Por Axel Christensen | Director ejecutivo BlackRock Enero 23, 2010

Sin ánimo de pautear a quien ocupará el piso 12 de Teatinos 120 a partir del 12 de marzo próximo, este columnista se permite destacar las cuatro principales tareas para los primeros 100 días de gobierno:

1. Armar equipos

No es lo mismo un cambio de gobierno dentro de una coalición -como fue el caso de los últimos 20 años-, que la entrada de la oposición al gobierno. Cuando un ejecutivo es promovido para asumir una alta posición en una empresa, su rendimiento durante los primeros 100 días es crucial. Tanto "amigos" como "enemigos" del futuro ministro de Hacienda estarán observando con suma atención signos de éxito o fracaso, que marcarán el resto del período. Un elemento central será cómo estructure sus equipos.

A diferencia de Velasco, el futuro ministro de Hacienda tendrá que trabajar con un presidente muy entendido en economía y finanzas, así como con otros ministros expertos en estos temas. Si bien seguirá manejando la billetera y mantendrá bajo su control la poderosísima Dirección de Presupuestos (Dipres), parte importante de los primeros tres meses deberá destinarlos a construir redes con La Moneda, el Parlamento y el resto de las carteras.

Además, el ministerio deberá armar su propio grupo asesor, incluso antes de asumir, para efectuar la transición con los equipos de Velasco. Ello también deberá extenderse a los servicios dependientes de Hacienda (Dipres, Tesorería) o tradicionalmente bajo su ámbito de influencia (SII, Aduanas).

Dos cargos críticos -históricamente "terreno" de Hacienda- serán los de superintendente de Valores y Seguros (SVS) y superintendente de Bancos e Instituciones Financieras (SBIF). Dado el perfil de Piñera y la trayectoria previa a su llegada a La Moneda, es probable que quiera tomar cartas directas en los nombramientos y por prudencia encomiende la tarea al Sistema de Alta Dirección Pública.

2. Tareas que deja Velasco

Todo gobierno deja cosas pendientes al que le sigue, de la misma manera que un gerente puede dejarle a otro un presupuesto aprobado o un plan de inversiones. El nuevo ministro deberá decidir rápidamente qué cosas elige tomar para concluirlas y cuáles desechar. Entre los pendientes más urgentes está implementar una política de inversiones para los fondos soberanos, cuyo proceso de diversificación hacia bonos de empresas y acciones fue interrumpido por la crisis financiera.

Existe la tentación de pensar que el próximo ministro de Hacienda deberá ser un hábil gerente de finanzas que integre el equipo ejecutivo liderado por un brillante gerente general. Yo mismo abuso de la analogía. Sin embargo, la administración del Estado es muy distinta a la administración de empresas. Ello no puede perderse de vista.

Otro ejemplo es la reforma al mercado de capitales (MK III), actualmente en la comisión de Hacienda del Senado. Si bien la administración actual no se acaba hasta el 10 de marzo, es muy probable que el nuevo gobierno logre convertir este proyecto en ley, si así lo decide. Las iniciativas que consideren beneficios tributarios -MK III expande la exención al impuesto a la ganancia de capital- deberán verse con mucho cuidado. El futuro ministro de Hacienda tendrá que analizar qué posibilidades tendrá ante un Congreso dominado por la oposición para presentar incentivos tributarios que puedan ser interpretados por opositores al gobierno como dirigidos a beneficiar a sectores de mayores ingresos. Por ello, puede ser conveniente empujar esta normativa ahora, quizás menos perfecta de lo que el gobierno entrante quisiese, mientras sea vista como una iniciativa de la administración actual.

También resulta relevante aprovechar el momentum generado por la entrada de Chile a la OCDE, para profundizar las reformas que este proceso implicó. Por ejemplo, extender cambios efectuados al gobierno corporativo de Codelco a otras empresas públicas, como ENAP o BancoEstado. Finalmente, el nuevo ministro y su equipo deberán decidir respecto a otras iniciativas que puedan estar ya listas en el cajón del escritorio de Velasco, como la reforma en la estructura de la SVS .

3. Cómo financiar el programa de gobierno

Durante su etapa como candidato, el ahora presidente electo efectuó 75 compromisos. Como un verdadero gerente de finanzas, el ministro de Hacienda deberá hacer lo antes posible su proyección de "usos y fuentes de fondos" para llevar a cabo esos compromisos. Por lo pronto, se deberá financiar el bono marzo de $ 40 mil, destinado a un millón de familias. Habrá que determinar los recursos fiscales que involucran el Ingreso Ético Familiar, con sus componentes Subsidio Único Familiar, Bono de Capacitación y Subsidio al Trabajo. A esto deberán sumarse otras iniciativas que implican un mayor gasto fiscal, como los incentivos necesarios para crear parte del millón de empleos; la duplicación de la subvención escolar; la eliminación del 7% de cotización de pensionados; el plan de viviendas sociales, que contempla 600 mil unidades de mejores estándares. Otros compromisos significan reducir recaudación, como la reducción de impuestos a pymes o hacer permanente la eliminación del impuesto de timbres y estampillas (que no forma parte de los 75 compromisos pero que muchos cercanos a Piñera han promovido).

Determinados los usos, Hacienda deberá abocarse a identificar las fuentes de financiamiento. Con un Presupuesto 2010 sin demasiadas holguras, deberá buscar otras alternativas. Piñera y sus asesores ya han planteado la posibilidad de revisar la regla de superávit estructural -actualmente en 0,5% del PIB- y llevarla a cero. Se generarán mayores recursos, aunque no de manera inmediata. También se deberá reducir gastos considerados innecesarios en la estructura pública, proceso que al igual que las empresas, tomará tiempo. Parte de ello se logrará con una mejor gestión y otro tanto racionalizando la estructura de la administración pública.

4. Reformas para alcanzar un 6% de crecimiento

Existe consenso que el mayor peso de las reformas necesarias para crecer al 6% anual cae en el ámbito microeconómico, es decir, en aquellas que apuntan a aumentar la productividad a nivel de industrias, sectores e incluso empresas individuales. Aterrizar esta aspiración en un plan concreto -tomando en cuenta que ahora debemos ajustarnos a estándares de país desarrollado en lo laboral y lo ambiental, así como un mayor nivel de protección social que reclaman los ciudadanos- requerirá no sólo de una gran cuota de creatividad y esfuerzo, de la misma manera que lo hacen las empresas que han logrado ser exitosas en nuestro país y en el mundo, sino también de la capacidad del ministro de Hacienda de participar de manera significativa en la generación de consensos políticos.

Existe la tentación de pensar que el próximo ministro de Hacienda deberá ser un hábil gerente de finanzas que integre el equipo ejecutivo liderado por un brillante gerente general. Yo mismo abuso algo de la analogía. Sin embargo, la administración del Estado es muy distinta a la administración de empresas. Ello no puede perderse de vista. Vale la pena recordar las palabras del ex presidente de EE.UU. Harry Truman, quien al ver que el general Eisenhower ganaba las elecciones en 1952, aseguraba: "Llegará acá diciendo: ¡Hagan esto! ¡Hagan lo otro! Y no ocurrirá nada. Porque el gobierno no es el Ejército. Y se sentirá muy frustrado".

* Director ejecutivo BlackRock

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