Por Marco Silva Octubre 24, 2009

Paul Ekman es una de las superestrellas de la psicología moderna. Sus estudios acerca de las emociones que se presentan en el rostro humano le han dado fama y gloria. Estos reflejos emotivos de nuestros gestos faciales parecen gobernados de manera independiente de nuestro control. La serie de TV Lie to Me, en la señal FOX, nos presenta a un empresario antropólogo y darwinista, llamado Lightman, interpretado por el gran Tim Roth, situado en el centro de Washington DC, junto al poder central político americano que lo contrata para saber si alguien miente. La serie está inspirada en Ekman y cuenta con su supervisión permanente.

Ekman se basa en los estudios de movimientos y gestos corporales que comunican o expresan sentimientos, independientes de la comunicación verbal. Sigue las tesis de Darwin acerca de que más allá de los asuntos transculturales de algunos gestos, hay otros de origen biológico comunes a todos los seres humanos: la ira, la sorpresa, la repugnancia, el miedo, la alegría y la tristeza.

Para Ekman el asunto de la revelación de una emoción espontánea se produce en microexpresiones faciales. Él inventó el sistema para su detección: el FACS (Facial Action Coding System). En su sitio www.paulekman.com se puede revisar parte de su trabajo.

Debate televisivo de TVN. Es una tarea titánica revisar los gestos de Piñera, un hombre de extremos faciales, tics y miles de movimientos gestuales, a diferencia de un Frei que parece no utilizar ciertos músculos. En el momento más caliente del debate, Frei lanza su torpedo de Transparencia Internacional a Piñera. Bajo el prisma microexpresivo vemos en la reacción de Piñera que algunos espasmos habituales desaparecen, escucha con atención, ahí en una fracción de tiempo observamos una expresión de dolor, de miedo, de sorpresa inocente. Años de evolución piñerista caen en un segundo. Al replicar otro microgesto aparece la rabia. Tenemos al toro con las banderillas clavadas.

En Frei vemos otra cosa: no es el torero seguro y apretado en su traje, pues al comenzar a hablar titubea. Confunde un informe con un fallo de un tribunal, la respiración se le agita, en un microgesto registrado mira hacia el suelo, un segundo de abatimiento, ahí está: es algo de vergüenza.

Un adolorido muerto de miedo y un avergonzado que cumple con el rol de exterminador. La pregunta que cabe hacerse es si esto es una mentira y si en algo importa al electorado. La respuesta es que tal vez, pero la construcción de realidad de ese momento friccionado representa algo de la política verdadera. Los políticos viven de estos armados conceptuales y sus asesores, algunos de vieja escuela, siguen operando de espaldas a los feligreses. 

Debajo de este engranaje se suceden los pequeños gestos, donde están las mentiras y alguien puede leerlas. Algunos asimilarán esto a un paranoico buscando llenarse de teorías de conspiración, pero el bueno de Ekman y el viejo Darwin nos dicen que alguien miente en lo más elemental: en su cara.

* Director de Simu. Guionista y conductor de Radio Duna.

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