Por Claudia Farfán M. Enero 16, 2010

© Carolina Vargas

Eduardo Frei no fue su candidato en la primera vuelta. El escritor Pablo Simonetti le entregó su voto a ME-O. Decepcionado de las prácticas políticas de la coalición de gobierno, decidió por primera vez desde el retorno a la democracia no apoyar a la figura elegida por el oficialismo. Sin embargo, y pese a todo, entre Sebastián Piñera y Eduardo Frei, el conocido novelista opta por respaldar la candidatura  del senador DC.

Mientras prepara su próximo libro en su refugio de la V Región,  el  autor de La Barrera del Pudor -uno de los mayores éxitos literarios del 2009- hace una pausa para explicar las razones de su elección.

-¿Siempre ha votado por la Concertación?

-Sí.

-Pero ahora lo hizo por ME-O, ¿cómo se define desde el punto de vista político?

-Soy un progresista liberal, aunque algunos dicen que eso no existe (se ríe). Creo en la igualdad, en la diversidad, en la democracia. Por eso voté en contra de Pinochet y luego por la Concertación.

-¿Qué es progresismo, un concepto del cual hoy se apropian tanto en la derecha como en la izquierda?

-No lo entiendo como una "palabreja", tal como la han querido denostar. Lo entiendo como una oposición al conservadurismo de la derecha.

-¿Por qué no  le dio su apoyo a Frei el 13 de diciembre?

-Marco representaba de mejor manera el alma de la Concertación, el alma de una coalición progresista. Además, creo que Frei fue elegido cupularmente y, en ese sentido, hubo un error al no buscar otro nombre que tuviera la capacidad  de proyectar una imagen más de futuro.

-¿Por qué vota por él ahora? ¿Es el "mal menor"?

-No tengo una visión crítica de la Concertación, en el sentido de que ésta tenga que ser desalojada, tal como decía la famosa tesis de Andrés Allamand, que tiene la habilidad de estar siempre en el lugar equivocado. Sí considero que debe revisarse la forma de administrar el Estado; es decir, terminar con los compadrazgos, con los amiguismos y con la idea de que los partidos son dueños de los ministerios.

El gobierno de los mejores, no de los más amigos.

-¿Cree que Frei comparte esta visión?

 

-Pienso que Frei lo entendió, porque hizo un mea culpa e integró a gente nueva a su comando. Ha hecho un esfuerzo por acoger las propuestas de Océanos Azules, donde existe gente preparada, que no está contaminada por el poder. Votaré por Frei, porque es el líder de una Concertación en la que sigo creyendo. Lo que todavía nos une es la visión de un país cada vez más inclusivo y plural. Mucho de lo que somos hoy y de la amplitud de horizontes se lo debemos a esta coalición.

Hay que trabajar para superar la discriminación que existe en Chile en contra de las mujeres, de las minorías, de las personas más pobres. ¿Ve a un gobierno de derecha generando programas antidiscriminación en las escuelas públicas o privadas?

-El coordinador de Océanos Azules, Pablo Ruiz-Tagle, afirmó que parte del 80% de apoyo que logra Bachelet responde a una construcción mediática y no a la idea de una transformación profunda y necesaria para Chile. ¿Qué le parece este juicio?

-Lo que está tratando de hacer Océanos Azules -ha sido un trabajo muy honesto y dedicado- es mirar Chile a 10, 20 y 30 años plazo. Y, en ese sentido, por supuesto que el presente puede llegar a ser frustrante, como dice Pablo Ruiz-Tagle. Sin embargo, no es a la presidenta Bachelet a quien hay que indicar con el dedo. Si hay alguien a quien apuntar como responsable del lento desarrollo que ha existido en materias progresistas es a la derecha, porque vota consistentemente en contra de todos los proyectos importantes en el Congreso. Lo que hace es un permanente acto de bloqueo a la innovación.

Por qué no Piñera

-¿Qué diferencia sustantiva ve entre Frei y Piñera?

