Por Diego Petersen Farah* Mayo 7, 2010

Hay pocos políticos en el mundo tan bizarros como el colombiano de ascendencia lituana Antanas Mockus. Pocos, quizá ninguno, pueden presumir que sus seguidores no meten las manos al fuego por él, porque van más lejos: "Yo pongo mi culo por Mockus" es el eslogan de su campaña en las redes sociales. Pocos, quizá ninguno, salieron como él a decir "tengo mal de Parkinson" y eso, lejos de perder votación, aumentó su popularidad. Hoy Mockus está a menos de 30 días de derrotar, una vez más, al establishment colombiano.

En 1990, Perú se enfrentó a un fenómeno similar con, desgraciadamente, pésimos resultados. En aquel entonces, un académico "chinito" en un escarabajo Volkswagen, Alberto Fujimori, bajo el paraguas de Cambio 90, derrotó a Mario Vargas Llosa y con él al sistema peruano. El discurso anti-institucional de Fujimori lo llevó al poder y la desinstitucionalización llevó a Perú al caos. El caso de Colombia es radicalmente distinto. Mockus, filósofo y matemático, fue el primer alcalde de Bogotá sin partido y abrió el campo para una política hecha para y desde los ciudadanos. Pero lo más interesante, más allá de los ya muy conocidos y reconocidos méritos de su alcaldía en Bogotá, es la construcción de la actual candidatura presidencial.

La gira de los llamados "tres tenores", en la que tres ex alcaldes bogotanos -Mockus, Peñaloza y Garzón- salieron juntos a pedir el voto, en una especie de primarias ciudadanas, fue un ejercicio democrático que ningún otro partido fue capaz de hacer, porque siguen metidos en la lógica tradicional de lucha por el poder. Terminadas las primarias de los tres tenores, sumaron a Sergio Fajardo, el exitoso ex alcalde de Medellín. Es decir, a diferencia del Fujimori solitario y anti-institucional en Perú, la candidatura de Antanas Mockus es producto de la suma de voluntades, de procesos de ciudadanización de la política, y de revaloración de los principios básicos de la democracia. La de Antanas es una candidatura contra-institucional.

La llegada de Mockus a la presidencia de Colombia -las elecciones son el 30 de mayo- refrescaría la política no sólo de su país, sino de toda Latinoamérica. Frente a un sistema de partidos agotado y anquilosado en prácticamente todas las democracias del continente, la aparición de un proyecto de país construido desde las virtudes de la política y no desde los arreglos del poder marca una diferencia sustancial, pero sobre todo revitaliza y actualiza la democracia en momentos en que la tentación del autoritarismo recorre América Latina.

La victoria de Mockus sería, en realidad, el triunfo de una forma distinta de hacer política. Será fascinante ver la sencillez de Antanas frente a la prepotencia de Chávez; la naturalidad del colombiano frente a lo acartonado de Felipe Calderón; el humor del bogotano frente a la rigidez de Raúl Castro. Será maravilloso, si los colombianos así lo deciden, tener motivos para hablar bien de la democracia y para apostar el trasero por un futuro mejor.

* Periodista y analista político, diario El País.

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