Por Joseba Elola Septiembre 12, 2009

Los adolescentes pasan de Twitter y prefieren Facebook. No hay quien se lea un periódico con esas largas columnas de texto. La consola es mi teléfono. El celular sólo lo uso para enviar mensajes. Me gusta el marketing viral. No quiero nada que lleve cables.

Éstas fueron algunas de las opiniones que vertió Matthew Robson en un informe para Morgan Stanley. Informe que llegó a manos del Financial Times, que lo puso en su portada. Docenas de gestores y directivos de la City se pusieron en contacto con el banco de inversiones para saber más sobre ese estudio y sobre todo respecto a su autor: tiene quince años.

Esta historia arranca, en el formidable parque de Greenwich, al sureste de Londres. Allí salió a pasear Sheila, la madre de Matthew, con Rudy, el perro de la familia. Allí fue donde Sheila se encontró con Sian, la mujer del alto ejecutivo de Morgan Stanley. Allí fue donde Sheila le comentó que a su hijo Matthew le habían pedido en el colegio que buscara una empresa para hacer una pasantía de dos semanas.

Matthew se pone por primera vez en su vida traje y corbata, y se presenta en las gigantescas oficinas centrales del banco de inversiones a fines del mes de junio. Le piden un informe. De cómo ven los adolescentes los medios. Un informe de los que sirven para asesorar a inversores. Matthew habla con unos diez amigos y, con absoluto desparpajo, se pone a escribir.

El trabajo, tan natural como exento de rigor científico, gusta tanto a Edward Hill-Wood, analista de medios de la firma estadounidense, que lo hace llegar al Financial Times. Una vez que el diario económico lo publica en portada, los teléfonos de Morgan Stanley empiezan a rugir; el informe recibe seis veces más retroalimentación que cualquier otro sesudo estudio elaborado durante meses por los expertos de la firma.

Matthew tiene una mirada de chico listo. Es alto, delgado y un tanto desgarbado. Le encanta la ciencia, sobre todo la química. Es gran fan de la banda The Killers. Y es muy tímido, "mucho menos que antes", dice. "Lo que más me sorprendió fue cuando me llamó mi primo desde Bélgica y mi tío de Australia", relata. "En ese momento me di cuenta de que el fenómeno era global. Es un poco chocante ver tu nombre por todas partes", relata con el celular entre las manos.

No es que el contenido de su trabajo fuera ultranovedoso. Pero resultaba revelador. La franqueza con la que estaba escrito conquistó a los ejecutivos de la City: "No conozco ningún adolescente que lea con regularidad periódicos. La mayoría no tiene tiempo ni se complica la vida con páginas y páginas de texto cuando pueden ver las noticias resumidas en internet o en la televisión". ¿Más reflexiones?: la mayoría de los adolescentes nunca se ha comprado un CD; al cine se va a ver qué hay, sin saber de antemano qué película se quiere ver; para qué soportar al pesado del locutor en la radio y dejarle que elija él la música cuando hay sitios de radio a la carta en los que la música la eliges tú. Reflexión discutible de Matthew: "Los juegos de PC tienen poco o ningún hueco en el mercado adolescente".

* Periodista del diario El País de España

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