-Su mundo de pertenencia. Frei ha estado siempre en un mundo abierto y  republicano, como es el de la Concertación. No así Piñera. El sector que le dará gobernabilidad a Piñera es retrógrado. Él como persona tiene cierto nivel de apertura y ha sido muy hábil en apropiarse del eslogan del cambio. Sale con estrellas multicolores a la calle, pero ¿quién lo libra de la oscuridad de los prejuicios del sector que lo apoya? La derecha sigue siendo muy provinciana, sufre todavía del síndrome del Valle Central y continúa apegada a los valores de la Iglesia Católica. Le tienen miedo al futuro, a la diferencia, a la igualdad.

-¿Qué le preocupa de un gobierno de derecha?

-Pensemos, por ejemplo, en educación. Una de las grandes labores pendientes se refiere a la formación de los niños: desde ahí hay que trabajar para superar la discriminación que existe en Chile en contra de las mujeres, de las minorías, de las personas más pobres. ¿Ve a un gobierno de derecha generando programas antidiscriminación en las escuelas públicas o privadas? ¿Imagina a Evelyn Matthei o a Fernanda Otero -dos nombres que suenan para educación- promoviendo políticas en ese sentido?

-Entonces, no tiene fe en el eslogan del cambio que promueve Piñera.

-No es que no le crea. Es que él no puede hacerlo. Tendría que gobernar con la Concertación. Es cosa de ver quiénes son los presidentes de los partidos en la derecha. ¿A quién pondrá en la Secretaría General de Gobierno, que les da dinero a todas las fundaciones y ONGs? ¡Son más de tres mil los cargos que deberá nombrar a dedo! La voluntad de futuro que ha demostrado en su discurso no tiene ningún realismo en la acción política de su sector, que acata el discurso de la Iglesia Católica a pie juntillas. Ésta es una institución llamada a normar la vida de sus fieles, pero de ahí a que defina cómo deben ser las políticas públicas, hay una gran diferencia.

"El sector que le dará gobernabilidad a Piñera es retrógrado"

-Pero en los gobiernos de la Concertación también se han frenado temas de la agenda valórica.

-La Concertación ha actuado con timidez, claro que sí, pero lo están haciendo cada vez con mayor ahínco. No vamos a decir que Eduardo Frei es el más progresista de la Concertación, por supuesto que no, pero es un hombre de una coalición progresista. En su gobierno se votó la despenalización de la sodomía, por ejemplo, gracias al impulso que él mismo le dio a esa ley. Son gestos que para mí son muy coherentes.

-¿El respeto de la condición homosexual es el gran tema para usted?

-No, no, no. En los temas valóricos siempre hay ciertas fronteras que se van superando. Están también los derechos de las mujeres. Con respecto a esto último, recuerde cómo la derecha denostó a Michelle Bachelet cuando ella dijo que les iba a dar una posición relevante al establecer la paridad. ¡Y ahora parece que vieron la luz!¿No?

-Frei coincide con Piñera en que no promoverán el matrimonio entre parejas gays, sino sólo una legislación que las proteja en cuanto a la propiedad y administración de sus bienes.

-Mire, el 70% de la Concertación sí habla de matrimonio homosexual. Su generalísima de campaña, Carolina Tohá, es una ferviente defensora de los derechos de las minorías. Creo, sin embargo, que frente a este tema Frei ha utilizado un lenguaje pobre y desinformado. No ha comprendido cuál es el problema, porque no se trata de que a mí me den una seguridad doméstica. Nosotros buscamos el reconocimiento ciudadano y la igualdad de los derechos. Esto último significa que nosotros -gays y lesbianas- también podamos casarnos para establecer una familia y poder vivir en un entorno de amor, como las parejas heterosexuales.

-¿No considera un avance que Piñera incluyera a una pareja homosexual en su franja política?

