Por Rodrigo Fernández* Noviembre 14, 2009

La mejor ciudad para andar en bicicleta es toda Holanda. Mejor que Cambridge y York. Mejor que Oxford. Sí, es cierto. En estas ciudades inglesas la bicicleta se usa bastante. En la primera el porcentaje de los viajes diarios que se hacen sobre dos ruedas es de 28. En la segunda y en la tercera, 19 y 18, respectivamente. Pero en Ámsterdam el porcentaje de viajes en bicicleta es igual al de Cambridge. Sólo que ahí viven 762 mil personas. Y en Cambridge, sólo 126 mil. Es decir, en Ámsterdam se hacen casi 140 mil viajes en bicicleta al día. Aproximadamente la mitad de lo que traslada a diario la Línea 5 del Metro de Santiago. ¿Qué tiene de especial Holanda? Para partir, una red de ciclovías que conectan todo, con buena señalización para el usuario no habitual. Además, tiene diseños apropiados de ciclovías en calles urbanas y caminos rurales. A diferencia de otras ciudades -que no voy a nombrar- no es uno que otro tramo que va de ningún lado a ningún otro, destinado más al ciclista de domingo que al viajero que quiere trasladarse de su hogar al trabajo o estudio. Tampoco son ciclovías sacadas "a la mala" de un pedazo de vereda aquí o de un jardín central allá. Son un diseño conceptual integral, como debe ser todo diseño de un buen sistema de transporte. No es necesario citar aquí ejemplos de lo que ocurre cuando el principio de diseño integral no se aplica. Pero, ¿en qué consiste un adecuado diseño de vías para bicicletas? Como académico e ingeniero me gusta esclarecer conceptos y poner números.

Las recomendaciones chilenas para el diseño del espacio vial urbano definen ciclovía como "el nombre genérico que reciben los elementos de infraestructura vial, urbanos o rurales, destinados al uso exclusivo de biciclos o triciclos de tracción humana". Estos se dividen en ciclobandas, que es un espacio tomado de la calzada o vereda existente, y ciclopistas, que son calzadas para biciclos segregadas físicamente del resto del tráfico vehicular o peatonal. Las ciclovías deben tener un ancho de dos metros, si tienen doble sentido, o un mínimo de 75 centímetros si se van a usar en un solo sentido y sin adelantamiento. Pero, como en todo diseño vial, no sólo el ancho importa. También los radios de curva y las pendientes. De este modo, se recomiendan radios de curva de al menos diez metros y pendientes menores al 5%, o sea, que en 10 metros de largo la pista no baje o suba más que 50 centímetros. Ahora los ciclistas podrán salir a la calle a verificar estos estándares. Donde no se cumplan, deberán exigirlos. Eso, claro, si queremos que algún día las ciudades chilenas se parezcan a las de Holanda.

* PhD Universidad de Londres. Académico Facultad de Ingeniería, Universidad de los Andes

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