Por Jonás Preller Roldán Marzo 17, 2017

Los mismos estudiantes, aquellos que rigurosamente concurren a la Universidad Arcis a tratar de averiguar cuándo retomarán las clases, se lo preguntan.

Los funcionarios que siguen limpiando los pasillos, los académicos que no tienen a quién enseñar, los administrativos que están sin nada que hacer no tienen las respuestas.

Para muchos, fue el fin de un sueño.

Tantos se inscribieron en la Arcis por su convicción política, por su declarado interés por formar “alumnos con mirada crítica”; por un ideario político, por el sueño de cambio que representaba, por un apoyo a la causa.

Hoy, algunos alcanzaron a arrancar. Otros, prometiéndose que esto tendría un fin, siguieron matriculados y continúan siendo alumnos regulares en un plantel que no funciona, que está intervenido, al borde de la quiebra, esperando la más segura liquidación.

Los estudiantes de Arcis, como los de la Universidad del Mar en su minuto, son fieles representantes de un ciclo marcado por la desregulación y por administraciones irresponsables,  un contexto que obliga a preguntarse en qué falló el Estado en sus políticas de educación superior. ¿Cómo se podría haber actuado con más celo? ¿Era esto evitable?

Jonás Preller Roldán
Director
jonas.preller@quepasa.cl

 

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