Por Pedro Uribe J.* Agosto 15, 2009

Tenía apenas 26 años. Dani Jarque era capitán del club Espanyol de Barcelona. Mientras hablaba por teléfono con su novia, en medio de una gira de su equipo, su corazón se detuvo. El impacto fue mundial. Un deportista más que moría fulminantemente.

¿Cómo se explica el fallecimiento súbito de un futbolista de elite, joven y con una capacidad física superior al resto de la población?

Las principales causas identificables para explicar esta catástrofe son una enfermedad adquirida o anomalías congénitas de las arterias coronarias, arritmias asociadas a miocardiopatías -enfermedad del músculo cardíaco- e hipertrofia severa del músculo cardíaco, situación que pueden padecer deportistas de alto rendimiento.

Algunos deportistas han experimentado durante sus prácticas intensivas, rotura de las capas de la aorta torácica, situación que denominamos disección aórtica y que puede tener su origen en una aorta con tejidos defectuosos y alzas exageradas de presión, producto del esfuerzo deportivo.

Un dato no menor: en aproximadamente  30% de este tipo de casos no se logra identificar la causa del fallecimiento.

La Asociación Americana de Cardiología recomienda una revisión previa a la práctica deportiva: chequear antecedentes familiares -especialmente de muertes súbitas o enfermedades de la aorta- y personales como soplos cardíacos, hipertensión arterial, fatiga, desmayos o falta de aliento. Y durante el examen del atleta objetivación de presión elevada, soplos al corazón, pulso anómalo y características físicas que hagan sospechar tejidos laxos.

Es útil considerar entre los exámenes básicos, un electrocardiograma de reposo y otro en esfuerzo y, de acuerdo a los antecedentes, un ecocardiograma.

Eso sí: en ocasiones, aun con un buen examen médico, algunas de estas causas no son descubiertas. Por ello, el accidente no puede evitarse.

*Decano de Medicina de la U. Andrés Bello y cirujano cardiovascular de la Clínica Las Condes

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