Por Roberto Farías, desde Ercilla Septiembre 5, 2009

De pronto se altera el límite sur del pequeño fundo La Romana, de René Urban, donde Carabineros tiene un puesto de vigilancia permanente desde 2002. El puesto evolucionó desde un simple techo a una consolidada casucha de latas apedreadas, con dos camastros, una cocina a gas y un equipo de radio en su interior.

Desde afuera se oye cómo un carabinero grita por radio:

-Atención Malleco 3, Malleco 3.

Ése es el apelativo radial del teniente coronel Claudio Meneses, a cargo de los destacamentos destinados al "conflicto mapuche" en toda la provincia de Malleco, al norte de la IX Región.

-Mi comandante, en estos momentos se están tomando La Romana, cambio.

Miro la hora: 13:10 del miércoles 26 de agosto. Han pasado exactamente diez días de la muerte del comunero Jaime Mendoza Collío, ocurrida 18 kilómetros al norte de ahí, cerca de Collipulli.

-Se aprecia corte de camino -dice el carabinero, mirando por largavistas-, apedreos, humo a lo lejos y una pequeña ruca al interior del fundo…

Comienza la acción. Los carabineros reemplazan sus gorros de lana por cascos. El cielo nublado amenaza con lluvia. Desde la loma se domina un estrecho valle donde diviso los techos de la comunidad Temucuicui. Unos huertos verde claro. Al fondo, cerros oscuros con bosques de pino. Veo personas encapuchadas reptando por los prados en todas direcciones. Uno de gamulán lleva una escopeta y se agazapa en el bosque.

Un carabinero toma su rifle disuasivo y lanza un sonoro tiro que retumba por todo el campo en repetidos ecos. Llueven piedras y garabatos sobre la casucha. Empieza otra jornada del "conflicto mapuche".

Este año, mapuches han roto los cercos e ingresado diez veces a La Romana con barricadas, fogatas y piedras, arruinando la siembra de avena. Luego de la muerte de Mendoza Collío, es cosa de todos los días. Desde el 2001, han atacado 64 veces a René Urban. Le han quemado su casa, bodegas y un camión. Le han asesinado animales.

Guerra Mapuche

René Urban tiene varios fundos en las cercanías de Ercilla. Ha sido atacado 64 veces por mapuches.

En su casucha de La Romana, Carabineros tiene apostados dos efectivos de Fuerzas Especiales las 24 horas del día, además de un carro lanzagases. A unos 300 metros de allí, donde termina ese predio y comienza el fundo Montenegro -también de Urban-, viven otros cuatro efectivos policiales instalados en los restos de la casa patronal que mapuches no identificados quemaron el 2002. Sobre un cerro, en una caseta, hay otros carabineros con largavistas de largo alcance y escopetas.

A René Urban lo escolta un PPI (Protección a Persona Importante). Este carabinero de civil lo protege día y noche desde que, hace ochos años, le incendiaron un camión con él dentro y donde resultó herido. Además, otros dos PPI protegen a su hijo Héctor y a su hija Melanie, quienes viven cerca de su padre en el fundo familiar de Agua Buena, en las afueras de Ercilla. Todos han recibido amenazas.

En total, René Urban tiene asignados a su protección 18 carabineros, quienes se turnan para protegerlo a él y sus tierras las 24 horas. El doble de todo el personal que hay en Ercilla, donde hay apenas 9 policías. Más la vigilancia personal a otros tres agricultores de la zona y la vigilancia a una docena de predios en Ercilla, Collipulli, Vilcún y Angol, en toda la región hay un destacamento de casi 200 efectivos especialmente destinados al tema. Algunos llevan cinco años en eso.

Don Renecito

Otro día, conversando en la amplia cocina de la casa de René Urban, en su fundo Agua Buena, donde este descendiente de alemanes de 65 años y un metro 96 se apresta a almorzar porotos con longaniza, suena el teléfono desde el living. Un vecino de Pidima, 10 kilómetros al norte, oyó una andanada de disparos y teme que sea un ataque indígena.

-Pucha la lesera -dice Urban, parándose pesadamente de la silla-, de nuevo me van a echar a perder el almuerzo estos terroristas.