-Me da la impresión de que se habla de ellos como si fueran unos alienígenas. Su objetivo era sólo comunicacional, porque no tiene ninguna base política. El presidente de su partido (Carlos Larraín) y la UDI no estaban ni siquiera por respaldar que aparecieran en la franja.

-Pero admitió una realidad que la clase política no había recogido antes.

-La visibilidad gay ha sido siempre el camino para lograr la igualdad de derechos. En la lucha contra la discriminación siempre es bueno que seamos capaces de aparecer frente al mundo, para decir que somos personas de valor para la sociedad y que contribuimos a su enriquecimiento. Cuando Piñera aparece al lado de dos hombres gays, tomados de la mano, por supuesto que esa imagen producirá un cambio de pensamiento en una señora o señor que lo esté mirando. Sobre todo, si pertenecen al ala que vota por la derecha desde siempre y su rechazo nace de la ignorancia.

La cultura a la derecha

-Mario Vargas Llosa y Jorge Edwards, entre otros, dieron su apoyo a Piñera, ¿cree que esta elección da por terminado el histórico ascendiente de la izquierda sobre el mundo de la cultura?

-La mayoría de los escritores está en contra de la elección de Piñera. Lo mismo ocurre con los artistas visuales y los actores. No es porque la actividad artística esté capturada por la izquierda de una manera ideológica: en general somos personas muy rebeldes y de ahí nace la fuerza de lo que hacemos. Lo que ocurre es que la derecha se escandaliza con todo y eso es no entender la libertad que se necesita para que el arte florezca. Además, ha cuestionado permanentemente el Fondart, acusándolo de financiar obras ofensivas para la patria  y  las buenas costumbres.

Creo que Vargas Llosa no comprende o no conoce el conservadurismo y el nivel de prejuicios en el que se mueve el sector que apoya a Piñera. No sabe que su idea de libertad está reñida con la idea de libertad que alberga la derecha.

-Las críticas al Fondart tienen que ver también con el amiguismo y con los intereses creados que hay allí.

-No es así. Yo no soy amigo de nadie y me han pedido ser jurado del Consejo del Libro. Ahí  priman razones literarias y, tal vez, de política literaria, que no tiene que ver con que tú seas de derecha o de izquierda.

-¿Qué casos podría citar como ejemplos de censura por parte de la derecha?

-Acuérdese cómo titulaba un diario de ese sector, La Segunda, en 1994: "Fondart financia obra gay". O el escándalo por la obra "Prat". En TVN los representantes de la derecha se han opuesto constantemente a que aparezcan temas de DD.HH. en las ficciones que produce el canal. También está la censura de La última  tentación de Cristo. Son muchos los casos.

-¿Qué hizo Frei por la cultura y las artes durante su gobierno?

-No me parece que sea el gran mecenas del arte del siglo XXI, pero por lo menos en estos temas sabe quedarse callado o preguntar la opinión de quien sabe.

-¿A Piñera no le interesa este tema?

-Partió metiendo la pata. En un principio dijo que los proyectos culturales se definirían por votación popular. Una demostración más de que él no entiende qué es arte. Pienso que tiene una mirada gerencial, y que no logra comprender su naturaleza porque no lo puede convertir en un proceso productivo. Puedo comprender esa mentalidad porque soy ingeniero y trabajé en la empresa privada.

-¿Cómo interpreta, entonces, la adhesión de Mario Vargas Llosa y de Jorge Edwards a su candidatura presidencial?

-Creo que Vargas Llosa, a quien he leído mucho, no comprende o no conoce el conservadurismo y el nivel de prejuicios en el que se mueve el sector que apoya a Piñera. No sabe que su idea de libertad está reñida con la idea de libertad que alberga la derecha. Tal vez Vargas Llosa y Edwards piensan a 20 años plazo y dicen: "Bueno, si queremos que la derecha se modernice tiene que gobernar y enfrentarse con el país real". Eso es mera utopía. Que primero cambien, después  veremos si votamos por ellos.

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