó el mensaje de texto que le llegó a su celular. "Encárgame un sándwich", le escribió el generalísimo de Piñera mientras iba camino a esperar el resultado de la segunda vuelta en el Crowne Plaza. Eran las 13:00 horas y Numhauser había llegado apenas dos horas antes de Cancún, donde estaba de vacaciones, para votar y acompañar a su amigo. Esa día, Hinzpeter -rodeado de miembros del comando- quería compartir la jornada con su pequeño círculo: sus suegros, su esposa, su hermano mayor y Numhauser.

Esa tarde, Hinzpeter estaba nervioso. "Esto es como estar por primera vez en la sala de espera mientras tu mujer está en trabajo de parto", le decía a Numhauser, mientras caminaba de un lado a otro por la habitación. "Estaba como loco", recuerda su amigo. Poco después, cuando se enteró del triunfo, saltó, gritó y se abrazó con los miembros del comando.

De la adolescencia compartida con Hinzpeter, Jana recuerda que "éramos bastante irreverentes". Después del viaje de estudio a Israel, se fueron una semana a Londres. Era 1983. Se compraron ropa new wave y se pusieron un aro en la oreja, cuando nadie lo hacía en Chile. "Tuve que darle una larga explicación a mi padre. Fue osado. Rodrigo siempre hacía cosas osadas y yo no", dice Jana. Hoy, las cosas han cambiado: Hinzpeter, aunque no es ostentoso, usa siempre ropa de marca. Corbatas Hermés, cinturón Lacoste, chaquetas a la moda.

Hinzpeter tiene un carácter fuerte. Varias veces ha tenido que pedir disculpas a sus colegas abogados por su genio explosivo. "El que no lo conoce, lo puede encontrar atropellador", dice un conocido jurista.

Otro de los círculos íntimos del nuevo ministro del Interior es la religión. Hinzpeter es judío creyente y  sus amigos cercanos en general también lo son. Estudia el judaísmo y asiste con regularidad a una sinagoga ortodoxa liderada por el rabino Menashe Perlman, en La Dehesa. Lo hace no sólo para celebrar las fiestas más importantes, como Año Nuevo o el Día del Perdón, sino también muchas veces los sábados. Los viernes en la noche celebra el sabbat con su familia.

En las comidas, respeta algunas de las reglas del kashrut, que son las normas alimentarias prescritas por la Tora, el libro sagrado del judaísmo. No come cerdo ni mariscos, y sólo ingiere pescados con escamas. Eso, al principio, llamó la atención de quienes trabajaron con él en el comando, pero después no era tema. Sobre todo porque no afectaba el trabajo del generalísimo. Muchas veces, en medio de las labores de campaña, Hinzpeter preguntaba en broma: "¿Voy a comer hoy?", ya que no podía compartir la comida que encargaba su equipo. Luego empezaron a pedir comida que él también podía compartir o, derechamente, cosas especiales para él. Si había sándwich de jamón con queso, a él sólo le traían con queso. En la "choripanada" que hizo el comando para celebrar el fin de la campaña, no probó bocado.

En algunas ocasiones, se reúne con el rabino Perlman. Hace unos años, por ejemplo, varios de sus conocidos lo vieron junto a él en la cafetería de la Clínica Las Condes, mientras operaban allí a un familiar de Hinzpeter.

El factor Piñera

En 1988, Hinzpeter votó Sí en el plebiscito. "Fue un error. Un pecado de juventud", reconoció en entrevista con Qué Pasa hace dos meses. A fines de esa década, militaba en RN. Quienes compartieron con él esa época señalan que siempre se codeó con las altas esferas. Lo recuerdan bien: mientras los jóvenes del partido repartían propaganda electoral en las calles y hacían un fuerte trabajo de base, un desconocido y bien vestido estudiante de Derecho de la UC se relacionaba relajado con los rostros del partido: Hinzpeter, a los 24 años y en una veloz carrera política, ya era el brazo derecho en la campaña de la entonces candidata a diputada por Las Condes, Evelyn Matthei.

"En la juventud de RN, Hinzpeter era inalcanzable. Siempre estaba rodeado de políticos importantes y lo veíamos sólo para ocasiones especiales. Para nosotros era top: le iba bien en política y en la universidad", dicen en el partido.

"En ese tiempo, en la juventud de RN Hinzpeter era inalcanzable. Siempre estaba rodeado de políticos importantes y lo veíamos sólo para ocasiones especiales. Para nosotros era top: le iba bien en política y también en la universidad", señalan en el partido.

Durante la campaña de Matthei, el pragmatismo y cabeza fría de Hinzpeter para apagar incendios llamaron la atención en el partido. Especialmente tras la batalla campal que en Avenida Kennedy libraron partidarios de Matthei y Piñera con los adherentes a Hermógenes Pérez de Arce, candidato a senador por Santiago Oriente. Varios universitarios de RN resultaron detenidos. Hinzpeter los sacó de la comisaría, habló con el jefe de campaña de Pérez de Arce y evitó que el escándalo se filtrara. "Resolvió todo sin dejar costuras", recuerda un testigo. "Él tiene mucho sentido común", agrega Matthei.

Pero la carrera política de Hinzpeter está ligada a Sebastián Piñera desde hace 9 años, cuando como secretario general de RN, colaboró en la transición de Alberto Cardemil a Piñera como presidente del partido. Allí trabajaron juntos. Y después lo ha acompañado como generalísimo en sus dos aventuras presidenciales. Hoy, el paso lógico era convertirse en su ministro del Interior. "Pero no es un yes man. Con Piñera tiene una relación horizontal, de tú a tú. Horizontal, pero con respeto", señala un cercano.