Guerra Mapuche

Juan Segundo Huenchullán Queipul es ex lonco de la comunidad Temucuicui. Vecino de René Urban.

Desde que los mapuches de Temucuicui comenzaron a atacar sus tierras, Urban se ha desvelado, amargado y deteriorado físicamente. Tiene un by pass. No es un latifundista como lo pintan. Tiene 5 pequeños fundos que suman 600 hectáreas. Antes tuvo 30 trabajadores y 300 vacas. Hoy sólo 56 vacas y 7 trabajadores. Él mismo debe cargar los fardos y arrear los terneros en su camioneta.

En estos mismos fundos nació y convivió con sus vecinos mapuches. Muchos de ellos, incluso, fueron peones en las tierras de su padre y su abuelo, Enrique Urban, quien llegó aquí en 1903 y compró tierras a la sucesión de Martín Ruff, el primer colono en adquirir predios mapuches de Temucuicui.

-Yo jugaba con los mapuches. Con los hijos de los peones Marihuán, con los Huenchullán. Aprendí a jugar chueca, palín. Pero a mi papá le gustaba más el rodeo -dice Urban.

Me muestra fotos en el living y una serie de trofeos. En un equipo de música suena Inti-Illimani. Su hija Melanie llama por celular a Angol y trata de averiguar si Carabineros tiene antecedentes sobre la balacera en Pidima.

La madre de Urban, Melanie Pagnard, era profesora normalista y creó la primera escuela básica en toda la zona dentro del fundo Montenegro.

-Yo mismo estudié hasta segundo básico con los niños mapuches -dice. Después se fue a Ercilla y luego al Instituto Agrícola de Angol. En los 50 se hizo cargo de los tres fundos familiares: Agua Buena -a ambos lados de la carretera en Ercilla-, Montenegro y La Romana; estos últimos junto a Temucuicui.

-Nunca tuvimos un solo problema. Dejaba entrar a los mapuches a sacar hongos, a hacer sus rituales en el cerro Nelon Traro. Pero en 1990…y especialmente en 1993, empezaron a atacar Alaska -dice. Se refiere al inmenso fundo forestal de Mininco, aledaño a Montenegro y La Romana.

-Venían los mapuches y me decían: "Usted no se preocupe don Renecito, que contra usted no es la cuestión. A usted nunca le vamos a hacer nada. ¡Ja!

Fue tanto el acoso a Mininco, que Urban decidió abandonar la zona y vender 2 mil hectáreas a la Conadi para traspasárselas a Temucuicui en $1.300 millones.

Sin Mininco, Urban quedó solo en todo Temucuicui y el 2001 empezaron a atacarlo. A él y a sus propiedades. Le han apedreado, insultado, disparado y amenazado. En las calles de Ercilla hay rayados en su contra: "¡Urban asesino!", "¡Urban fuera ya!".

Pregunto por ellos, con cierto temor. Y, sorprendentemente, la gente en vez de odiarlo lo quiere. Una anciana, de claro aspecto mapuche me dice:

-Don Renecito es una víctima. Lo ubica allá en su casa.

Viaje al corazón de la guerra mapuche

Pueblo destartalado

Después que las familias Paterson, Ruff, Kutz y otra docena de colonos -que eran la clase alta de Ercilla- vendieron sus tierras a las forestales entre los 70 y  80 y emigraron, los Urban son los únicos medianos agricultores que van quedando en Ercilla. Si van a la única bomba de bencina, los atiende el dueño. Si van a la comisaría, sale el oficial. Son los más acaudalados, porque en este pueblo predomina una decadente pobreza. La agricultura -que generaba trabajo y comercio- cambió al monocultivo de pino forestal para celulosa.

-Eso trajo mucho desempleo. Porque dígame usted, ¿de qué vive un pueblo mientras pasan los 20 años que demoran los pinos en crecer? -dice Urban.

Efectivamente, el pueblo de 3.500 habitantes luce destartalado. Las construcciones más recientes -el liceo y la posta- datan de los 80. Todo el resto son bodegas abandonadas, óxido, moho y pintura descascarada. Antes había hasta un Festival de la Cereza, el principal cultivo de Ercilla. Hoy ya ni eso.

