Por Arturo Arriagada, sociólogo, profesor Universidad Adolfo Ibáñez Agosto 26, 2016

Todo lo que compartimos y recibimos a través de dispositivos digitales —fotos, música, información, claves de acceso y nombres de usuario, audios, correos electrónicos, contactos y mensajes— son datos móviles. Los datos móviles son una tecnología digital para transmitir información y facilitar procesos de comunicación.

Los datos móviles también son parte de un ensamblaje complejo, aquel que se compone no sólo de la información —que se mide en bytes—, sino también de las disposiciones que desarrollamos hacia esos datos, los dispositivos que permiten ponerlos en circulación, y las actividades que realizamos gracias a ellos. Esa es la vida social de los datos móviles, un ensamblaje de relaciones sociales y tecnológicas. Por ejemplo, no son las tecnologías digitales ni los datos móviles los que tienen a distintos ciudadanos protestando en contra de sus instituciones y gobernantes en el mundo. Es el descontento de esos ciudadanos, más una serie de tecnologías que les permiten organizarse, acceder y compartir información, las que convergen para que la gente salga a la calle a protestar. Este ejemplo lo podemos llevar a otros ámbitos de nuestras vidas. Aplica para pensar cómo los datos móviles y las tecnologías digitales se involucran en actividades tan variadas como los procesos de enseñanza y aprendizaje en colegios y universidades, en la relación entre empresas y consumidores, en la sensación de empoderamiento de los ciudadanos que protestan con un “me gusta”, así como en las formas de comunicarnos con amigos y familiares.

Estos temas son los que intenta abarcar el libro El mundo en mi mano: La revolución de los datos móviles, una publicación de Fundación País Digital y Entel, donde académicos y expertos comparten con datos y estudios distintas maneras de comprender los ensamblajes de relaciones sociales y tecnológicas en diversos ámbitos de la vida cotidiana. El libro se puede descargar gratuitamente en www.elmundoenmimano.cl

Este libro da cuenta de los cambios y continuidades a los que nos vemos enfrentados los chilenos con la incorporación de una serie de tecnologías digitales en distintos ámbitos de nuestras vidas. En el trabajo, la educación, la política y la economía; en las formas de ser familia, como consumidores, ciudadanos y animales sociales. Acá hay números e historias que explican esos cambios y continuidades. Es novedosa y sugerente la combinación de aproximaciones cuantitativas y cualitativas para entender estos fenómenos, como también el interés de la industria de telecomunicaciones por salir de los márgenes tradicionales y ponerse a disposición de las reflexiones que este libro plantea. Porque la pregunta que cruza todos los capítulos de este libro es qué ha cambiado y qué no, desde el momento en que se vendieron conexiones a internet y teléfonos móviles a las personas a lo largo y ancho del país.

Luego de entender cómo los chilenos se relacionan con distintas tecnologías digitales y datos móviles, podemos establecer comparaciones con otros países y hacer análisis, interpretaciones y políticas públicas, y no al revés. Así, evitamos enfrentarnos a un Transantiago digital a la hora de pensar en mejoras al sistema educacional a través de la incorporación de tecnologías digitales, de tener una mejor convivencia social, una relación sustentable con el medioambiente, un mejor desplazamiento en las ciudades, una mejor calidad de vida, una mejor relación con políticos e instituciones, con empresas y empleadores. El libro es una oportunidad para pensar en todos estos desafíos.

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