En el comando señalan que Hinzpeter ha sido muy hábil en la forma de cómo tratar a Piñera y plantearle las cosas. Por ejemplo, sabe poner paños fríos cuando éste se altera. Una vez, en una reunión de los domingos en la casa de Piñera, el candidato estaba muy acelerado. Quería todo rápido y su estado de ánimo empezaba a tensionar el ambiente. Entonces, el abogado -a modo de protesta- señaló que se sentía mal, que le dolía la cabeza. Piñera pensó que hablaba en serio y se preocupó. Los otros entendieron y se rieron. A la semana siguiente, Piñera -siguiendo la broma- los esperaba con una gran caja de madera llena de remedios. Nadie tiene permiso para enfermarse, les dijo.

Como dice uno de los cercanos a Hinzpeter, "Rodrigo tiene la habilidad de decir las mayores brutalidades de forma elegante".

El estilo Hizpeter

Frío, pragmático, hábil negociador

"Es pragmático, nada de emocional", opina un profesional que trabajó con Hinzpeter. Por eso, cuando toma una decisión, no le tiembla la mano. Primero detecta el problema, luego ve quién está involucrado y más tarde opera. En el comando no olvidan, por ejemplo, que fue capaz de sacar del marketing de la campaña a Carlos Alberto Délano -uno de los mejores amigos de Piñera y colaborador histórico de las campañas en esa área- y poner a cargo a Hernán Larraín Matte, una apuesta joven para darle aire moderno a la imagen de la candidatura. "Pero hizo todo eso con cuidado", dicen en el comando.

Si la cosa se enreda o se pone difícil, cuentan sus cercanos, él sabe qué hacer: "Los problemas no lo abruman. Se sienta a negociar, pero ya tiene todo pensado". Una característica que le reconocen a Hinzpeter tanto en política como en el mundo de los abogados.

Él sabía, por ejemplo, que incluir el tema gay en la campaña de Piñera era delicado para los sectores más conservadores de la Coalición y decidió tomarlo con cautela. No esperaba que Andrés Chadwick y Andrés Allamand filtraran el documento Acuerdo de Vida Común a la prensa. Eso no estaba previsto. Hinzpeter se molestó, pero públicamente guardó riguroso silencio.

"Es una persona muy preparada, pero diría que le falta poner un poco más de emociones. Le falta ese lado", opina una fuente al interior del comando. Y lo ejemplifica: "Una vez se hizo una fiesta del comando en la casa de Allamand, y nadie invitó a los jóvenes que trabajaban con nosotros. Son esos detalles los que se le escapan".

La frialdad y pragmatismo que lo caracterizan en sus acciones lo convierten en un hábil negociador. "Tiene objetivos claros. No cede. Por eso, a veces puede parecer duro e inflexible", cuenta un abogado. "En vez de 'ratonear' una mañana entera, de repente Hinzpeter te dice: 'Mira, estoy dispuesto a esto y de aquí no me voy a mover'". Así, en el mundo de los abogados, Jana y Hinzpeter tienen fama tanto de buenos negociadores como de duros contrincantes. Otro reconocido jurista asegura que estar en juicio con ellos es como "sentarse a conversar con un par de cowboys".

En una ocasión, un cliente le pidió a Hinzpeter que negociara para comprar un restaurante. El abogado negoció con el dueño, quien salió feliz de la reunión. Sin embargo, al llegar al auto, éste se dio cuenta que lo había convencido de algo en que no estaba de acuerdo. Llamó al comprador interesado y le dijo: "Estoy dispuesto a negociar contigo, pero no con Hinzpeter".

Celoso de su intimidad, quienes trabajaron con Hinzpeter en la campaña cuentan que una vez que regresaba a su casa, todos sabían que dejaba de contestar el teléfono. "Se desconectaba 100%", cuenta un ex colaborador.

La dupla con Andrés Jana, además, le ha permitido tender nexos con la Concertación. Si bien su amigo no es militante, su carrera sí ha estado ligada a este grupo: por su trabajo en el Banco Central en 1996, es muy cercano a Nicolás Eyzaguirre; también a Marcelo Tokman -con quien trabajó en la Ley de Royalty-, a Ricardo Lagos Weber y a Óscar Landerretche. Por trabajo, junto a Hinzpeter han conocido también a Enrique Correa y Ricardo Solari.

Irónico

Quienes lo conocen, señalan que Rodrigo Hinzpeter tiene un humor sarcástico. Que es bueno para los chistes y los sobrenombres. "En eso, si no lo conoces, cae mal. Es de talla densa. No es míster simpatía, pero te hace reír", señala uno de sus cercanos.

Otros lo ven como un tipo divertido e ingenioso. Según Evelyn Matthei, Hinzpeter "tiene humor británico. Es de una frase bien dicha, en el tono correcto, pero no es un hombre que se ande riendo".

Muchas veces, el sentido del humor es para él una herramienta para relajar el ambiente o salir de una situación embarazosa. Una vez, estaba en una cena de negocios con un abogado y un español. De postre, todos pidieron chirimoya alegre. Entonces Hinzpeter, con gran labia, le comenta al español: "La chirimoya es un fruto chileno muy bueno". A lo que éste respondió: "En España también tenemos chirimoya". Hinzpeter salió rápido al paso: "Pero te apuesto que cuando partes las chirimoyas españolas, no traen jugo de naranja adentro". Toda la mesa estalló en carcajadas.

Acepta las bromas. Piñera, por ejemplo, descubrió que Hinzpeter también dormía poco. Así que lo llama siempre muy temprano en la mañana. Pero una vez, sin saber que su generalísimo se había acostado muy tarde por trabajo, Piñera lo llamó y lo despertó. Desde entonces, empezó a decir que cómo la campaña iba a funcionar con un jefe que dormía hasta tarde.

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