Por Felipe Kast* Agosto 6, 2009

Tal como afirma el ministro de Justicia, las instituciones como el Sename, creada hace tres décadas, no responden a las necesidades actuales. La política social de principios de los 80 fue una innovación replicada en distintas partes del mundo, pero lo cierto es que de un tiempo a esta parte hemos perdido el sentido de urgencia en materia social, la que sólo vuelve a surgir cuando los titulares de las noticias destapan el polvo escondido en las esquinas de nuestra sociedad. Paradójicamente, "Cisarro" -un niño de diez años que probablemente no pasará los veinte si no somos capaces de cambiar las cosas a tiempo- es una buena noticia para todos los niños chilenos que viven en situaciones de marginalidad, al igual que cuando Felipe Berríos argumenta que la lluvia y el frío son el mejor amigo de las familias en campamentos: es el único momento del año en que son tomados en cuenta. 

En concreto, ¿cómo salvar a "Cisarro"? Humanizando la política social. Hace tres décadas, Chile fue el primer país en hacer un "mapa de la extrema pobreza", lo que permitió identificar y focalizar la política social en aquellos chilenos en condiciones miserables. Hoy Chile puede imitar a Sergio Fajardo, ex alcalde de Medellín, y ser el segundo país del mundo que hace un "mapa de vulnerabilidad infantil". En 1991, Medellín era la ciudad más violenta del mundo, con 381 homicidios por cada 100 mil habitantes, pero en el 2007 ese número bajó a 26. Lo que hizo, según sus propias palabras, fue humanizar la reinserción social de los niños que habían sido utilizados por el narcotráfico. Dos principios: disminuir la violencia con la policía y aumentar las oportunidades.

Para disminuir la violencia, Fajardo identificó con cuidado, tal como hizo el reportaje "Santiago Ocupado" -investigación de Ciper  publicada en Qué pasa-, los barrios "ocupados" de Medellín. Con esa información en mano recurrió a la policía y recuperó esos terrenos. "No descuiden un centímetro cuadrado de su territorio", dice Fajardo.

Luego, para mejorar las oportunidades, utilizó el "mapa de vulnerabilidad infantil", con el cual identifica a los niños vulnerables que vivían en esas calles, con nombre y apellido, y los reinserta socialmente entregando atención individualizada, uno por uno, con atención sicológica y con el desarrollo de capacidades en forma personalizada. Lo que él llama "limpiar el alma". Todo esto es caro, qué duda cabe, y como economistas sabemos que el costo de oportunidad no es menor. Pero cuidado, casos como el de "Cisarro" son heridas profundas, y sanarlas tiene un retorno igualmente alto para una política social que efectivamente tenga sentido de urgencia.

*Profesor de la Escuela de Economía de la UC y doctor en Políticas Públicas de Harvard

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