Por Paco Rego* Octubre 3, 2009

Basta teclear en Google "rollitos en la cintura" y aparecen 267 mil páginas de consejos y recetas para atacar esos resistentes michelines. ¿La única solución rápida? Pasar por el quirófano y hacerse una liposucción.

Hasta ahora. La buena noticia llega desde la Universidad de Harvard: sin cirugía, ni agujas, ni dolor. La incómoda grasa a la altura de las caderas se elimina con frío.

En una hora, adiós a los michelines; en tres, ni rastro del abultado vientre. El prometedor tratamiento, que lleva por nombre criolipólisis, consiste en destruir los adipocitos (células grasas) a temperaturas controladas, por debajo de los cero grados, sin dañar el resto de los tejidos. Un adelanto, fruto de nueve años de investigación, que muchos especialistas califican ya de revolucionario. El tratamiento es indoloro, pues la zona permanece dormida por el frío.

Detrás de este avance estético está uno de los cerebros más prolíficos de la dermatología: el doctor Richard Rox Anderson, 54 años, científico y profesor en Harvard, una especie de sabio renacentista que ha sabido como pocos combinar el arte de la medicina con la tecnología de la luz más avanzada. Él concibió y desarrolló la moderna cirugía de la piel utilizando por primera vez la energía de los rayos láser, que ahora se aplica en todo el mundo para el tratamiento de los lunares, tatuajes y lesiones epidérmicas varias. Aunque el logro que quizás más popularidad ha dado a Anderson en su faceta como innovador es el haber ideado el método de depilación láser, una terapia que de inmediato conquistaría a millones de mujeres y, con la llegada en tromba de la moda metrosexual, no tardaría en seducir también a los hombres.

En el Centro de Fotomedicina Wellman, adscrito al hospital de la Universidad de Harvard, donde el doctor Rox investiga y trata a sus pacientes, las expectativas parecen halagüeñas. Según los ensayos de Rox, la destrucción de la grasa mediante frío ha dado resultados por encima incluso de lo esperado. En el 72% de los casos lograron destruir los adipocitos de los michelines. Una ventosa succiona la zona grasa de la cintura y le inyecta más o menos frío, dependiendo del tamaño del rollo, mientras el paciente permanece completamente despierto. En no más de 60 minutos, la temperatura por debajo de los ceros grados esculpe una cintura nueva. "Estamos al principio de una revolución que podría cambiar los tratamientos de estética", dicen en Harvard.

*Periodista del diario El Mundo de España

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