Por Marcelo Vásquez Rico* Agosto 29, 2009

No hay mejor panorama para un amante de los libros que pasarse una tarde en una gigantesca librería americana tipo Barnes & Noble.  En realidad hay uno mejor: hacerlo con un Kindle en la mano.  Entrar a Barnes & Noble con este nuevo juguete de lectura digital fue vivir en persona el dramático cambio que viene para la distribución de contenidos.

El secreto no está en el revolucionario artefacto por sí solo, sino en el impacto de la bomba que detonó Amazon al desarrollar este dispositivo. Mi Kindle y yo nos convertimos en armas de destrucción masiva para el modelo tradicional de venta de libros.

Si un libro me llamaba la atención, me conectaba en forma inalámbrica a Amazon y revisaba sus precios en línea. Prácticamente todos los libros online estaban entre el 40% y 60% del precio que me costaría comprarlos al pasar por la caja (y además ahorraba el impuesto a la venta de 8.5%. Ah, y el peso en la maleta).

Es más, con un clic el libro comenzaba su travesía por el éter y se instalaba en segundos en mi dispositivo de lectura. No había salido de la tienda y ya tenía mi Kindle lleno de nuevos libros digitales. Estocada directa al corazón de las librerías tradicionales.

Sé que me dirán que no hay como la textura en papel o como echarse en la playa con una novela. Estoy de acuerdo: de hecho me llevaré un buen libro de papel para el verano; la electrónica y la arena no se llevan muy bien.

Lo que ya no tiene vuelta atrás es que una proporción significativa de nuestros contenidos serán digitales y los modelos clásicos tendrán que adaptarse a esta realidad. Las ventas de e-books están en US$ 420 millones anuales; un porcentaje insignificante en comparación con los US$ 24 mil millones que mueve el mercado de libros en EE.UU. Pero se espera que en 5 años las versiones electrónicas lleguen a US$ 4 mil millones en ventas.

¿Qué fue lo que pasó? Amazon innovó en el modelo de negocios. Usó la tecnología y su posición dominante para construir un sistema donde ofrece, vende y distribuye contenido digital en un entorno donde se apropia de todo el valor. Igual que Apple con su iPod -que no sería lo mismo si no fuera por la tienda iTunes-, estas empresas están realizando innovaciones en los modelos de negocios que generan cambios más profundos que un nuevo producto.

Me disculpan, pero dejemos esto hasta aquí; voy saliendo a la Feria del Disco: quién sabe si encuentro un CD interesante que pueda comprar desde mi iPhone en el iTunes Store. Y a mitad de precio.

* Gerente de Desarrollo de Fundación Chile

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