Por Raúl Tola // Corresponsal en Perú. // Foto: Latinstock Julio 21, 2017

El gobierno de Pedro Pablo Kuczynski (PPK) cumple su primer año en Perú con más dudas que certezas. La llegada a la presidencia de este economista liberal, exitoso banquero de inversión y varias veces ministro de Estado pareció un aviso de las turbulencias que se avecinarían en los doce últimos meses. En la votación de 2016 enfrentó a Keiko Fujimori, líder de Fuerza Popular e hija del ex mandatario Alberto Fujimori (preso por corrupción y violación a los derechos humanos). Kuczynski marchó rezagado toda la campaña y recién consiguió revertir las preferencias en la última semana, para ganar por escasos 40.000 votos.

Junto con el cargo, PPK obtuvo de aquellas elecciones su principal obstáculo para gobernar: la tensa relación con Fuerza Popular, que controla la mayoría absoluta del Congreso. Desde el primer día, el fujimorismo se mostró incapaz de asimilar su derrota y empleó toda su fuerza para demostrarlo. La primera confrontación grave se produjo cuando emprendió una agresiva ofensiva contra el ministro de Educación, Jaime Saavedra. Terminó censurándolo dos días después de publicado el informe PISA, donde Perú mostraba los mayores avances en educación en la región. Parecía ser sólo el comienzo.

Semejantes demostraciones de músculo tuvieron que interrumpirse forzosamente en marzo de este año, cuando una emergencia de lluvias e inundaciones masivas se abatió sobre el país. El fenómeno de El Niño costero se saldó con cerca de un centenar de muertos, casi 800.000 afectados y una estela de devastación nacional.

Pasada la crisis climática, el pulso entre poderes recrudeció. Esta vez el disparador fue la construcción del nuevo aeropuerto del Cusco, en la provincia de Chinchero. Para destrabar la obra, el gobierno de PPK firmó una adenda donde asumió el financiamiento del proyecto. Los críticos afirmaron que esta medida modificaba las reglas originales del concurso, que de ser una asociación público-privada pasaba a ser una obra pública. La polémica forzó la renuncia del ministro de Transportes y Comunicaciones, Martín Vizcarra.

"En un país tan voluble como Perú, las treguas suelen ser efímeras y dan paso a las peores tempestades”.

Poco después llegaría el turno del ministro de Economía, Alfredo Thorne. Hombre de confianza de Kuczynski, debió comparecer ante el Congreso por la publicación de un audio donde se lo escuchaba hablar con el contralor general, Édgar Alarcón. Algunas frases del diálogo daban a entender que Thorne ejercía presiones para obtener un informe favorable sobre Chinchero. Aunque la versión completa del audio demostró que el intento de extorsión no se produjo, la suerte ya estaba echada.

Thorne fue reemplazado por el también presidente del Consejo de Ministros, Fernando Zavala, en lo que se ha interpretado como una señal de aislamiento del gobierno, incapaz de reclutar sangre nueva para el gabinete. A Zavala le toca afrontar el difícil reto de reactivar la economía del país, desacelerada por una combinación de factores como la emergencia climática o el entrampamiento de proyectos de inversión emblemáticos.

Otro gran factor que ha frenado la economía peruana es la corrupción. A fines del año pasado, Marcelo Odebrecht reconoció haber destinado US$29 millones para sobornar a funcionarios públicos entre 2005 y 2014, y las consecuencias no se han hecho esperar. De los tres presidentes que gobernaron en esos años, sólo Alan García ha logrado eludir a la justicia. Ollanta Humala está en prisión preventiva por un pago de US$3 millones para la campaña de 2011. Alejandro Toledo está prófugo en los Estados Unidos, por recibir US$20 millones para favorecer a la constructora en una concesión.

Tampoco puede soslayarse la responsabilidad del propio gobierno. A Kuczynski se le han criticado sus imprudentes declaraciones, su terquedad y su falta de una estrategia política descifrable.

Aunque no se presentó tan tumultuoso, el frente externo tuvo sus propios titulares. Pedro Pablo Kuczynski fue el primer presidente de la región en reunirse con Donald Trump. Además de las relaciones bilaterales, ambos hablaron de Venezuela, país con el que Perú ha tenido más de un desencuentro. Con Ecuador ha surgido un diferendo por la construcción de un muro que incumple el acuerdo que cerró la frontera común. Distinto es el panorama con el gobierno de Michelle Bachelet, con el que se ha iniciado un paulatino deshielo, una vez pasado el diferendo por la delimitación marítima. Prueba de ello es el primer gabinete binacional que se realizó este mes en Lima.

Kuczynski parece entrar a su segundo año con mejores augurios. Para comenzar, porque se espera que la economía —que cerrará 2017 con cifras muy modestas— tenga un rebote el 2018, empujada por el sector construcción, que se empleará en recuperar la devastación del fenómeno climático de El Niño costero. Pero, también, porque en el momento de mayor crispación, a mediados de julio, PPK y Keiko Fujimori acordaron reunirse. Esta cumbre parece haber desinflado las tensiones y concluyó con un acuerdo de alto al fuego. Esto puede allanarle el camino, pero no le garantiza nada. En un país tan voluble como Perú, las treguas suelen ser efímeras y dan paso a las peores tempestades.

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