Por Manu Chatlani, director ejecutivo de Jelly Marzo 10, 2017

Vamos al cine. Drago contra Balboa. Todo en contra. Casi sin posibilidades de ganar. El norteamericano contra las cuerdas mientras recibe golpes del ruso. Uno a uno. Todos piensan que el gigante va a terminar por destruir a Rocky. De la nada el “italian stallion” gira. Derechazo. Drago sangra. Pero no cae. Lo peor puede estar por venir. Eso es lo que está pasando hoy en el round entre el imperio de Facebook y Snapchat.

El 2016, Snapchat era la red social de moda. Con un crecimiento explosivo pasó a tener más de 100 millones de usuarios activos que consumían 10 mil millones de videos cada día. Era, como lo dijo su CEO, Evan Spiegel, alguna vez: “No se trata de capturar el momento de Kodak tradicional. Se trata de comunicar con el rango completo de la emoción humana, no sólo lo que aparece como hermoso o perfecto”. Fotos y videos en historias que duran 24 horas para todos los que te siguen. Una verdadera adicción. Toda una generación marcada por la plataforma que se enfoca en mostrar la vida tal como es. Sin adornos.

Se sumaron celebrities —Rihanna, Lady Gaga, Arnold Schwarzenegger—, presidentes —la Casa Rosada de Macri, la Casa Blanca durante la administración de Obama— y apareció el poster boy de la generación: DJ Khaled, quien amasó 3,5 millones de seguidores, contando cada detalle de su vida y promocionando un sinfín de marcas: desde Ciroc a Beats.

Y apareció el ruso. En este caso, el imperio de Zuckerberg. Retrocedamos.

En 2012, Mark vio la amenaza de Snapchat y puso US$ 3.000 millones en la mesa. Era el momento para comprar y consolidar su imperio. La respuesta fue un no rotundo.

Fast forward. A fines de 2016 Facebook lanzó una ofensiva contra el fantasmita amarillo. Instagram —con sus 600 millones de usuarios— copió sin asco la funcionalidad de historias de Snapchat, agregándole de su cosecha. Explosión. El crecimiento (mes a mes) de Snapchat se vio frenado. Golpes del ruso. Balboa contra las cuerdas.

En ese contexto, muchos aventuraban que estábamos cerca del fin de Snapchat. Que se acercaba el KO. Pero hay algo que ellos tienen. Son percibidos como una marca cool. Son la red social que está marcando a una generación. Podrían ser el futuro. Hoy cuentan con 160 millones de usuarios activos y una facturación anual de US$ 400 millones. Pese a esta baja facturación, Snap (la empresa propietaria de Snapchat) salió a la Bolsa y recaudó US$ 3.400 millones, valorizando la compañía en US$ 33.000 millones, superando el avalúo de American Airlines, Hershey’s o la cadena Hilton. El giro. El golpe. El ruso, por primera vez, sangra.

Es de asumir que Zuckerberg prepara otros golpes (hay rumores de que estarían clonando Snapchat como una app independiente de Facebook, mientras prepara su forma de emular la TV). Pero con US$ 3.400 millones en caja, todos los ojos están puestos en Snapchat. ¿Podrá asestar un par de golpes más y empezar a pelear con Instagram por ese segundo lugar? ¿Podrá abandonar las cuerdas antes de que venga otro golpe demoledor?

En el cine, Balboa terminó derribando a Drago. Es el turno del fantasma. De probar que todos están equivocados.

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