-Si a eso se suma el conflicto mapuche… Ercilla jodió… dígame usted si no.

Claro, los campesinos ya pobres se empobrecieron aún más. Con el regreso de la democracia, los mapuches empezaron el reclamo de tierras a las forestales y de ahí pasaron a pedir las de Urban y de los pocos agricultores que quedan.

Durante lo que queda de la tarde, la trifulca en Pidima se aclara un poco. No eran terroristas mapuches -como él les llama, "la Bachelet era de los mismos" suele decir-, sino jóvenes de Temuco que salieron a cazar. Ésas eran las andanadas de disparos que retumbaban por el campo y que casi encienden la mecha una vez más.

Granadas y balines

Volvamos al miércoles pasado. A las 15:40 llega Malleco 3 desde Angol, acompañado de media docena de refuerzos en camionetas. Los mapuches retroceden. Caen piedras y parten lacrimógenas de vuelta.

Desde que hace dos décadas se reactivó el conflicto mapuche, Juan Huenchullán ha tenido a sus seis hijos presos por la Ley Antiterrorista, Ley de Seguridad Interior del Estado, incendio, amenazas, robo, hurto, abigeato y homicidio frustrado en contra de carabineros. -¿Qué les inculcó a sus hijos que salieron tan combativos? -Pucha, no sé. No dejarse esclavizar como estábamos nosotros y estudiar...

A las 16:25 llega Malleco 1. El coronel Iván Bezmalinovic, prefecto de Malleco. Reemplaza su traje de oficial por un chaleco antibalas y un casco. Pide el lanzagranadas y dispara tres bombas al hilo hacia las praderas. Después pide una escopeta y dispara más balines que todos los carabineros a su cargo. Distribuye las tropas como en las películas.

-Que la infantería de Malleco 3 ataque por el bosque - ordena.

Malleco 3 avanza por el ex fundo Alaska, que ahora pertenece a los mapuches de Temucuicui. Son 1.940 hectáreas de cerros crispados, con restos de lo que fueron las plantaciones de pinos. Desde el puesto de vigilancia parece que a los mapuches no les gustara el predio. Sólo tienen ahí unos cuantos animales y algunas huertas.

Carabineros entra al lugar sin permiso y arremete contra los comuneros. Por la radio avisan que otro grupo mapuche se tomó la Municipalidad de Galvarino. Y en Temuco hay desórdenes en uno de los seis hogares universitarios indígenas.

El cacique jubilado

-¡1.900 hectáreas adquiridas por la Conadi para Temucuicui… para la comunidad conflictiva… suena superbién en la prensa!- dice Juan Segundo Huenchullán Queipul, ex lonco por 10 años de Temucuicui y vecino de René Urban.

-Pero nadie dice -continúa- que éstas están regidas por el Decreto 700 del Ministerio de Agricultura, que las destinó a predios forestales y las inhabilita para todo tipo de subsidio agrícola.

El viejo de 60 años se acomoda en una verja de su tierra y mira los predios aledaños, llenos de troncos de pino calcinados, que Mininco taló antes de vender.

-Nos costó 10 años de protestas, tomas y baleos hasta que Mininco se rindió y se fue.

Guerra Mapuche

En Ercilla hay varios muros rayados con consignas contra René Urban y su familia.

Pero los terrenos de Alaska no se pueden cultivar sin maquinaria pesada para arrancar las raíces. En Temucuicui sólo hay tres familias, con algunos vehículos viejos. Arados tirados por bueyes. Ningún tractor.

Hace tres años que el Ministerio de Agricultura niega a Temucuicui diversos préstamos agrícolas por el famoso Decreto 700. Después de protestas y cortes del camino, se comprometieron a estudiar "una excepción legal" para otorgar financiamiento a los mapuches. Pero la burocracia parece insalvable.

