Por Andrés Azócar* Abril 23, 2010

Un reciente estudio de la inglesa Universidad Sheffield Hallam comprobó empíricamente que por mucho esfuerzo que pongan los políticos en darle un sentido informativo, discursivo o estético a sus cuentas en Twitter y Facebook, la gente aprecia mucho más la cantidad que la calidad. Es decir, el número de palabras más que el número de ideas.

El estudio analizó un número importante de posteos y mensajes que publicaron 75 personas: lo que ellos decían y la evaluación que tenían del resto de los encuestados. Otra variable fue el número de seguidores o "amigos" que alcanzaron en las redes sociales. La lógica era conocer cuál era el factor principal para lograr altos índices de popularidad o "resonancia". Pero el estudio marcó un resultado más interesante aún: la gente quiere líderes activos más que creativos.

La conclusión no es menor, si consideramos que los políticos se han volcado a las redes sociales en busca de poder instalar temas en la agenda, deliberar con su comunidad, informar de sus "importantes" proyectos e incluso testear ideas. Twitter se convirtió en el escenario ideal para revivir a una opinión pública algo lejana con la actividad diaria de sus representantes. Simplemente porque ésta es una plataforma popular y poco "contaminada" por jóvenes no inscritos y críticos. Además, por la cantidad de periodistas que tienen cuenta en Twitter, no es complejo lograr una rápida repercusión (y "masificación") de algunas ideas. Los medios masivos se han enganchado de ella y la han puesto en la agenda. Es el escenario perfecto, en especial si los usuarios se multiplican a diario. No fue casualidad que apenas asumió el nuevo gobierno, sus 20 ministros ya tenían sus propios registros sociales.

En el 2001, el profesor de Chicago Cass R. Sunstein escribió un ensayo en The Boston que comenzaba con una pregunta clave: "¿Es internet una bendición para la democracia?". Si consideramos que Twitter -que en Chile tiene 108 mil usuarios y que produce 600 tweets por segundo- fue el protagonista de la última elección presidencial de la mano de Marco Enríquez y Sebastián Piñera, parecería que no existe una sola respuesta para la duda de Sunstein. Sin embargo, y según el estudio de la Universidad Sheffield Hallam, las expectativas de los políticos debieran adaptarse a una ecuación más sencilla: más presencia es más éxito en la comunidad. Nada más. Marco Enríquez parece entender bien el concepto, pues no ha detenido su actividad. Mientras que el presidente ya apenas usa Twitter.

Finalmente, el estudio resume lo que se puede apreciar a simple vista en la mayor parte de las redes sociales. La calidad de actividad está en un segundo (o tercer) plano, por debajo de categorías como la popularidad de la gente que te relaciona, la presencia medial fuera de la web y el nicho al que representas. Twitter no es mucho más (ni menos) que la vida real.

* Director Escuela de Periodismo UDP.

Relacionados