Por Junio 11, 2015

Invitados por la Fundación BHC visitaron Chile en 1975 Milton Friedman, Arnold C. Harberger y Carlos Langoni, para participar en seminarios de análisis de la situación económica chilena que, a más de un año del pronunciamiento militar, seguía siendo crítica. Los organizadores tuvieron la esperanza de que Friedman pudiera contribuir a ordenar el debate público sobre la materia. Sin embargo, días antes de esa visita, el gobierno ya había decidido aplicar una política muy similar a la que Friedman y sus colegas sugirieron en ese mes de abril. Ideas parecidas -muy influenciadas por el pensamiento de Milton Friedman- subyacen a una buena parte de las instituciones y políticas adoptadas en otras partes del mundo en las últimas décadas, habiendo dado excelentes frutos y sacado de la pobreza -literalmente- a cientos de millones de personas.   

La visita a Chile le valió a Friedman y a Harberger el ataque implacable de la izquierda internacional, tal como lo relata el propio Harberger en su capítulo del libro Milton Friedman, la vigencia de sus contribuciones (Ediciones UC), editado por Francisco Rosende y el que suscribe, en que escriben capítulos otros trece economistas, y que será presentado el 17 de este mes en una sesión organizada por la Asociación de ex alumnos de la Universidad de Chicago. Se les criticó a Friedman y a Harberger haber colaborado con la dictadura militar, sin tomar en consideración que tuvieron el mismo tipo de colaboración con algunos regímenes totalitarios, entre ellos el de China. Es más, Friedman dedicó dos de sus conferencias públicas a analizar la relación existente entre la libertad económica y la libertad política, y para resaltar -como también se lo expresó al general Pinochet- que la segunda es condición necesaria para la existencia, a mediano plazo, de la primera, y viceversa. 

Friedman ganó en 1976 el Premio Nobel. Lo recibió por su trabajo académico, que fue muy influyente, especialmente en materia de metodología de la economía, teoría macroeconómica e historia monetaria. Pero Friedman tuvo otra faceta, la del comunicador, que utilizó para adelantar, por medio de columnas, entrevistas y libros como Capitalismo y libertad  y  Libre para escoger, la idea de la libertad económica y política, como fuente de progreso material y bienestar. En la actualidad, en que hay sectores que ponen en duda el sistema económico-social de Chile, bien vale la pena volver a sus escritos, que mediante el uso del método científico, es decir, de hipótesis sometidas a verificación o rechazo empírico, entre otras cosas, resaltan (1) la relación directa entre la cantidad de dinero y la actividad económica o la inflación, (2) la relación inversa (con límites) entre el tamaño del Estado y el bienestar material, y (3) la importancia de distinguir entre el financiamiento estatal de ciertos bienes y servicios -como la educación por ejemplo- y su producción (que es más eficiente privada).

En Chile pareciera prevalecer ahora el voluntarismo por sobre el realismo.  Sin embargo, los porfiados hechos descubiertos por Friedman -que por supuesto siguen absolutamente vigentes- a la larga no se podrán desconocer.  En particular, no se puede ignorar, como Friedman solía subrayar, que una sociedad que privilegia la igualdad por sobre la libertad -como el gobierno está haciendo en la actualidad- no logrará sus objetivos, en cambio una que privilegia la libertad por sobre la igualdad, probablemente logre ambas en una buena medida.

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