Por Diego Zúñiga Contreras, desde Bonn Septiembre 30, 2016

El 10 de septiembre, RB Leipzig derrotó por 1-0 a Borussia Dortmund. No es un resultado cualquiera para un torneo como el alemán. Si la lógica tiene algún grado de incidencia en el fútbol, el Dortmund está llamado a ser la piedra en el zapato del todopoderoso Bayern Múnich, pero esa derrota ante un equipo recién ascendido puede marcar un hito: los amarillos perdieron tres puntos seguros y eso puede significar la diferencia entre ser primero y segundo al final de la temporada. Pero, más allá de lo numérico, el resultado es una señal clara de que algunas cosas que están cambiando en la Bundesliga.

Los hinchas de Borussia Dortmund son dueños del 51% del equipo, que tiene un total de 139 mil socios en toda Alemania. Hablamos de un equipo fundado en 1909, con varios campeonatos en el cuerpo, participaciones en torneos europeos y cuna de grandes estrellas del balompié germano. La temporada pasada, Borussia llevó 81.178 espectadores por partido, en promedio, al Signal Iduna Park. Es el clásico modelo de equipo de fútbol que aprecian y admiran los alemanes, donde la tradición se conjuga con la ciudad y sus seguidores, y el éxito es fruto de un trabajo mancomunado que, como tal, todos disfrutan.

Por el otro lado está el RB Leipzig. RB es por RasenBallsport, pero todos saben que en realidad significa Red Bull, lo que pasa es que en la Bundesliga los clubes nuevos no pueden tener nombres de marcas. Es un equipo fundado en 2009 sobre otro que estaba quebrado (el ignoto SSV Markranstädt) e instalado a la fuerza por la voluntad de un inversionista multimillonario, el dueño de Red Bull, Dietrich Mateschitz, que desea a como dé lugar hacer negocios en el mundo del fútbol. El club tiene 600 socios y un estadio para 43 mil espectadores que raramente se llena. Es lo que nadie quiere en la Bundesliga: un equipo en manos de un magnate sin vínculos con la ciudad ni tradición.

El triunfo de RB Leipzig sobre el Borussia puso a los “toros rojos” en la segunda posición del torneo, justo detrás del Bayern Múnich. Y el diario Bild, el más vendido de Alemania, se preguntó si los debutantes “podrían, quizás, ser campeones”. Destacó la millonaria inversión de 50 millones de euros para contratar siete nuevos jugadores y otros tantos millones en los cadetes, campos de entrenamiento y mejoras en el estadio Red Bull Arena. Que el proyecto es a mediano plazo y responde a una cuidada planificación lo dice la nómina de titulares, 10 de los cuales tienen menos de 23 años.

Uno de ellos es el escocés Oliver Burke (19 años), quien llegó al RB Leipzig a cambio de 15 millones de euros y rechazando los avances del mismísimo Bayern Múnich. Como todo el mundo habla de la reticencia y repulsa que provoca entre los hinchas de los otros equipos de la Bundesliga la aparición de este modelo de negocios extraño a las costumbres alemanas, Bildam Sonntag le preguntó a Burke sobre sus sensaciones al respecto. “Yo no lo entiendo. En Inglaterra es normal que se invierta dinero en el fútbol para alcanzar nuevos objetivos”, respondió el deportista. Claro, lo normal en Inglaterra puede provocar rechazo en Alemania.

Eso, sin embargo, tiene sin cuidado a Dietrich Mateschitz. Su fortuna de casi 13 mil millones de euros le da la tranquilidad suficiente para solventar estos gustitos, y quizás una prueba de que no anda tan perdido es que, hasta la quinta fecha, RB Leipzig sigue invicto y está en zona de clasificación a la Liga Europea y a escasos dos puntos de estar en el grupo que llega a la Champions League.

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