Por Cony Stipicic* Noviembre 7, 2009

© Juan Pablo Sierra

En enero de este año, durante una entrevista en el programa Terapia Chilensis de Radio Duna, Marco Enríquez-Ominami explicaba a sus escépticos interlocutores por qué un rebelde como él pensaba que alguien podría tomarse en serio su incipiente aventura presidencial. Lo suyo más bien parecía un gustito que venía a desordenar un escenario plano y poco resuelto. Un tonillo desafiante no hacía nada de mal, pero poco, muy poco, hacía presuponer entonces que en pocos meses el diputado -de apenas 35 años- le restaría al oficialismo una tajada importante de votos. La necesaria para asegurarse el triunfo.

Hace justo un año, cuando la trama del candidato era apenas una idea loca, el periodista Camilo Feres (32) lo escuchó y enganchó con su discurso. Se instaló con ME-O a diseñar un trabajo comunicacional para "aumentar la densidad de su propuesta política". Su imagen era la del díscolo farandulero y el análisis apuntaba a que cualquier cosa que quisiera hacer en el ámbito político "requería que tomara un camino de ampliación de su espectro", recuerda Feres, convertido hoy literalmente en la sombra del diputado y tributario de buena parte de los elogios por el exitoso diseño de la campaña.

-¿Hace un año, ME-O pensaba en la posibilidad de transformarse en candidato a La Moneda?

-Sí, yo siento que sí. Cuando conversé con Marco tenía esa idea. No la veía como algo descabellado. Decía: "Ésta es una carrera con una serie de etapas, y la culminante es la Presidencia de la República. Si no la corro, estoy en otra carrera". Esa mirada lo define mucho como personaje.

-¿Y cuál fue el diagnóstico profesional de Camilo Feres, dada la imagen de díscolo de ME-O? Podría haber pensado que simplemente se había "pegado en la cabeza".

-Sí, pero inmediatamente me pareció interesante. Esto se sitúa en el contexto de una conversación sobre el estado de la política, sobre cuáles eran los caminos que se abrían, qué significaba Bachelet en ese minuto. Un debate en el que Marco estaba más ajustado que yo a lo que finalmente ha sucedido. Olfateó mucho mejor el hecho de que, más allá de los problemas que ha enfrentado, el aporte simbólico de este gobierno terminaría siendo la despenalización de la innovación. Me lo dijo con esas palabras...

-¿La despenalización de la innovación?

-Yo pensaba en ese minuto que existía una cierta añoranza de figuras más paternales, como Lagos, en contraste con la cosa maternal de Bachelet… el clásico péndulo. Marco me dijo: "No, lo que Bachelet hizo fue despenalizar la innovación y lo que sigue de aquí en adelante es seguir en ese camino". Finalmente, y después de una etapa donde hablar de cambio parecía una locura dados los niveles de aprobación presidencial, hoy nuestro eslogan es "Sigue el cambio".

-La primera tarea fue hacer viable su candidatura...

-Sí, lograr que esa sonrisa que a muchos le sacaba su opción se fuese transformando en una promesa interesante. Teníamos que pelear esa resistencia. Nos abocamos a instalar la idea de que, más allá de todos los cálculos que se hicieran, no íbamos a negociar. Ésta no era una fórmula para llegar al Senado ni mantener un cupo. Se trataba efectivamente de llegar a diciembre. Además, por cómo se estaban dando las cosas y por los candidatos que había, contábamos con que ésta iba a ser una elección tremendamente aburrida. Y, por tanto, un pésimo negocio para los medios. Finalmente, sorteamos la primera barrera. De ahí en adelante, el tema fue quiero competir, quiero debatir y, ahora, quiero ganar.

-¿Por qué confrontar a Frei, más que colaborar o simplemente ignorarlo?

-No se trata de Frei. Hay dos planos: el político y el electoral. Desde el punto de vista electoral, no nos perdemos: tenemos una campaña de primera vuelta. Pensamos en la segunda vuelta porque estamos seguros de que vamos a estar ahí, pero no estamos haciendo nada por ella. No queremos que nos pase lo que a Lionel Jospin (quien quedó fuera de carrera frente a Jacques Chirac por la irrupción de Jean-Marie Le Pen). Carlos Ominami nos ilustró tempranamente en eso: "Ojo, que las campañas de segunda vuelta hacen que uno pierda la primera". Nuestro principal escollo es ganarle al segundo más fuerte. Y en ese sentido, Frei es la primera posta.

-¿Y en segunda vuelta?

-Decimos "la derecha no" y ya está hecho.

-Tanto Frei como Piñera ignoran a ME-O.

