Por Arturo Arriagada, desde Londres* Septiembre 19, 2009

En una reciente entrevista al diario The Guardian, Mark Thompson -director general de la BBC- lanzó una bomba al revelar la posible venta de una de sus filiales. Para muchos, esto huele a privatización de una empresa pública que se financia principalmente a través del TV Licence Fee, una cuenta anual de casi 135 mil pesos chilenos que pagan los ingleses para acceder a los contenidos de la BBC. Si esta discusión se diera en Chile sería como enfrentar la total privatización de TVN.

Pero las palabras de Thompson esconden un hábil discurso político: el que defiende la existencia de un medio de comunicación público -representativo de los intereses de los ciudadanos- y el que logró instalar en la agenda pública el debate sobre la viabilidad de privatizarlo.

Así lanzó dos golpes a sus principales enemigos. El primero lo recibió James Murdoch -hijo de Rupert y director del grupo mediático News Corp-, quien criticó la competencia desleal que la BBC genera debido a su método de financiamiento. Es cierto que las economías de escala y las audiencias masivas que logra la BBC distorsionan el mercado de la información, pero también ocurre entre privados en otros mercados de medios en el mundo. Por otro lado, los Murdoch intentan volver a cobrar por la información en internet. Allí la BBC tiene un liderazgo global y no piensa en cargarles a los usuarios el costo de la información online. 

El segundo golpe les llegó a los tories ingleses, específicamente al hábil ministro en las sombras Jeremy Hunt. El TV Licence Fee es un impuesto y los conservadores son partidarios de disminuirlo. Para ello se han encargado de centrar la discusión pública en los altos salarios de las figuras de la BBC -cosa que es cierta- en tiempos de crisis económica. En total, la BBC recauda, a través de ese impuesto, 3.7 billones de libras anuales para producir sus programas. Gracias a eso ha logrado construir un capital simbólico y una marca sólida ante sus audiencias. Por ejemplo, entre 2 mil encuestados en agosto pasado por The Guardian, el 69% dijo confiar en la BBC.

Más allá de la privatización o no de la BBC, es importante rescatar la discusión respecto de una televisión pública de calidad y representativa de los intereses de sus audiencias. La BBC es una institución propia de una cultura política basada en el escrutinio público y el accountability, la que aspiramos desarrollar en Chile. Ahora que se decidió la norma de televisión digital -y especialmente en tiempos de campaña electoral- es hora de saber qué esperan los candidatos de los medios en Chile, si to BBC or not to BBC.

* Profesor de Periodismo UDP. Hoy estudia en el LSE.

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