Por José Hurtado L.* Septiembre 12, 2009

Los indecisos, esos zombies que pueden sumar 15% o más en una encuesta electoral, son pesadilla recurrente de think tanks, cientistas políticos y políticos a secas. Como superan en porcentaje varias veces el error muestral, su efecto en la predictibilidad de los sondeos es fatal, sobre todo en elecciones estrechas, como se cree será la segunda vuelta de nuestras presidenciales.

Parte del misterio de los indecisos, y de otros misterios de las encuestas, reside en la naturaleza de lo que éstas recolectan: declaraciones explícitas de los encuestados; lo que declaran querer o declaran creer. Hace más de un siglo, Freud comenzó a dudar de las declaraciones de sus pacientes y a buscar en sus sueños, o bajo hipnosis, las directrices del comportamiento. El psicoanálisis de Freud fue un método de pocas herramientas cuantitativas. Como microbiólogos sin microscopio, los psicoanalistas abordaron el inconsciente a tientas y hallaron un espacio amplio para la especulación y la fantasía.

Pero en la última década una escuela de sicólogos sociales y neurocientíficos ha ido ensamblando un impresionante set de herramientas metodológicas para explorar el llamado inconsciente adaptativo, nombre con que han rebautizado a la antigua bestia.

El centro de este esfuerzo ha sido trazar un mapa de los prejuicios sociales, asociaciones inconscientes que, a diferencia de las opiniones declaradas, tienen la ventaja de ser honestas. Para interrogar propiamente los prejuicios hay que eliminar la intromisión engañosa de la conciencia. Aprovechando que la conciencia es un monstruo lento, mientras que los prejuicios son automáticos, la solución de un grupo de investigadores de Harvard fue implementar pruebas de decisión de alta velocidad, que no le dieran tiempo a la conciencia para entrometerse. El método, llamado test de asociación implícita (o IAT, su sigla en inglés), es a la investigación contemporánea del inconsciente lo que el telescopio Hubble a la astronomía.

Un equipo de la Universidad de Padua puso el IAT a prueba en un sufragio real. Aprovechando un plebiscito altamente divisivo en la ciudad italiana de Vicenza, en que se votaba la ampliación de una base militar norteamericana, encuestaron a una muestra de votantes, entre ellos varios indecisos. Como en las encuestas tradicionales, consultaron opiniones y registraron la intención de voto. Pero además aplicaron el IAT. El resultado, publicado en la revista Science, sugiere que se puede predecir el voto de los indecisos una semana antes de su decisión, midiendo sus asociaciones inconscientes. No se sabe a ciencia cierta si la decisión misma  es tomada inconscientemente o si los prejuicios actúan seleccionando la información que recibe el votante, sesgando su opinión e inclinando gradualmente la balanza hacia la opción final.

El grupo de Harvard ha puesto en marcha un ambicioso proyecto para administrar masivamente por internet el test de asociación implícita. Écheles una ojeada a sus prejuicios en www.implicit.harvard.edu. Si se atreve.

* PhD en Neurociencias. Socio fundador tendenciaspoliticas.com

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