Por Axel Christensen | Director ejecutivo BlackRock Julio 16, 2010

Recuerdo que durante los 90 y comienzos de esta década, cuando los inversionistas chilenos miraban a la región, los puntos de atención eran Brasil y Argentina. Los nombres que solían repetirse en la conversación eran acciones de Compañía Vale do Rio Doce y AmBev, o Telecom y Molinos del Río de la Plata.

Sin embargo, después del default de la deuda argentina y las turbulencias que surgieron tras la elección de Lula, el atractivo de América Latina cayó considerablemente. Y recién volvió a recuperarse con fuerza años después. Sin embargo, ahora los destinos de interés son otros. Brasil volvió a ser foco de atención, pero ahora sus acompañantes son Perú y Colombia. Es común oír entre inversionistas que buscan oportunidades en la región que mencionen nombres como las peruanas Buenaventura y Banco de Crédito o las colombianas Ecopetrol e Isagen.

Tradicionalmente los inversionistas globales han tendido a aunar a Chile, Perú y Colombia en un mismo saco, bajo el apelativo de Región Andina. Ello con el objetivo de agrupar mercados financieros de tamaños individuales menores y así poder hacer frente a los gigantes Brasil y México. Si bien Chile ha tratado de buscar su propia identidad como centro financiero, cada vez parece tener más sentido avanzar hacia una integración mayor con peruanos y colombianos. Sobre todo porque hoy nos sentimos cada vez más cómodos invirtiendo en esos países, lo que contrasta con lo incómodo que fue hacerlo en Argentina y Brasil (aunque cada vez menos en este último). No se trata sólo de inversionistas financieros, sino también de sectores "reales" como el retail -pionero en la entrada en estos países- y, recientemente, el inmobiliario.

Esta comodidad se basa en una afinidad de cultura empresarial que los tres países comparten, como la predominancia de grupos familiares o una relativa menor intervención estatal en la economía (al menos comparado con el resto de la región). También influye que los tamaños de los mercados sean menos intimidantes y sentir que llevamos cierta delantera, aunque la brecha se reduce a pasos agigantados. Muchos empresarios e inversionistas ven en Perú y Colombia mercados en situaciones similares a las de la economía chilena durante los 90, con altos niveles de crecimiento (como Perú) o exponenciales aumentos en el crédito a las personas (Colombia). Esta comodidad parece ser recíproca: existe un creciente interés de fondos de pensiones peruanos por invertir en acciones nacionales (LAN es un buen ejemplo) o el atractivo que empresas colombianas, como Isagen, han visto en el sector eléctrico chileno.

La industria financiera no está ajena a esta corriente. Varios corredores chilenos ya tienen presencia local en esos mercados, llevando a sus clientes a explorar una creciente gama de oportunidades, como fue el caso de una visita reciente de family offices a Colombia o un roadshow andino en Nueva York y Londres.

Las bolsas tampoco se quedan atrás. Las plazas de Colombia, Perú y Chile iniciaron un proceso de integración, cuya primera etapa es establecer una plataforma de transacción común, pero que tiene ambiciones de una esfuerzo conjunto mucho mayor. Esta semana transcurre una nueva versión del Chile Day en Nueva York, exitosa iniciativa que autoridades peruanas y colombianas quieren imitar. ¿Pasará mucho tiempo para que también nos integremos en un solo Andes Day? Quizás no lleguemos a tanto -siempre será necesario mantener las identidades nacionales-, pero si se nos ofrece un segundo día al año para concitar el interés del mundo financiero, ¿por qué no?

*Director Ejecutivo para Sudamérica BlackRock.

Relacionados