Por Felipe Hurtado Febrero 17, 2017

Después de una tragedia como la que le tocó vivir a Chapecoense, la normalidad tarda. Ese maldito 28 de noviembre de 2016 se devoró la vida de 71 personas, entre ellas la de casi todo el plantel del conjunto brasileño. Así se desvanecieron los sueños de un equipo que se preparaba para su gran momento: la final de la Copa Sudamericana.

Las vidas son imposibles de recuperar, a diferencia de los proyectos deportivos. Y en17 eso está enfocado ahora el “Verdao do Oeste”, reconstruyéndose prácticamente desde cero, tratando de mantener el estatus que tanto le costó conseguir dentro del Brasileirao y que tanta alegría llevó a la pequeña ciudad de Chapecó, de no más de 200 mil habitantes.

Terminados los multitudinarios funerales, hubo que comenzar a hacerse cargo del presente. Clubes del mundo entero le ofrecieron ayuda; préstamos de jugadores sin costos y grandes figuras sonaron como posibles refuerzos. Mucho de eso se quedó en las palabras. Apenas algunos juveniles de grandes clubes, principalmente de los de Sao Paulo, fueron cedidos gratuitamente; el grueso de la plantilla se armó con el bolsillo del cuadro de Chapecó.

De los nombres que llegaron, los del delantero Wellington Paulista y el arquero Artur Moraes, con pasado en el fútbol europeo, fueron los fichajes de mayor renombre. El resto del plantel, ahora dirigido por Vagner Mancini, lo conforman 23 nuevas contrataciones y 11 chicos que subieron desde las inferiores.

De los sobrevivientes de la tragedia, los defensores Helio Zampier Neto y Alan Ruschel intentan ponerse a punto para volver a una cancha en algún momento de este año. Ruschel muestra los signos de sus avances subiendo videos a las redes sociales: en cinco meses quiere estar de regreso. Por supuesto, nadie los apura.

Los resultados deportivos son los de una escuadra en rodaje, con las complicaciones propias de la adaptación que requieren tantos futbolistas. A la espera de su primer gran evento de 2017, su debut del 7 de marzo frente a los venezolanos de Zulia en la Copa Libertadores (a la que llegaron tras el gesto de nombrarlos campeones de la Sudamericana), lucen un empate sin goles y una derrota 0-2 en el torneo multiestatal llamado Primeira Liga y marchan sextos entre 10 en el torneo catarinense, del cual son los vigentes monarcas.

Las consecuencias del accidente en las afueras de Medellín todavía pueden afectar a Chapecoense. Hace unos días, los familiares de los periodistas que viajaban junto al plantel en el vuelo 2933 de aerolínea LaMia anunciaron que presentarán una demanda en contra del club, responsabilizándolo de la decisión de arrendar el avión siniestrado. “Están en su derecho de hacer lo que quieran. Pero no somos responsables del accidente, somos víctimas también”, respondió el vicedirector jurídico de la institución, Luiz Antonio Palaoro.

Queda mucho por solucionar en el camino, mucho dolor que enfrentar y, de seguro, las críticas que aparecerán cuando parte de la tragedia se la lleve el tiempo.

Janca, un jugador de la época anónima de Chapecoense, cuando convivía en las divisiones secundarias de Brasil, y que hoy se dedica a vender completos en el estadio, lo sabe bien y espera que el resto del mundo también lo sepa. Se lo dijo a todo quien quisiera escucharlo el día que el “Verdao do Oeste” volvió a entrar a una cancha, hace menos de un mes: “Es increíble lo que ha hecho la directiva en tan poco. Tomará algún tiempo que los fanáticos confíen en los nuevos jugadores, pero lo que es seguro es que habrá mucho apoyo”. Es todo lo que necesitan.

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