Los grandes desastres suelen ser un caldo de cultivo en donde se alimenta el oscurantismo y la pseudociencia. Un terremoto, un maremoto, un acto terrorista de grandes proporciones, la inesperada muerte de un ser querido o la caída de los mercados financieros pueden cambiar de modo definitivo la vida de un hombre. Es natural, entonces, que ese hombre quiera respuestas. Quiera saber por qué le ha caído la maldición. Quiera buscar culpables y encontrar formas de protegerse de una nueva tragedia. Y en la mayoría de los casos, la ciencia no tendrá esas respuestas. Al menos no las que ese hombre busca. Porque ese hombre ha sido víctima de lo que Nassim Nicholas Taleb denominó un "cisne negro": un evento azaroso, impredecible, de muy baja probabilidad pero de enormes consecuencias. Y es el mismo Taleb el que nos habla de la "falacia de la narrativa", esa imperiosa necesidad del cerebro humano de buscar causas que expliquen lo sucedido, aunque no tengan ninguna coherencia lógica. Taleb lo muestra con convicción en las crisis financieras. Nadie es capaz de predecirlas, pero parece que, después de ocurridas, para todos es evidente cómo explicarlas. Para él, gran parte de estos generales después de la batalla son sólo presas de la "falacia de la narrativa". Hacen pseudociencia.
La pseudociencia es precisamente aquel relato que en lugar de validarse en sí mismo, se valida en las cualidades de su autor, como su autoridad, su encanto, su fama o su poder. Es así como, por ejemplo, un grupo de educados conductores de nuestra televisión entrevistaba con parsimoniosa seriedad a un "mago" que habría predicho el terremoto. O como varios sitios web (e incluso el presidente de Venezuela) han culpado a EE.UU. de los últimos terremotos que han azotado el planeta. El responsable sería un proyecto de investigación de la ionosfera llamado HAARP que conducen la Armada y la Fuerza Aérea norteamericanas en Alaska. No es necesario aclarar el absurdo. Nadie ha predicho ninguno de los terremotos que han azotado nuestras tierras. Nunca hemos necesitado de conspiraciones externas para tenerlos. Si usted simplemente cree estas boberías, entonces se expone aún más al peligro. Porque usted puede creer cualquier cosa que venga de una boca con suficiente poder de seducción. Desde el poder de las pirámides hasta su superioridad racial.
La ciencia no le da una respuesta, pero le dice con humildad lo poco que sabe. Y en el caso de los terremotos, es bastante útil. Distintos grupos de científicos ya estaban estudiando el área que fue azotada por el terremoto en el país. Notablemente un grupo de investigadores, que incluye a renombrados sismólogos chilenos, ya había dado la alerta en un artículo publicado en Physics of Earth and Planetary Interiors (Ruegg et ál, 2009), de un probable gran sismo de idénticas características al que tuvimos. Pero en ciencia no hay certeza, sólo probabilidades. Menos aún en aquellas disciplinas que estudian sistemas tan complejos como la sismología. Ellos no pueden darnos fechas ni evitar el desastre. Pero pueden ayudarnos a prevenir. Quizás cuántas vidas se hubiesen salvado si los hubiésemos escuchado con más atención.
* Departamento de Física de la UC.