Por Andrés Gomberoff S.* Noviembre 21, 2009

Supongo que para todos es evidente que el alcohol, el tabaco o las drogas ilegales no deben ser temas presentes en las canciones con que hacemos dormir a nuestros hijos. La imagen de cabalgatas por montañas encantadas es muchísimo más apropiada. Sin embargo, los caballos fueron precisamente los protagonistas de un arduo debate que ha enfrentado en duros términos a científicos y políticos en Inglaterra.

La cosa comenzó a principios de año, cuando David Nutt, siquiatra especialista en drogas y presidente del consejo consultivo sobre el abuso de drogas del ministerio del Interior británico (ACMD), publicó un polémico artículo en el Journal of Psychopharmacology. Allí, Nutt discute la forma en que se mide el grado de peligrosidad de una droga ilegal y la compara con la peligrosidad de una actividad legal. En este caso, compara el éxtasis con lo que él denomina síndrome de adicción equina o equasy. Su conclusión es que este último es mucho más peligroso: montar a caballo produce unas 10 muertes al año en Inglaterra y una cantidad importante de heridos con daños neurológicos permanentes, además de unos 100 accidentes de tránsito. En EE.UU., más de 11.000 personas al año sufren traumatismos encéfalo-craneanos por accidentes relacionados con esta actividad que -según Nutt- es además seriamente adictiva. Y más peligrosa que muchas drogas ilegales, en particular el éxtasis. El artículo desató una tormenta.

En octubre pasado, luego de una conferencia en que daba sus puntos de vista sobre por qué el tabaco y el alcohol eran drogas más peligrosas que la marihuana, el éxtasis y el LSD, David Nutt fue despedido por el secretario de Estado Alan Johnson. Según Johnson, Nutt estaría haciendo lobby en contra de las políticas de gobierno sobre el uso de drogas ilegales. Nutt dice que sólo mostraba resultados de investigaciones científicas. Sucede que el gobierno inglés quería subir la marihuana a una categoría más alta en la clasificación oficial de peligrosidad, lo que implicaba mayores penas a consumidores y traficantes. Las opiniones del siquiatra resultaban, por lo tanto, tremendamente incómodas. Su despido ya ha causado la renuncia de 5 científicos al  ACMD, mientras el debate sobre la participación de científicos y el uso de evidencias científicas en política está que arde.

Ciertamente, una sociedad puede decidir dejar de lado la evidencia científica en pos de sus tradiciones y creencias. Lo que no debe hacer es esconderla o negarla sólo porque no corrobora sus propias ideas. Y los resultados científicos suelen ir en contra del sentido común. Después de todo, como decía Sherlock Holmes, "cuando has eliminado lo imposible, aquello que quede, no importa cuán improbable sea, debe ser la verdad".

* Departamento de Física, Universidad Católica

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