Por Jonás Preller Roldán Junio 2, 2017

Trece años. 4.700 días. 13 mil uniformados.
La misión chilena en Haití es la más extensa en tiempo y contingente que recuerden las Fuerzas Armadas chilenas, pero con una particularidad: fue una misión de paz. Batallones que buscaban restablecer el orden, la salubridad, el sentido de un país que no sólo ha sido devastado por terremotos o catástrofes ambientales.
Históricamente, Haití ha sido una tierra fértil para regímenes dictatoriales, violaciones a los derechos humanos y caudillos que sólo buscaban enriquecerse, sumiendo a su país en la más cruda pobreza.
De hecho, se estima que durante las dictaduras de los Duvalier (padre e hijo), entre 1957 y 1986, cerca de 60 mil civiles fueron asesinados por aparatos del gobierno. La corrupción tampoco fue ajena a estos regímenes, pues organismos internacionales estiman que François y Jean-Claude Duvalier se hicieron de una fortuna cercana a US$600 millones durante sus mandatos.
Ese fue el contexto al que se enfrentaron las tropas chilenas. Y esa fue la moral que trataron de levantar como parte de la misión de Naciones Unidas para la Estabilización en Haití (Minustah).
Esta es la historia de nuestros cascos azules en un país golpeado por la desgracia y la desesperanza.

Jonás Preller Roldán
Director

jonas.preller@quepasa.cl
@jonaspreller

 

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