Por Jonás Preller Roldán Marzo 10, 2017

La crisis del Sename es, probablemente, la deuda más grande de este gobierno. Un problema real, concreto, palpable. Urgente. Las discusiones político-económicas pueden esperar. El impacto de determinadas reformas afectará a una elite con intereses específicos más que a la ciudadanía misma.

Pero lo del Sename debe resolverse ahora. Su crisis es sinónimo de desconcierto, de un problema institucional. De una obra gruesa mal ideada y peor implementada.

Hoy, en una sociedad democrática convulsionada, en términos políticos y culturales, las esperanzas siguen puestas en las instituciones y su capacidad de reaccionar y proteger: si la gobernanza es sólida, resistirá los embates de la coyuntura.

En el Sename –la política pública más cuestionada hoy en día en Chile– la institución es débil, feble, vulnerable. Tanto como los niños que atiende. Tanto como las precarias condiciones en las que trabajan sus funcionarios.

Cuando una abogada por sí sola debe ver cerca de 400 causas infantiles que se pueden extender hasta por un año, con inciertos resultados,  algo está fallando. Algo de difícil solución.

Un cruel destino que se resiste a cambiar en un entorno con una crisis estructural.

Hoy la institución no está dando respuestas. Y eso es grave.

Jonás Preller Roldán
Director
jonas.preller@quepasa.cl

Relacionados