Por Andrés Gomberoff S.* Febrero 13, 2010

Siempre creímos que los viajes espaciales eran parte del futuro. Pero no. Al parecer los viajes espaciales, al menos hasta la Luna, son y serán por un buen tiempo, parte de la historia.

A mediados del siglo XX, e incluso en los ochenta, era innecesaria demasiada imaginación para pensar que en el año 2010 los viajes espaciales dentro del sistema solar serían pan de cada día. Las cosas, sin embargo, parecen ir de mal en peor en ese frente. El presupuesto para la NASA presentado hace unos días por Barack Obama termina definitivamente con el Programa Constelación, ideado por George W. Bush en 2004, y cuyo objetivo principal era retornar -para el 2020- las misiones tripuladas a la Luna. El programa era también conocido como el "Apolo con esteroides", ya que el diseño y la tecnología de los cohetes y el módulo lunar que estaban construyendo tenían un aspecto y una tecnología similar a las del célebre programa que llevó al hombre a la Luna en los sesenta.

Aunque el nuevo presupuesto debe ser aprobado aún por el Congreso, lo más probable es que la superficie lunar deba esperar mucho más que una década para recibir visitas y compañía humana nuevamente. Sucede que ir a la Luna no es nada de barato. En tan sólo seis años, Constelación ha costado más de US$ 9 mil millones. Está pasado de presupuesto y atrasado en varios años. Su primer objetivo era la creación del cohete Ares I. Éste reemplazaría a los actuales transbordadores espaciales -con fecha de expiración para 2010- como medio de transporte para llevar astronautas y carga a la estación espacial internacional, que aún no se termina de construir.

El plan de Obama es que luego de que los transbordadores se jubilen, sean privados los que se hagan cargo del transporte entre la Tierra y la estación espacial. Ése es un trabajo rutinario, que con un buen incentivo económico los privados estarán felices en implementar. Además, ya existen algunos planes de turismo espacial por parte de privados, por lo que parece que ésa resulta una dirección natural. NASA, por su parte, debe concentrar sus esfuerzos en la creación de nuevas tecnologías que hagan posibles viajes espaciales más baratos, seguros y que permitan la autonomía suficiente para llegar tan lejos como sea posible.  El destino y la fecha deben ser flexibles. Las lunas de Marte, asteroides y cometas parecen ser mejores candidatos que la Luna para comenzar, ya que debido a su pequeño tamaño, su gravedad superficial es pequeña, lo que implica un menor costo de combustible.

Marte parece ser para muchos un destino mucho más interesante que la Luna. Es que, a decir verdad, es un planeta mucho más agradable para visitar o colonizar. Sus temperaturas oscilan entre los -90 ºC hasta unos amenos 20 ºC. En contraste a las de la Luna, que promedian unos 100 ºC en el día y unos -150 ºC en la noche. Sus días tienen una duración de sólo 36 minutos más que los de la Tierra, mientras que los días de la Luna duran 28 días terrestres. A pesar de tener una liviana atmósfera en que predomina el anhídrido carbónico, Marte, a diferencia de la Luna, al menos la posee (la presión atmosférica es equivalente a la que experimentaríamos en la Tierra a 35 kms de altura). Marte parece tener mucha agua, e incluso algunos creen que puede haber vida, aunque sólo sea bacteriana. Marte alberga, además, la montaña más alta conocida en el sistema solar. El monte Olimpo, con 27 km de altitud, lo que lo hace un atractivo destino. Tanto turística como científicamente, Marte parece llevarla por estos días. Si no me creen, esta noche miren hacia el este y vean a simple vista su belleza. Y olvídense de la Luna. El futuro, estoy seguro, está en este planeta rojo.

* Departamento de Física de la Universidad Católica

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