Por Jonás Preller Roldán Febrero 24, 2017

El ejemplo de España no es casual.

Podemos, la coalición política que buscó terminar con el bipartidismo y que tuvo contra las cuerdas al presidente en ejercicio Mariano Rajoy, terminó siendo derrotada por su propio ímpetu. El éxito parlamentario que logró comenzó de inmediato a desnudar su falta de relato y de elementos cohesionadores.  Su discurso de izquierda se fue extinguiendo a medida que se acercaba al poder y disfrutaba de sus beneficios.

Así, más que el fin del bipartidismo, Podemos logró crear una nueva corriente, un nuevo enclave que se sumó al orden establecido. Asesinó su propia mística. Terminó con su causa y su protesta.

El fenómeno del autoexterminio de la izquierda no es aislado. No es exclusivo de Chile, ni de España, ni de Francia, que está a un tris de ser gobernada por la ultraderecha.

Cuando la igualdad, las oportunidades, los derechos y el tamaño del Estado dejaron de ser banderas de lucha exclusivas de la izquierda, este histórico segmento autoproclamado guardián de la intelectualidad y del humanismo, dejó de ser trascendente, dejó de importar.

¿Qué es ser de izquierda hoy? Una pregunta que, para la mayoría de las personas puede no tener importancia. Excepto para sus baluartes, que siguen reclamando su posición en el nuevo Estado, y que no están dispuestos a perder su histórico protagonismo.

Jonás Preller Roldán
Director
jonas.preller@quepasa.cl

 

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