Hace dos semanas, los suscriptores del New York Times encontraron algo distinto entre ese par de kilos de papel que es el diario los fines de semana: un pedazo de cartón. La compañía envió a todo Estados Unidos 1,5 millones de Cardboards, el visor de realidad virtual de bajo costo creado por un par de ingenieros franceses de Google. La invitación: poner el teléfono en este sistema y presenciar el primer reportaje de realidad virtual del Times.
No fue algo aislado. Mientras el Times publicó “Los desplazados”, las historias reales de tres niños que debieron dejar sus hogares por la guerra en Ucrania, Siria y Sudán del Sur, Associated Press (AP) y el Wall Street Journal también lanzaron proyectos similares. AP relató las experiencias de los refugiados en un campamento en Calais, Francia, mientras que el Journal permitió a su audiencia vivir el ensayo de una bailarina del Lincoln Center.
“Justamente ahora, y en los últimos seis meses, hemos visto una increíble aceleración de la realidad virtual”, dice Paul Cheung, director de Producción de Noticias Interactivas y Digitales, en AP. “Sólo seis meses atrás, tenías que tener uno de estos visores caros para realmente experimentarlo. Pero ahora todos tienen acceso con Google Cardboard. No me extrañaría que la caja de tu próximo teléfono pudiera ser un visor”.
Pero esta democratización de la tecnología no sólo existe hoy desde el consumidor. Hoy no hay que ser el Times para poder comprar una cámara que grabe en 360 grados. Existen equipos como el 360Heros, que por US$ 500 permite montar seis cámaras GoPro y reunir el video de manera circular. Otra opción más sencilla es la cámara Ricoh Theta, de US$ 300. “Ya no se trata de algo exclusivo para las grandes compañías de medios”, comenta Cheung.
La pregunta más relevante, en todo caso, es si la experiencia vale la pena y si se va a transformar en una tendencia, o sólo en un producto de nicho. Lo primero es que, como toda herramienta, depende del uso que se le dé. Casi todos estos reportajes se pueden ver desde la web o en un teléfono, sin necesidad de un visor, pero la verdad es que todo cambia cuando se ponen audífonos y se usa un gadget, aunque sea el humilde Cardboard.
“Realmente te sumerges en la historia”, dice Paul Cheung. “Y lo increíble es que logras mucho en entregarle a la audiencia un sentido del lugar, del espacio, algo especialmente importante cuando se trata de lugares a los que no tienen acceso”.
Porque es difícil que no se te ponga la piel de gallina al mirar cómo viven los refugiados en Calais, y sentir que estás ahí. O al ver la sala de clases del pequeño ucraniano Oleg, destruida por las bombas. “Cuando los profesores nos gritaban, decíamos ‘¿no sería genial que la escuela explotara?’ Ahora nunca diría eso de nuevo”, comenta Oleg en el reportaje del Times, mientras uno gira su cabeza observando la piedra destruida encima de los pupitres polvorientos.
Esta nueva tecnología también implicará nuevas ventajas y desventajas a la hora de narrar. El director controla menos lo que la audiencia ve, y también hay dificultades técnicas. En el sitio Ryot, quienes funcionan como socios de AP en proyectos de realidad virtual, explicaron cómo se debe “esconder” al camarógrafo, detrás de alguna persona u objeto, ya que no hay ángulo que quede ciego.
Pero también permite jugar de maneras nuevas, como lo hizo el director de la pieza del New York Times, Imraan Ismail (de la compañía Vrse, socios del Times). En una escena, se escucha un avión y es posible mirar al cielo y ver cómo las bolsas de comida comienzan a caer alrededor de uno. Luego, al mirar al campo, se ven los refugiados corriendo a buscar estos sacos con ayuda.
En las próximas semanas, el New York Times publicará la serie de cortos de ficción con famosos actores que suele hacer a fines de año, pero esta vez en 360 grados. Y AP también está preparando nuevos reportajes. “Hay mucho interés por todo esto”, concluye Cheung. “Y es también un gran momento para comenzar a explorar el contar historias utilizando todo el espacio”.