Por Ernesto Silva Méndez* Octubre 24, 2009

Elinor Ostrom, profesora de la Universidad de Indiana, se distingue por ser una académica con formación de pregrado y postgrado en ciencia política y no en economía. En los últimos veinte años, la intersección entre economía y política se ha hecho más evidente, y el desarrollo de lo que se ha denominado la economía política, el public choice, el neoinstitucionalismo racionalista, ha generado contribuciones muy relevantes al desarrollo del pensamiento económico y al entendimiento de las instituciones.

Ostrom ha enriquecido el estudio de los fenómenos económicos e institucionales, incorporando al análisis de componentes de otras ciencias sociales, como la antropología, la sociología y la ciencia política. Esto se ha reflejado no sólo en su producción científica, sino en el desarrollo de programas interdisciplinarios de formación en universidades que integran la componente económica con otras disciplinas en un contexto más rico y profundo.

El segundo punto de interés es el foco de Ostrom en las instituciones y su relevancia para el desarrollo de grupos y comunidades. Ya desde el Premio Nobel a Douglass North -por su contribución al entendimiento de la importancia de las instituciones en el desarrollo económico-, las ciencias sociales han puesto foco de atención en la materia.

La hipótesis es que las reglas importan, y mucho, y un buen diseño de las mismas puede generar una diferencia relevante en los resultados de un grupo. Ostrom se ha preocupado de una especie de instituciones en particular. Se trata de las instituciones para regular la administración de los denominados bienes colectivos o recursos comunes. Son bienes a los que todos pueden acceder pero que son escasos. El ejemplo clásico son los peces de una laguna: todos pueden acceder, a pescarlos, pero mi consumo de ellos compite con el que otros puedan hacer del mismo. Lo que suele suceder es la sobreexplotación o la falta de cuidado. Ostrom se pregunta cómo enfrentar el problema. ¿Privatización? ¿Estado que regule? ¿Otra solución?

Aquí surge la tercera clave de este reconocimiento. Los estudios de Ostrom sugieren que no es necesariamente el Estado ni la privatización la mejor solución. Muestra que los grupos pueden organizarse y establecer sus propias reglas para regular sus recursos comunes. Este planteamiento es muy relevante porque complementa -y tal vez en algo contradice- las predicciones tradicionales de la economía política en esta materia, que son escépticas y pesimistas respecto de la capacidad de coordinación y acción colectiva de los grupos.

* Vicedecano de Pregrado UDD.

Relacionados