Entonces, loncos y werkenes optaron por reiniciar la recuperación de tierras. Esta vez las de Urban, las únicas praderas 100% cultivables de la zona que van quedando en manos particulares. La Conadi les prometió el 2000 comprar tierras de Urban y tasaron los predios Montenegro y La Romana: aunque no han dado una cifra, se especula que los vendería en $ 3 mil millones, es decir, $5 millones la hectárea. El proceso, sin embargo, sigue estancado.

Desde que hace dos décadas se reactivó el conflicto mapuche, Juan Huenchullán ha tenido a sus seis hijos presos por la Ley Antiterrorista, Ley de Seguridad Interior del Estado, incendio, amenazas, robo, hurto, abigeato y homicidio frustrado en contra de carabineros, el delito de moda en Temuco: ya van 24 denuncias, sólo este año. La mayoría ha sido absuelta. El apellido Huenchullán es tan emblemático como el de Urban.

-¿Qué les inculcó a sus hijos que salieron tan combativos?

-Pucha, no sé. No dejarse esclavizar como estábamos nosotros y estudiar…

Pero estudiar es una cosa y lograrlo otra. Todavía ningún habitante de Temucuicui logra un título profesional. Huenchullán dice que él estudió en la escuela de "la señora Urban", como llama a la señora Pagnard.

-Pero nos enseñaba a la fuerza. Si nos pillaba hablando en mapuche, nos pegaba con un punto. O nos arrodillaban sobre arvejas. Sinceramente, no sé cómo aprendimos a leer. Porque en la casa hablábamos únicamente mapuche y en la escuela únicamente español.

Además de la desconfianza de entrada que siempre manifiestan los mapuches. Se respira un antiguo rencor.

Viaje al corazón de la guerra mapuche

Y continúa:

-Mi padre Nazario nunca tuvo un sueldo. Cuando trabajó para los Urban o los Paterson le pagaban con un saquito de harina. Un saquito de porotos. Y con un temor tremendo fuimos perdiendo la tierra, hasta quedar sin ni un pedazo.

En el Archivo de Asuntos Indígenas de Temuco reviso después el mapa dibujado en tela de Temucuicui de 1884. Fue el primer Título de Merced otorgado a mapuches  por Cornelio Saavedra. Incluye las tierras de Urban, Ruff y otros colonos, que las compraron a indígenas en sucesivas divisiones, nunca muy aclaradas por la historia.

-Muchas cosas pasaron sin que nadie hiciera nada. A mí, las primeras veces que me interrogaron (1993), me tuvieron amarrado a un árbol y me encerraron en un subterráneo de la casa patronal del fundo Alaska. Nadie investigó nuestras denuncias -dice Huenchullán.

Dice que su padre murió atropellado sospechosamente en el camino entre Ercilla y Temucuicui, en 2005, sin que jamás se encontraran culpables. Dos años después, su hijo Jorge Huenchullán, ex werkén de Temucuicui, fue arrollado a toda velocidad supuestamente por Héctor Urban -hijo de René- en el mismo camino. Hasta ahora no se investiga la denuncia.

En el 2002, la Conadi le compró 10 hectáreas cultivables al agricultor Luis Seitz y se las dio a Juan Huenchullán. Se jubiló de lonco. Pero su casa, donde vive con su mujer y una hija, no tiene lujos. Muebles destartalados. Sin agua potable ni alcantarillado. Piso de tierra. El cuello de su camisa luce gastadísimo. Su chaleco, numerosos hoyos. También sus zapatos. Pero sobrevive.

En Temucuicui se ve una pobreza sólo un poco mejor que la de un campamento en Santiago. Hacinamiento, niños con mocos colgando, mediaguas sumidas en el barro y ampliadas con latas y plástico. La iglesia abandonada y desmantelada. La posta y la escuela con grafitis en mapudungún.

De repente se ve una que otra casa en mejor estado de comuneros que, en su mayoría, no se meten en el conflicto y se han "chilenizado". Es decir, trabajan para el patrón o las forestales, ahorran y viven del comercio.

El reino de la amenaza

-Nuestro apellido está manchado -dice Jaime Huenchullán, de 25 años.

Guerra Mapuche

La comunidad mapuche de Temucuicui es y ha sido escenario de violentas manifestaciones.

