Por Rodrigo Wagner* Junio 18, 2010

En el discurso del 21 de mayo, el presidente anunció 15 nuevos liceos de excelencia, para hombres y mujeres, en las principales ciudades de Chile. Aunque aún no se conocen detalles de la implementación, pareciera que estos planteles sólo aceptarían alumnos con las mejores calificaciones. ¿Qué impacto tendría esto?  

La primera intuición es  pensar que sería bueno; como los egresados del Instituto Nacional y el Carmela Carvajal. Pero esa intuición es confusa. Si bien por un lado está el "efecto calidad", que con  mejores profesores y cursos avanzados uno obviamente esperaría una mejora; por el otro lado está el efecto "selección de talentos", que confunde la medición. Esta confusión surge porque los actuales establecimientos selectivos atraen a los mejores alumnos, que serían buenos vayan o no a liceos selectivos.

¿Qué será más importante: la "calidad" que genera valor o el efecto "selección", que es simplemente cosmético?

Si bien para Chile no tenemos la respuesta, algunos distritos ingleses acaban de evaluar su histórico programa de liceos selectivos y vale la pena aprender de ellos. El economista Damon Clark usó un método confiable para medir la "calidad", sacándose de encima la "selección de talentos".

Imagínese que para acceder al liceo de excelencia hay que dar una prueba y obtener un mínimo de 100 puntos para entrar. Lo que hicieron fue comparar a los niños que justo entraron raspando -con 101 puntos- con los que justo quedaron afuera -con 99 puntos-  Restringirnos a esos grupos evita comparar peras con manzanas, porque ambos eran básicamente igual de talentosos antes de entrar al liceo.

El estudio siguió a estos dos grupos, revisando cómo les fue en  una prueba después del Liceo, como la PSU. ¿Y qué encontraron? Lo primero es que existiría un efecto positivo de estos liceos selectivos en los puntajes PSU. Bien modesto, eso sí: estudiar en ellos aumentaría entre 0 y 30 el puntaje en la "PSU inglesa". A mi juicio, ese aumento se podría lograr con otros métodos posiblemente más baratos: tipo preuniversitario o reforzamiento. El segundo resultado, que creo más interesante, es que los egresados de liceos de excelencia parecieran "aspirar a más", porque hay una fracción más grande que sigue estudios universitarios.  Este aspecto de los liceos me sonó muy similar a lo que me cuentan amigos del programa Talentos-UC. En él invitaban a estudiantes de colegios de menos recursos a conocer la universidad y a tomar ramos avanzados, diseñados especialmente para escolares. Eso no sólo los ayudaría a aspirar, sino también les serviría para explotar el talento que llevan dentro.

Chile no es Inglaterra, por lo que no debemos "copiar y pegar" estas conclusiones a nuestra realidad.  Por ejemplo, uno podría esperar que el efecto de asistir a liceos de excelencia fuera más importante en Chile que en Inglaterra. Esto no porque espere que los liceos de excelencia de Lavín sean mejores que los de la reina Isabel, sino porque el estándar en Chile es más deficitario, de acuerdo al test internacional PISA.  

¿Mi conclusión? Si bien no estoy en contra de estos liceos de excelencia, la evidencia inglesa no indica que los beneficios serían masivos. Por ello creo urgente no perder el rumbo en las otras mejoras a la educación, las cuales serían para el 97% que no iría a liceos selectivos. En particular, me atrae la idea, apoyada por Mario Waissbluth, de fijar una meta gubernamental al 2014: que un alto porcentaje de niños chilenos entienda lo que lee. Cumplirla sería un golazo.

*PhD(c) en Economía y Gobierno de la Universidad de Harvard.

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