Por Sebastián Rivas Octubre 23, 2013

Para los fanáticos del deporte, estar cerca de sus ídolos puede valer cualquier sacrificio. Un autógrafo, una foto, o incluso un saludo los hace sentirse parte de la acción, de ese mundo en el que sueñan participar de alguna forma. Pero lo que Arian Foster está a punto de hacer promete crear un nuevo nivel de fanatismo. Él, literalmente, se venderá a su público.

Foster es el  jugador estrella de los Houston Texans, uno de los equipos de la NFL, la liga de fútbol americano de Estados Unidos. Y él será el atleta emblema de la empresa Fantex, una startup de Silicon Valley cuya idea es sencilla: vender acciones de figuras deportivas, que subirán o bajarán su valor según cómo le vaya al deportista a lo largo de su carrera.

En el caso de Foster, el acuerdo fue que él entregaría a Fantex el 20% de todas sus ganancias futuras -como contratos deportivos, derechos de imagen e incluso comentarios televisivos tras retirarse- a cambio de 10 millones de dólares. La empresa, a su vez, llenó papeles ante la SEC, la empresa reguladora de los mercados de valores estadounidenses, para vender un millón de acciones, a 10 dólares cada una.

La idea de Fantex es recaudar así el pago al jugador. “Hemos construido una plataforma poderosa para ayudar a los deportistas y famosos a crear marcas”, dijo el fundador de la firma, Buck French, en una entrevista con The New York Times donde deslizaba la idea de ampliar la fórmula no sólo a otros deportistas, sino a celebridades, como artistas y actores de Hollywood.

El plan ya ha despertado todo tipo de dudas: desde cómo se calculará el pago a los “accionistas” hasta qué pasará si Foster se lesiona y termina su carrera de golpe. Por de pronto, la empresa ya dejó en claro que quien compra se arriesga, y que el valor de Foster se puede desplomar ante el más mínimo imprevisto, así como dispararse y entregar mucho dinero por las próximas décadas.

Más allá de los riesgos, la idea prendió en las redes sociales y entre los atletas: de acuerdo a la prensa estadounidense, otros ocho atletas más ya estarían en la lista de Fantex con acuerdos similares al de Foster. Varios son del fútbol americano, estimulados porque uno de los inversionistas es John Elway, quien fuera una leyenda de ese deporte. “Representa una oportunidad nueva y poderosa para atletas profesionales. Ojalá hubiera estado disponible en la época en que yo jugaba”, dijo hace unos días.

Además, hay otro factor. En Estados Unidos abundan las “ligas de fantasía”, en que cada fanático compite contra otros con equipos creados por ellos mismos y puntajes asignados por cada desempeño de los jugadores. Es habitual que en esas ligas se mueva muchísimo dinero: la revista Forbes estimó en agosto pasado que la cifra alcanzaba los 11 mil millones de dólares sólo para el fútbol americano. Es decir, mercado hay.

Aunque en Latinoamérica estamos más cerca de otras realidades -como las que cuenta Juan Pablo Meneses en Niños futbolistas, con representantes comprando pases de niños de 11 años-, la idea no parece descabellada. Sería, claro, un cambio de paradigma: pasar de comprar la camiseta de Arturo Vidal o Alexis Sánchez a ser propietario de una parte de su éxito. O de su fracaso.

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