Por quepasa_admin Noviembre 28, 2009

Toda ciudad se vuelve común y corriente después de unos años.  Incluso Nueva York.  Pero de vez en cuando, uno despierta del letargo de la cotidianeidad y toma conciencia, como el primer día, del lugar excepcional donde está viviendo. Me pasó ayer: gracias a la mayor muestra de monografías realizada por el MoMA, Tim Burton dejó de ser sobrenatural y ajeno, un personaje de fantasía, y se convirtió en un hombre de carne y hueso, en un niño inquieto y aburrido de su barrio común, en un adolescente extraño y desadaptado en su ambiente de clase media californiano, y en un adulto que nunca dejo atrás al niño de Burbank, su pueblo natal, aunque se pasara su niñez tratando de vivir en otra parte… en el mundo sin límites de su imaginación.

El recorrido por las 700 piezas es un viaje por la vida de Burton en todos los formatos gráficos: dibujos, bocetos, ensayos, escritos, anuncios publicitarios, maquetas, pinturas, fotografías, videos, cortometrajes.  Es una muestra íntima, que deja ver su mente y su necesidad constante de graficar esa manera particular en que elige ver lo que lo rodea.  Los registros de su adolescencia parecen excesivamente normales: una nota humorística sobre su primera cita, una lista de personajes, los videos hechos con sus amigos del barrio cuando tenía apenas 13 años…  Cuesta un poco asumir la trivialidad y humanidad de quien se considera genio, pero es a la vez fascinante ver cómo se transformó en tal en un repaso por la obra de su propia mano. 

Aunque las técnicas varían, desde su primer corto, Vincent,  hasta Sweeney Todd hay elementos comunes e inseparables: lo infantil y lo macabro, lo oscuro de la muerte y los colores del circo, lo burdo de la gente común y las posibilidades de los seres de fantasía, la tragedia y el humor.  Un debate constante que no puede -o no quiere- resolver.

A pesar de que la muestra fue dividida en el antes y después de Burbank -de algún modo, separando su vida antes y después de la fama-, hay una constancia inusual a lo largo de los años y la extensa colección de dibujos, videos y objetos.  En general, cuando se ve la retrospectiva de un artista, las distintas etapas que representan los periodos de su vida muestran grandes diferencias.  Más allá de la innegable variedad de la muestra, esto es algo que no se ve en Burton.  Un afamado crítico dio nota negativa de este punto, acusando al museo de mostrar mucho de lo mismo.  Pero lo cierto es que da gusto ver esa constancia…y saber que se ha mantenido fiel a ese joven cuya imaginación rehízo el escenario común que lo rodeaba, más allá de la fama, los premios y de ser una exposición histórica en uno de los mejores museos del planeta, en Nueva York, lejos del pequeño mundo de Burbank.

* Periodista chilena radicada en Nueva York

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