-Piñera tímidamente nos pega un par de raspacachos, pero todavía no toma en serio que la gran diferencia entre que pasemos nosotros o Frei es que con nosotros no tiene posibilidades de ganar. Marco tiene una cantidad de votos que en otras circunstancias se van a Piñera. Entonces, su único espacio de crecimiento es que nosotros no pasemos en diciembre. Sin embargo, ahí está: entre que nos pega y nos ningunea. Frei ha caído también en eso.

-Ésa es la consideración electoral. ¿Cuál es la política?

-Que Frei y Piñera son lo mismo. Son representantes del mismo esquema, de la misma dualidad que tiene capturada a la política, y que ha redundado en el desprestigio, en la falta de adhesión a los dos grandes bloques, en la escasa representación y representatividad de los partidos.

La noche de los cuchillos largos

-Si ME-O pasa a segunda vuelta, ¿negociarán con la Concertación para garantizar gobernabilidad y derrotar a Piñera?

-Yo creo que ese escenario no llegará. Es otro tema que quedará añejo, ya no cuadra dentro de la lógica que se observa en las encuestas.

-Insisto: para pelear en segunda vuelta, ME-O tiene que mostrar con quién gobernará. Hoy no tiene gente suficiente para dar garantías.

-Pero yo creo que no hay candidaturas que las tengan.

-Frei y Piñera le llevan ventaja en eso…

-No sólo sabemos que contaremos con los equipos necesarios, sino que sabemos que hay muchos ahí donde otros no han mirado. En nuestro comando todos los que estamos en la primera línea -y hacemos una trabajo que no por nada ha sido reconocido- no habríamos tenido espacio ni para servir los cafés en ninguno de los otros comandos. De eso se trata el recambio, no de un ejercicio generacional simple o de poner topes de edad a los cargos.

-¿De quiénes hablamos? ME-O se la ha jugado por dar nombres que, al final, no se han integrado al comando.

-Hablo de los comentaristas, columnistas, expertos en políticas públicas, miembros de los think tanks, que hoy no están en la política activa y que tampoco participan decididamente en el Estado.

El halcón

-Definamos el perfil de aquellos a los que convocarían para dar señales de gobernabilidad.

-Tienen idoneidad técnica. Tienen, muchos de ellos, probadas credenciales de interés en temas públicos. No todos son Concertación. Hay una tremenda cantidad de profesionales -hemos conversado con muchos de ellos- de excelente nivel, que hoy no están en Chile y que, claro, podrías definirlos tradicionalmente como Concertación o como Alianza, pero que ahora podrían identificarse con una tercera fuerza.

-¿La definición entonces es "la selección de los mejores"? Está un poco gastado el concepto.

-Pero es súpersincero y sensato. Existe gente preparada para cada uno de los puestos y cargos que tiene el Estado.

-¿Y sólo buscarían fuera de los partidos?

-No... son todos bienvenidos.

-ME-O ha declarado sus diferencias con las actuales directivas de los partidos. ¿Cabe esperar, en el escenario de que pase a segunda vuelta, que se venga la noche de los cuchillos largos?

-La Concertación no se ha caracterizado por vivir su proceso de manera acelerada, ni rápida, ni sintética. Son instituciones de larga data la mayoría de ellas; no creo que pueda venir una debacle. Lo que sí, Marco va a tener mucho que decir en muy poco tiempo. Los partidos tendrán que resolver internamente esas heridas, pasarse esas cuentas. Lo importante es que lo hagan de la forma más sana posible. No creo que pase nada de la noche a la mañana. Cada uno vive ya su propio proceso: algunos de extinción, otros de desintegración. Lo que sí es dable esperar es que mucho del corazón que está detrás, que hoy ha estado representado por una diversidad de partidos, sí esté a disposición de un trabajo de segunda vuelta.

Statu quo vs. cambio

-¿En qué se transforma ME-O al día siguiente de perder en primera vuelta?

-De más está decir que ése es un escenario en el que no nos ponemos.

-Es impensable que esa posibilidad no esté en el análisis de un trabajo serio.

-Y por lo mismo creemos que no sucederá. Vemos esto mucho más parecido al fenómeno Ravinet que a otra cosa. Ravinet actuó con soberbia. Ninguneó y trató de perro chico a Zalaquett. Independiente de las cifras, aquí hay una fuerza que se ha adelantado a todos. Los analistas han tenido que ir ajustando cada dos meses sus proyecciones. Ahora, la pregunta es tan compleja como el escenario de segunda vuelta para los partidos de la Concertación. Es decir, hay que descremar qué de todo esto es un movimiento relativamente consolidado y qué no lo es. Y, en ese sentido, la expectativa para el que se quede en primera vuelta estará dada por las apuestas que haga. No nos hemos puesto en ese escenario, y no nos vamos a poner.