Lo traslado hasta su casa en Temucuicui ahora que fue absuelto. Estuvo dos años prófugo. Un año antes, esto me podría haber costado caro. Eduardo Mella, un reputado trabajador social y autor de varios libros sobre violencia contra los indígenas, fue inmediatamente despedido tras llevar a Jaime de urgencia con una pancreatitis aguda mientras éste se encontraba prófugo.

Los abogados Pablo Ortega y Jaime Madariaga son de los pocos penalistas que defienden a los mapuches. Dicen que han sufrido amenazas e intervenciones telefónicas. Ortega cuenta que en dos ocasiones le soltaron una rueda del auto para que se estrellara. A Madariaga le quemaron la camioneta. Le cortaron los frenos. Algunos colegas le han quitado el saludo. Otros les dan apoyo, pero en privado.

Ortega dice:

-En la Octava Región siento admiración. En la Novena, menosprecio.

En la contraparte, son pocos los abogados que se arriesgan a representar a los agricultores en las numerosas demandas y querellas. Carlos Tenorio, que defiende a René Urban, es financiado por la Sociedad de Fomento, SOFO.

-Nuestro apellido también está marcado- dice René Urban. Muchos amigos se alejaron por temor. Si nos ven en la calle de Ercilla, nos saludan apurados, mirando para todos lados.

Cuando demasiados mapuches o demasiados hijos y peones de agricultores se aparecen por las cantinas de Ercilla, es signo de trifulca. El bar Negus se cierra cuando llega una mayoría de uno u otro bando. El dueño lo hace para evitarse líos con Carabineros.

En total, René Urban tiene asignados a su protección 18 carabineros, quienes se turnan para protegerlo a él y sus tierras las 24 horas. El doble de todo el personal de Ercilla, que cuenta apenas con 9 policías. En toda la región hay un destacamento de casi 200 efectivos especialmente destinados al tema. Algunos llevan cinco años en eso.

Cada vez que se toman La Romana o se anuncia una marcha, Ercilla se despuebla. Los negocios bajan la cortina. La gente se guarda. Cuando ocurrió lo del comunero Jaime Mendoza Collío no se vio un alma en la calle. Después, el alcalde suspendió las clases por dos días.

-Hubo rumores de que hasta iban a atacar el cuartel policial- me dice Alfonso Velázquez, un anciano jubilado que se sienta en la plaza de Ercilla con el diario bajo el brazo.

Pero era pura alharaca. De esos días sólo quedan restos de neumáticos quemados en la carretera y muchos carros policiales en vigilancia permanente.

Urban, por su parte, cree que aunque vendiera todas sus tierras a la Conadi, las cosas no mejorarían.

-¿Para dónde me voy a ir? -dice-. ¿Quién me va a vender tierra? ¡Porque muchos creen que llevaré el conflicto mapuche conmigo!

Como si tuviera la lepra, ninguna autoridad se ha acercado a conversar con él. El subsecretario de Interior, Patricio Rosende, sobrevoló su predio en helicóptero. El enviado especial Rodrigo Egaña lo dejó con la mano estirada. Esperaban que el nuevo consejero de Pueblos Indígenas, José Antonio Viera-Gallo, se apareciera por la toma de La Romana, pero no llegó.

En blanco

El miércoles de la semana pasada, a eso de las 6 de la tarde, los mapuches ya habían retrocedido casi hasta sus propias casas. Cuando el sol se oculta, todo termina.

Una vez desalojado el predio y como quien regresa a su oficina, Malleco 1 se despide de René Urban como viejos amigos. Antes de partir, Malleco 3 llama a su casa para que le vayan a buscar sus hijos al colegio.

Voy a Temucuicui por detrás y el humo de las lacrimógenas llega hasta la escuela.

-Una vez, en la clase de sexto básico (en el libro de Comprensión del Entorno) salía un párrafo sobre el conflicto mapuche. Allí se describía el atentado donde me quemaron el camión, y un espacio para que se propusiera una solución al respecto-, cuenta René Urban.

Felipe, su nieto mayor, de diez años, quien va al colegio en Ercilla, dejó la respuesta en blanco.

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