-Francisco de la Maza decía en El Mercurio que bajo ninguna circunstancia ME-O tenía que negociar con Frei o Piñera, porque si lo hacía se perdería como fenómeno.

-La gran diferencia entre los candidatos ya no es el Sí o el No, sino que sólo uno de ellos no tenía edad para votar en 1988. La pelea simbólica de esta elección es quiénes representan lo viejo y nuevo, la división entre statu quo y cambio. En ese eje estamos mejor posicionados que nadie. ¿Cuán creíbles serán las estructuras partidarias de la Concertación y la derecha para encarnar esa demanda? Nosotros, hasta ahora, estamos siendo creíbles. Y a partir de esa credibilidad es que pasaremos a segunda vuelta. El "legado" de esta candidatura es dejar el siglo XX atrás porque vivimos en la era de la conversación. Ya no estamos dispuestos a ser sermoneados. Marco se disparó porque es el único dispuesto a conversar, y eso la gente lo reconoce. Eludir la conversación es la marca típica de la política 1.0 que ya dejamos atrás cuando elegimos a Bachelet. No creo que vuelva.

Carlos Ominami nos ilustró tempranamente: "Ojo, que las campañas de segunda vuelta hacen que uno pierda la primera". Nuestro principal escollo es ganarle al segundo más fuerte. Y en ese sentido, Frei es la primera posta. -¿Y en segunda vuelta? -Decimos "la derecha no" y ya está hecho.

-Dentro del comando hay diferencias respecto de negociar o no. Ya se habla de halcones y palomas. Y curiosamente quienes están por acercarse a la Concertación son quienes aparecen más vinculados al statu quo, como el mismo Carlos Ominami.

-No es una diferencia tan importante. El que uno tenga maneras distintas de aproximarse a las cosas no es un problema en este caso. Recordemos además que Carlos, que sintetiza casi el paradigma de uno de estos sectores, dejó su partido y su cupo por sumarse a esta candidatura.

-Se puede pensar que Ominami preferiría negociar, porque si su hijo pierde, se queda fuera de cualquier opción.

-¡Pero él apostó por la candidatura cuando ni siquiera tenía opciones numéricas para pasar a la segunda vuelta!

-Era su hijo...

-Ante la dicotomía, optó por el proyecto que su hijo encabeza. Así que tampoco es tan negociador compulsivo. En ese minuto no negoció. Se sumó a un cambio súperbrutal, desde la perspectiva de lo que él construyó. Es uno de los arquitectos de la Concertación.

-¿Administrar esas diferencias hasta dónde puede tensionar internamente al comando?

-Algunos centímetros más por columna, porque es interesante para los medios. Desde la perspectiva nuestra, no es un gran tema.

-¿Han tenido acercamientos con gente como Guido Girardi, quien se ha mostrado proclive a negociar con ME-O?

-No. Categóricamente no.

-Él les ha hecho varios guiños...

-Ésa es la forma que tiene de hacer política Guido Girardi. No le veo nada de raro. Pero no tiene un correlato con algún espacio abierto para eso en la candidatura.

-¿Cree en la convicción de Girardi o ve oportunismo?

-Prefiero suponer las mejores intenciones. La sobrevivencia de cualquier partido está en mantener sus adhesiones en el tiempo. Y dadas las cosas, la mayoría de los dirigentes partidarios estará pensando cómo será el día siguiente. Pero, sea por convicción u oportunismo, no hay un espacio para esa negociación.

-No son pocos los que creen que las diferencias programáticas al interior del comando podrían hacer inviable un gobierno de ME-O.

-Discrepo. Para nosotros, esa diferencia no es un problema, es una ventaja. Además, fuimos los primeros en presentar programas y propuestas programáticas, con ejes centrales: la reforma tributaria, la educacional y la reforma del régimen político. De esos tres buques madres emana una enorme cantidad de externalidades, de efectos que están concadenados. En eso, la candidatura no solamente es viable, no sólo tiene altos niveles de acuerdo, no sólo tiene respaldo técnico, sino que además es creíble.

-Alvaro Díaz escribía en The Clinic que Marco es ideal para salir a comer o encontrárselo en las vacaciones, pero no para gobernar. Y que detrás suyo no aparecen los creadores, los trabajadores serios y dedicados. No es el único que tiene esas dudas.

-¿Que no se ven los trabajadores serios tras él? Lo invito una semana al comando. Ninguno de nosotros habríamos calificado para la lista de los "garantes de la gobernabilidad" que se nos solicita; en ningún otro espacio habríamos asumido las funciones y responsabilidades que hemos asumido. ¿Estábamos preparados? Parece que sí.

* Directora de Radio Duna

Relacionados